El Teatro Real de Madrid acoge, del 9 al 24 de abril, una de las óperas infantiles más conmovedoras de su tiempo, por su argumento y el contexto en el que fue escrita: Brundibár, de Hans Krása (1899 - 1994), consiguió que un centenar de niños encerrados en un campo de concentración nazi dejaran volar su imaginación.

La obra, llevada a los escenarios por el director musical Jordi Francés y la directora de escena Susana Gómez, está interpretada al completo por niños, pertenecientes al Coro de los Pequeños Cantores de la Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM) dirigido por Ana González, a excepción del malvado protagonista Brundibár, al que encarna el barítono Jorge Martín.

Krása fue deportado al campo de internamiento de Terezín (una "ciudad balneario" en palabras del Reich, que sirvió como última parada antes de los campos de exterminio en Auschwitz, donde murió) en 1942, y rescribió esta pieza compuesta tres años antes para los pequeños que allí se encontraban. Se representaría hasta en 55 ocasiones, llenando de felicidad a unos niños en una situación extrema.

Una de las supervivientes del Holocausto que participó en esas funciones, Dagmar Lieblová, ha venido a Madrid para contemplar el estreno de la obra y echar la vista atrás a sus años encerrada: "En la ópera los protagonistas comían helado, jugaban, compraban el pan... Hacían todo lo que nosotros ya no podíamos hacer", ha recordado con una sonrisa.

"No podíamos pensar en si teníamos hambre o nos amenazaban enfermedades. Cantábamos con alegría y entusiasmo". Lieblová, de 87 años, ha reconocido que, al final del estreno de esta representación, sus ojos se inundaron de lágrimas.

Los pequeños protagonistas de la ópera lucharán contra Brundibár, actualizado en un carismático presentador -con chaqueta de lentejuelas incluida- y sus oscuras intenciones. "En esta versión introducirá a los niños en el mundo del consumismo", explica Susana Gómez.