Barcelona, la única ciudad que visitan don Quijote y Sancho

Una escena de 'El Quijote', con Fernando Rey y Alfredo Landa.
Una escena de 'El Quijote', con Fernando Rey y Alfredo Landa.
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Una escena de 'El Quijote', con Fernando Rey y Alfredo Landa.

Barcelona tiene el honor de ser la única ciudad que visitan don Quijote y Sancho y, al mismo tiempo, es el escenario de la derrota física y moral del hidalgo, sinsabores que Miguel de Cervantes plasma en seis capítulos de la segunda parte de la novela.

Hay un consenso entre los estudiosos sobre la estancia del escritor en Barcelona, al menos en un momento de su vida. Se especula incluso con una casa del siglo XVI (número 2 del Paseo Colón) como posible residencia del alcalaíno. En 1610, según algunos expertos, el escritor podría haber viajado a la ciudad para pedir al Conde de Lemos, que se encontraba allí de camino a Nápoles, formar parte de su séquito. Otra hipótesis apunta a una breve estadía anterior, hacia 1569, cuando huye a Roma tras ser condenado a arresto y a la amputación de su mano derecha.

La escritora catalana Carme Riera planteó la posibilidad, en el congreso Cervantes, el Quijote y Barcelona (2005), de que fuese en 1571, con 24 años, cuando Cervantes conoció la Ciudad Condal, pues consta documentalmente que fue arcabucero (soldado con arcabuz, similar al fusil) en la compañía de don Diego de Urbina, que zarpó del puerto barcelonés el 11 de julio de ese año.

En opinión de Riera, esta estancia estival le habría permitido presenciar la fiesta de San Juan, en la que participan los protagonistas de la novela ("llegaron a su playa en la víspera de San Juan en la noche"). La tesis de Riera también explicaría la paródica entrada regia de los protagonistas en la ciudad ("sonaban clarines, trompetas y chirimías... Los soldados de las galeras disparaban infinita artillería"), como ocurrió el 16 de junio de 1571 con don Juan de Austria, y que podría haber presenciado Cervantes.

La desazón de la estancia se mantiene durante los seis capítulos. Les honra Roque Guinart, trasunto del famoso bandolero de la época Perot Rocaguinarda ("¡oh valeroso Roque, cuya fama no hay límites en la tierra que la encierren!"); descubren maravillados el mar ("hasta entonces de ellos no visto, parecióles espaciosísimo y largo"); pasean por la ciudad y la Barceloneta; y descubren un taller (identificado como el existente en el número 14 de la calle del Call) que imprime la versión apócrifa de Avellaneda, lo que permite a Cervantes despacharse a gusto con el impostor ("pensé que ya estaba quemado y hecho polvos, por impertinente").

Pero el lado negativo de las aventuras barcelonesas no es nada desdeñable: perder el duelo con el Caballero de la Blanca Luna le postra "seis días en el lecho, marrido, triste", y le exige abandonar durante un año sus oficios de caballería. No en vano esta es definida como "la aventura que más pesadumbre dio a Don Quijote de cuantas hasta entonces le habían sucedido".

Y más significativas aún son las palabras del protagonista despidiéndose de la villa: "¡Aquí fue Troya, aquí mi desdicha... Aquí se oscurecieron mis hazañas; aquí, finalmente, cayó mi ventura para jamás levantarse!".

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