A Perú con el hospital a cuestas

La médico andaluza y bomberos españoles, inspeccionando uno de los albergues de Pisco. (L. O)
La médico andaluza y bomberos españoles, inspeccionando uno de los albergues de Pisco. (L. O)
La médico andaluza y bomberos españoles, inspeccionando uno de los albergues de Pisco. (L. O)

Dos cooperantes andaluces cuentan a 20 minutos su estancia entre los escombros de Pisco Ô 48 horas después de que el fuerte seísmo sacudiera Perú, Lucía y Curro partieron con miembros de la Sociedad Española de Medicina de Emergencia y Catástrofe rumbo a la tragedia con el hospital a cuestas. Son dos cooperantes andaluces que durante 10 días han vivido en primera persona el desastre de Pisco.

Ella, médico de familia, y él, técnico de emergencia,  coinciden: ha sido duro pero repetirían la experiencia. «Al llegar no encontramos violencia o nerviosismo, sino desolación y necesidad», comenta Lucía. La ciudad estaba cubierta por un polvo blanco que se les metía en la nariz, ojos, garganta... «La gente vagaba por la calle sin rumbo, no tenían casa a la que ir», explican.

Allí, recorrieron con Bomberos en Acción los albergues improvisados para ver las necesidades de la población. Pero fue en San Clemente, a 10 km de Pisco, donde este contingente desplegó su hospital de campaña. El trabajo fue intenso. Las colas de pacientes eran interminables.

En sólo tres días atendieron a mil personas. Las patologías, «las derivadas de no tener agua potable y de dormir en la calle con 9 ºC de mínima: diarreas e infecciones respiratorias», dice Curro.

Además de rostros de desolación, los dos andaluces se traen momentos especiales, como el parto de un bebé al que sus padres llamaron María España en agradecimiento al grupo de cooperantes en el que ellos estaban.

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