Las cuevas del Sacromonte vuelven a estar habitadas

  • Fueron desalojadas a principios de año por el Ayuntamiento por riesgos de derrumbe.
  • Desde este verano se han ido ocupando de nuevo.
Aspecto de las cuevas que están reformando en el cerro de San Miguel. (Bolívar)
Aspecto de las cuevas que están reformando en el cerro de San Miguel. (Bolívar)
Aspecto de las cuevas que están reformando en el cerro de San Miguel. (Bolívar)

Un camino de tierra más ancho debajo de la ermita de San Miguel es el único rastro que queda de las excavadoras con las que el Ayuntamiento tapió algunas de las cuevas del cerro el pasado mes de enero.

Después de nueve meses, las cuevas que sellaron en el desalojo se han llenado de muebles viejos, ropa usada y trastos de todo tipo, mientras los nuevos moradores se afanan en rehabilitar y limpiar la basura del resto de la zona.

Por el camino encuentras un chasis de moto sin piezas y al lado, una silla sin patas. La basura, eso sí, va a los contenedores que hay más abajo.

La historia de Jaouad

No todos acaban de llegar. Jaouad, un joven marroquí de 34 años, cuenta que lleva dos años viviendo allí con su chica, que es ucraniana.

Durante el desalojo, Jaouad estaba en Marruecos con su familia y cuando volvió se encontró con que habían hecho fuego en la que era su casa y estaba llena de basura. Lleva un mes rehabilitándola: ha colocado una ventana para cambiar la cocina de sitio, ha abierto un arco y ha reforzado la puerta. "Mucho trabajo", asegura.

Por las mañanas está en una obra como albañil y por las tardes sigue con el cemento en casa. También ayuda a vecinos menos duchos con la paleta como Julie, que llegó hace dos semanas. Tiene 19 años y es de Dinamarca. Vino porque tiene unos amigos aquí. Jaouad le ha ayudado a hacer unas escaleras en la entrada a su cueva. Tiene muchas picaduras en el brazo, "mosquitos y pulgas", afirma en un español rudimentario.

Nuevo hogar

Juan y Juan José, de 47 y 45 años respectivamente, también están sacando escombros de su nueva casa. "Ésta era la cueva de Aaron", cuentan, "pero Aaron hace tiempo que no pasa por aquí". Ellos llevan dos semanas en el cerro. Son de Jaén y se conocieron en el albergue de Santa Paula, les hablaron de las cuevas y decidieron compartir una, porque pasan por una mala situación económica.

Han cambiado la puerta y se han hecho un porche con cañas y varios sillones. Destacan el buen ambiente: "Nadie se droga por aquí", y añaden que todos se ayudan. "De vez en cuando vienen turistas preguntando", dicen, y ellos les enseñan su nuevo hogar.

CÓMO ARREGLÁRSELAS SIN AGUA

La fuente del Aceituno, junto a la ermita, les abastece de agua potable para el consumo y el aseo, que se convierte en empresa harto compleja. Para ducharse algunos van a centros de servicios sociales, pero otras necesidades se resuelven en campo abierto. Jaouad está construyéndose un baño, con seis metros de tubería que llevan a un cubo agujereado, enterrado en el barranco. ¿Y cuándo se llene? «La tierra lo chupa», dice, «en pueblos de Marruecos lo hacen así para familias enteras».

Si quieres ver cómo se vive en las cuevas pincha aquí 

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