Pilar Luque se ha pasado 11 años alimentando, cuidando y mimando a una colonia de 22 gatos abandonados en el Retiro. Les ha puesto nombre y tiene cartillas de vacunación de todos ellos.

Pero hace unas semanas tuvo que encomendar la alimentación de los felinos a otra cuidadora («no podía asumir temporalmente los 800 euros mensuales que me cuesta su manutención») y le desapareció la mitad de la colonia. En su lugar halló jaulas atrapafelinos del Ayuntamiento de Madrid.

Fundación Altarriba denuncia una "campaña de exterminio"

Pilar acusa al alcalde de haber «matado» a sus gatos «porque le molestan». Cree que el hecho de que Gallardón use los jardines de Cecilio Rodríguez para sus recepciones está detrás de la aniquilación de esta colonia. «No sabe lo que me ha hecho; yo que he venido a diario a alimentarles, lloviendo a cántaros y con un calor terrible», se lamenta Pilar.

Una protectora de animales, la Fundación Altarriba, dice que el Ayuntamiento está llevando a cabo «una campaña de exterminio» de gatos callejeros en el Retiro.

El Ayuntamiento niega que exista un plan para eliminarlos y asegura que sólo actúa en casos concretos «para limitar colonias que generan insalubridad o molestan». Los gatos retirados se ofrecen en adopción, pero, dado el bajísimo índice de adopciones de felinos callejeros, la inmensa mayoría acaban siendo sacrificados.

El conflicto de los gatos callejeros

El gato es un animal que, pese a ser doméstico, se adapta muy bien a un estatus semisilvestre. Desde el Ayuntamiento aseguran que, al proliferar el número de voluntarios que los alimentan, aumentan los gatos callejeros y también el número de vecinos detractores de los felinos, que los consideran un riesgo para su salud.

«Las posiciones están muy polarizadas», lamentan en el Ayuntamiento. «Si retiras gatos, te llaman asesino, y si dejas que proliferen, te acusan de poner en riesgo la salud de los vecinos».