La ciencia está consiguiendo llegar a todos los aspectos de la vida, hasta a los que parecen más irracionales. Después de vender más de 250.000 ejemplares de su último libro, El viaje a la felicidad, el reconocido y multifacético divulgador científico Eduardo Punset se enfrenta al reto de explicar científicamente una de las emociones más intensas del ser humano: el amor. Y lo hace a través de El viaje al amor, que ayer presentó en la capital vizcaína.

¿Qué es el amor?

Científicamente, es un instinto de fusión con otros organismos para poder sobrevivir. Y ha existido siempre; la primera manifestación del amor la encontramos hace 3.000 millones de años, cuando la primera bacteria esparció sustancias, como si estuviera preguntando si había alguien más.

¿Existe una matemática para el amor?

No entiendo por qué la gente no se cuestiona nunca que haya una fórmula para la creación del universo o para la energía y se sorprende de que exista una para el amor. Todos ellos son procesos igual de complejos.

Habla en su libro de la capacidad de amar.

Está muy relacionada con la vida que se ha tenido de pequeño. Por ejemplo, si uno ha vivido en un ambiente generoso, solidario, amable, etc., estará más predispuesto a amar. Además, la ciencia ha demostrado que el desamor del adulto puede compararse al desamparo que siente un bebé cuando se le deja solo. En el libro hay un test para que cada uno conozca su propia capacidad.

¿Se puede perder?

Creo que uno envejece y muere en el momento en que deja de enamorarse.

¿Las mujeres tienen mayor capacidad de amar?

Las mujeres tienen mayor contacto con el comportamiento de otros individuos, por lo que podría ser así. Lo que es seguro es que a ellas les cuesta más decidirse. Por naturaleza, el hombre compite y la mujer elige. Lo curioso es que a algunos hombres también les cueste.

En el amor, ¿nos fiamos de la razón o del corazón? Si a mí me va a atropellar un autobús, es mi instinto el que hace que mi cuerpo se aparte. Por eso, yo siempre me fío de los instintos. Y el amor es uno de ellos. Sin embargo, mucha gente actúa por lo que cree, no por lo que ve. Ahí influyen las convenciones sociales, las convicciones heredadas...