Contradictorio. Es el calificativo con el que el hijo de Cela, Camilo José Cela Conde, se queda para definir a su padre, cuando hablamos con él unas horas antes de este 11 de mayo en el que el Premio Nobel cumpliría cien años.

Contradictorio y tierno, incluso dulce, y con una timidez que lo llevó a crear el personaje que con sólo asomar el colmillo conseguía una espantada general.

Es su hijo, el único que tiene y que lleva su nombre como todos sus antepasados (incluso las mujeres se llamaban Camila), quien ha llevado a cabo la hermosa pero también dolorosa labor de seleccionar las cartas que van fundiéndose con el perfil que traza de su padre en Cela, piel adentro (Destino).

Cartas dulces, tiernas y siempre literarias que Camilo José Cela (Padrón, A Coruña; 11 de mayo de 1916-Madrid, 17 de enero de 2002) mandaba a su mujer, Charo Conde, sostén del joven inseguro, miedoso y desesperado que escribió su primera novela con 26 años y reflejó quién era: La familia de Pascual Duarte. El mismo que le manda a su mujer "besos violentos" y le confiesa "sentirse muy solo". Aquel joven desesperado y sin dinero que recorría el país con tal de conseguir lo que fuera a cambio de alguna charla o colaboración en prensa.

"Es por esa desesperación y la vulnerabilidad que trató de esconder tanto que uno entiende cómo pudo escribir Pascual Duarte". No se mete Cela hijo a elegirla como su mejor libro, pero sí como uno de las cinco mejores. "La colmena (1951) es otro, y Viaje a La Alcarria (1948) es muy especial, aunque sea un libro en otra clave". En él habla de su hijo. Será la única vez.

"San Camilo 1936 (1969) es otra de sus grandes obras, porque era la primera aproximación a la guerra civil que se hacía sin ideología, sosteniendo que todos perdieron". Tiene razón el hijo: se adelantó Cela treinta años a la visión desideologizada de la guerra. "Porque Cela, que fuera de sus horas de trabajo, jamás hablaba de literatura ni política, detestaba el poder, la política y todas las ideologías".

A él se le ha señalado, ya menos, muchas veces por sus pasado como censor, pero acaso tendríamos que haber estado en su piel para saber cómo nos habríamos comportado.

"De hecho eso también determinó el Pascual Duarte, sin eso no habría podido llegar. Ese personaje sometido al destino, y ese ser bueno...". ¿Era bueno su padre? "Era bueno con la gente. Llegaba a casa sin abrigo porque se lo había dado a un hombre necesitado. Pero era un demonio con el poder y las ideologías".

Tres Celas quizá: el joven de La familia de Pascual Duarte que comenzaba, el que triunfaba y era referencia y el del Nobel de Literatura, concedido en 1989.

El premio Cervantes llegó incomprensiblemente (o no tanto) después, en 1995. Ya estaba con su segunda mujer, Marina Castaño, con quien se casó en 1990, y con la que inició la tercera etapa. Se convertía en carne de 'cotilleo' y también en el autor que se abandonó a una obra menor. Eso sí, un año antes de morir, firmó una de las mejores: Madera de boj.