El Sea Life Benalmádena se llena de medusas en una nueva exhibición

'Invasión de medusas' es la nueva exhibición inaugurada en Sea Life Benalmádena (Málaga) este jueves que sumerge a los visitantes en los misterios de esta especie y supone una ocasión "única" para conocer su mundo, su forma de vida, los diferentes tipos registrados y otras curiosidades.
Medusas en el Sea Life Benalmádena
Medusas en el Sea Life Benalmádena
EUROPA PRESS / SEA LIFE
Medusas en el Sea Life Benalmádena

'Invasión de medusas' es la nueva exhibición inaugurada en Sea Life Benalmádena (Málaga) este jueves que sumerge a los visitantes en los misterios de esta especie y supone una ocasión "única" para conocer su mundo, su forma de vida, los diferentes tipos registrados y otras curiosidades.

Las medusas, según han informado desde el centro, son unos animales invertebrados que junto a los corales, las gorgonias y las anémonas pertenecen al grupo de los cnidarios.

Con más de 700 millones de años, estas extrañas criaturas, compuestas en un 95 por ciento por moléculas de agua, presentan células urticantes que usan para la captura de presas y también como defensa. Su capacidad de movimiento es muy limitada, por lo que se desplazan básicamente arrastradas por las corrientes marinas.

La exhibición de Sea Life Benalmádena alberga seis especies, como la Medusa Luna (Aurelia aurita), habitual del Mediterráneo que se reconoce fácilmente por sus órganos reproductivos que forma un trébol de cuatro hojas y constituye la dieta básica de las tortugas marinas; o la Brújula (Chrysaora melanaster), que habita en las aguas del Indo Pacífico y su característica más sorprendente es su capacidad de cambiar de sexo a lo largo de su vida.

También está la Medusa Azul (Catostylus mosaicus), que se encuentra en el área australiana del Pacífico, su color oscila desde el azul claro al púrpura oscuro y son un plato muy popular en la cocina tradicional asiática, especialmente en China y Japón; y la Medusa Dorada (Mastigias papua), que es pequeña, semiesférica y translúcida, tiene brazos orales en lugar de tentáculos y se distribuye por el Océano Pacífico e Índico.

La Medusa Casiopea (Cassiopea andromeda) es una especie de tropical de la clase de los escifozoos que vive en manglares y lagunas litorales de escasa profundidad del Golfo de México y el Caribe, mientras que la Medusa de Fuego (Rhopilema esculentum) habita en zonas pelágicas, poseen tentáculos formados por células urticantes, o nematocistos, que usan para capturar presas y como forma de defensa; y es una especie comestible.

'Invasión de medusas' "es una exhibición muy completa y didáctica. Las medusas nos ofrecen imágenes muy atractivas que harán las delicias de todos los visitantes. Además, está a punto de comenzar la temporada de playa en la Costa del Sol, por lo que es una gran oportunidad de conocer su ciclo de vida, la necesidad de su conservación y , lógicamente, aprender qué hacer en caso de picadura", ha informado la directora de marketing de Sea Life Benalmádena, María Morondo.

Presencia de medusas

La sobreabundancia en los últimos años de medusas en las costas es, según los expertos, un efecto de las corrientes marítimas que desplazan sus poblaciones, y un síntoma de que las aguas litorales han aumentado su temperatura y salinidad.

Este hecho ha provocado el desplazamiento de las colonias de medusas de su hábitat natural a 20 o 40 millas de la costa al litoral. Otro aspecto a tener en cuenta es la ausencia de sus depredadores naturales —túnidos y tortugas— y el consiguiente aumento de la población de medusas.

Ante esta transformación en el ecosistema, la muestra 'Invasión de medusas' pretende dar a conocer estas alteraciones en el medio natural, de una forma muy didáctica y visual, concienciar sobre su protección y, sobre todo, alertar de la influencia de la sobrepesca para el equilibrio del ecosistema. Una realidad que afecta de un modo muy directo al ser una localidad costera.

MEDUSAS

El cuerpo de una medusa es en un 95 por ciento agua. Carece de estructura ósea o concha externa de protección. Son delicadas y pueden dañarse con gran facilidad. Estos seres vivos son simétricos por un axis central que va a través de su cuerpo.

Las medusas tienen un sistema digestivo muy sencillo, con una única y simple abertura. Estos animales ingieren su comida a través de la boca, la cual está ubicada en la parte baja de su campana. La comida es digerida en una estructura parecida a un saco, y el material de desecho es expulsado a través de la boca. Esta cavidad funciona entonces de las dos formas; como estómago y como intestino y nadan en el agua por propulsión.

Hay alrededor de 2.000 especies, todas de agua salada, que generalmente habitan zonas cálidas, decorando las aguas con colores y formas muy extrañas. Existen medusas de diversos tamaños, pudiendo algunas incluso superar la estatura de un ser humano, mientras que otras no superan los dos milímetros de altura. La medusa más grande tiene una longitud de unos 36.5 metros de largo.

Son una de las especies vivientes más antiguas del mundo, pues existen restos fósiles que sugieren su existencia en la Tierra desde hace más de 700 millones de años y son capaces de moverse por sí solas de manera vertical, mientras que para desplazarse horizontalmente, dependen de las corrientes marinas de agua y el viento.

Consejos para las picaduras de medusas

Cuando pica una medusa, se produce un dolor localizado que puede llegar a ser intenso, y el área afectada se puede enrojecer, hinchar y picar. De igual forma, algunas personas experimentan sensaciones de ardor, hormigueo o adormecimiento en la zona afectada.

Una vez se ha producido la picadura, recomiendan desde Sea Life salir del agua rápidamente; no rascar ni frotar la zona afectada con toallas u otras prendas; retirar de la piel con guantes los restos de tentáculos, si son visibles; lavar la herida con la gasa estéril de algodón y agua marina y nunca hay que utilizar agua dulce, ya que activa las células y aumenta la cantidad de toxina inyectada.

Posteriormente, hay que llenar una bolsa de plástico con hielo y aplicarla lo antes posible, durante unos cinco minutos, sobre la zona de la picadura —nunca hay que poner el hielo directamente sobre la piel—.

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