Un fósil de serpiente hallado en Teruel muestra evidencias de su color original

El estudio de una serpiente fosilizada hallada en el municipio turolense de Libros ha permitido descubrir que algunos fósiles pueden conservar evidencias del color original en forma de células específicas que contenían determinados pigmentos y colores estructurales, algo que ayudará a la investigación de la evolución y funciones del color de los animales.

El estudio de una serpiente fosilizada hallada en el municipio turolense de Libros ha permitido descubrir que algunos fósiles pueden conservar evidencias del color original en forma de células específicas que contenían determinados pigmentos y colores estructurales, algo que ayudará a la investigación de la evolución y funciones del color de los animales.

El trabajo corresponde a un grupo multinacional de investigadores, entre los que se encuentran especialistas españoles del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), de la Fundación Dinópolis y del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y acaba de ser publicado en la revista Current Biology.

El IGME y la Fundación Dinópolis han explicado en una nota de prensa que al observar el fósil de serpiente al microscopio electrónico de barrido y comparar sus formas con células pigmentarias de las serpientes modernas para determinar qué color podrían haber producido se han hallado células de la piel mineralizada.

En concreto, se han mantenido las formas particulares de diferentes tipos de células pigmentarias, que habrían creado colores amarillos, verdes, negros e iridiscentes cuando el animal estaba vivo.

Los pigmentos se han degradado, pero con las formas de las células mineralizadas —específicas para cada tipo de pigmento— hay suficiente información para reconstruir sus colores.

HALLAZGO

Esta serpiente fosilizada se descubrió a principios del siglo pasado durante la explotación minera de depósitos con azufre, si bien solo se ha estudiado recientemente, después de que accediera a ella la paleobióloga del Colegio Universitario de Cork, Maria McNamara, cuando estaba realizando su tesis doctoral sobre la conservación en el yacimiento de Libros.

El espécimen se custodiaba en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. McNamara, autora principal del estudio, ha manifestado que "cuando se consiguen tejidos fósiles preservados con este nivel de detalle, te quedas atónita cuando los miras al microscopio; casi no podía creer lo que estaba contemplando".

Antes de esta investigación, las posibilidades de la ciencia de conocer la paleta biológica de la Tierra del pasado ha estado limitado a marrones, negros y rojos oscuros, en los casos en que se ha preservado la melanina como material orgánico.

Hasta la fecha, aparentemente ningún otro pigmento había sobrevivido a la fosilización, pero esta piel de serpiente fosilizó en fosfato cálcico, un mineral que preserva los detalles a nivel sub-celular.

Los investigadores han establecido que la piel de la serpiente tiene fosilizadas tres tipos de células cromáticas, melanóforos, que contenían el pigmento melanina; xantóforos, que contenían los pigmentos caroteno, y pterina e iridóforos, que dotaban de iridiscencia.

En conjunto, la serpiente era moteada con manchas verdes y negras y tenían un vientre amarillo pálido, colores que probablemente la ayudaron a camuflarse durante el día. Vivió hace diez millones de años.

Desde el IGME y Dinópolis han apuntado que el fosfato cálcico se presenta fundamentalmente en fósiles de huesos y conchas, pero también se conocen numerosos ejemplos de piel transformada en fosfato, por lo que este descubrimiento abre la puerta a reestudiar los fósiles de un amplio grupo de criaturas de muchas localidades paleontológicas del globo, para buscar evidencias de conservación del color. Han añadido que el color de un animal puede también dar pistas a los investigadores sobre su comportamiento y evolución.

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