David Rubin, profesor de psicología y neurociencias de la Duke University, parece haber encontrado la respuesta a un clásico que habrá ocurrido a muchos que tienen hermanos: que su madre confunda sus nombres en multitud de ocasiones.
¿A qué se debe que confundamos nombres de seres queridos? Rubin explica que se trata de un fallo cognitivo. No es achacable en modo alguno a la edad, sino que tras este fallo se esconde una percepción de pertenencia de los individuos a un mismo grupo social. Un grupo 'especial' si queremos llamarlo así, en el que se sitúan las personas más queridas y que puede englobar a familiares, parejas, amigos e, incluso, mascotas, según la categoría.
El estudio, publicado en la revista Memory and Cognition, destaca que esta confusión entre nombres, o mezcla de ellos, ocurre entre aquellos que están categorizados dentro del mismo grupo social para quien los pronuncia. De esta manera, es normal que una madre confunda los nombres de sus hijos de forma inconsciente, o que en un grupo de amigos se confundan o mezclen los nombres de unos y otros, siempre y cuando estos nombres pertenezcan a personas que en nuestro inconsciente se encuentran en la misma categoría de relación personal.
Rubin aclara que esto nunca ocurre de forma aleatoria ni se trata de un fallo cognitivo achacable a la edad. Es como si nuestro cerebro almacenase nombres de personas creando un cajón especial para cada categoría (familia, amigos, parejas...).
Curiosamente, en el estudio realizado, en el que participaron 1.700 personas, algunos confundieron nombres de sus mascotas con los de familiares, lo que denota que esos animales están en el mismo plano que la familia.
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