Berto Romero: "Nosotros ya hemos votado y ellos tienen que entenderse. Si no les resulta fácil, es su problema"

Berto Romero en la presentación de 'El pregón'.
Berto Romero en la presentación de 'El pregón'.
DeAPlaneta
Berto Romero en la presentación de 'El pregón'.

Con el paso de los años, Andreu Buenafuente y Berto Romero se han consolidado como una pareja televisiva bien avenida. Se conocen bien, se compenetran profesionalmente y han llegado a ser amigos más allá de la pantalla. Ahora, los dos cómicos se enfrentan a una nueva etapa con retos como el recién estrenado programa Late Motiv o la película El pregón, comedia en la que interpretan a dos hermanos que formaron un grupo de éxito en los 90 y que, muchos años después de retirarse, acuden a su pueblo a dar el pregón de las fiestas.

Berto Romero, que últimamente se está aficionando al cine, ha explicado a 20minutos cómo es su relación con Buenafuente tras tanto tiempo trabajando juntos.

En El pregón interpretan a dos hermanos, pero lo cierto es que en la vida real su relación también parece casi fraternal.

Hay una relación de amistad muy buena, muy saneada, que ha superado varias fases de posible quiebro, porque yo empecé a trabajar con él siendo su colaborador y había una frontera jefe - empleado que al final hemos traspasado. Yo creo que los dos nos consideramos dos cómicos afines que hacen una buena pareja juntos. Y luego personalmente somos buenos amigos. De hecho, vivimos cerca y es frecuente que nos llamemos para quedar y que los niños jueguen juntos y ese tipo de cosas. Es una relación muy natural.

Aun así, imagino que su relación en la película ha sido diferente a la que tienen en televisión.

Sí, porque de la misma manera que hay una relación muy familiar entre nosotros dos, profesionalmente somos muy escrupulosos. Yo no puedo mezclar amistad y trabajo de una forma completa. Cuando trabajamos, trabajamos, y la película había que hacerla con los pies en el suelo y sabiendo que íbamos a trabajar para cine, que es diferente a la tele, a la radio y a todo lo que hemos hecho. No valía nada de lo que nosotros ya llevábamos aprendido, porque aquí se trabaja fragmentado y tú no controlas el tempo ni el ritmo de las cosas, porque luego lo va a montar otro tío...

¿Cuál era su forma de afrontar el trabajo entonces?

Aquí nosotros teníamos que centrarnos en componer dos personajes que transmitieran la ilusión de que, aunque sean el Berto y el Andreu, pueden ser otros tipos —que en este caso son Juan y Richi— que tienen otra peripecia. Eso ya era suficiente reto. ¿Qué es lo que hay de nosotros en eso? Pues evidentemente tú percibes que entre los dos hay una familiaridad, que son como hermanos y que se quieren en el fondo aunque se peleen, y eso no ha habido que fingirlo. Se puede fingir, pero en este caso es cierto.

¿Alguna vez ha dado un pregón?

Sí, en mi pueblo, en Cardona, porque me obligaron, porque me negué por muchos años y al final me dijeron "o lo das este año o no te dejamos entrar".

Y después de hacerlo, ¿no se ha quedado con ganas de dar otro?

No, no me gusta dar pregones, me pongo muy nervioso. Yo creo que sólo lo debes darlos en los lugares donde vives, donde haya algo que te toque la patata. Si no hay patata, yo creo que no hay pregón. Eso de "te contratamos en un pueblo que no conoces" y llegas, te enteras de cuatro cosas del pueblo y haces cuatro chistes, no va conmigo.

¿Hubo alguna inspiración especial para Super Galactic?

Para el grupo musical, la inspiración es toda la época. Todos los grupos eran un poco así, muy frívolos, muy naíf, muy despreocupados. En los 90, los artistas eran menos cínicos, ahora todo es muy cínico, todo está muy pensado y muy preproducido. En aquella época, el artista era como era y se expresaba como quería... y a muerte con ello. Y esto lo tiene Super Galactic. Estéticamente, la propuesta, la música... se ha hecho muy como era en la época. Eso lo hemos trabajado mucho.

¿Y alguna inspiración para el personaje?

Yo no me he fijado en nadie en concreto sino en un tipo de persona con la que te encuentras a veces, esa que se ha quedado anclada en un momento de su vida y que ha decidido que ese es su paraíso y que de ahí no le mueve ni Dios. Hay para quien es el momento en el que triunfó y hay para quien es, por ejemplo, la adolescencia, de la cual no quiere salir y quiere estar de fiesta toda la noche.

¿Ha tenido usted esa sensación de quedarse anclado alguna vez?

No. Yo tengo gracias a Dios una gran capacidad de adaptación a los cambios y voy evolucionando. Me gusta estar en el momento en que estoy y no en el que estuve, pero sí me da un poco de miedo que alguna vez me pueda pasar.

¿Alguna vez ha tenido un grupo de música?

Sí. Hacíamos rock progresivo, versiones de Pink Floyd y Alan Parsons. Era una cosa así como muy sesuda.

Jamás ha pensado volver a ello, ¿verdad?

(Risas) No, no, no. Nadie que me viera y que me quiera me diría que vuelva a aquello. Era muy amateur. Era entre amigos, yo era muy jovencito y duró la experiencia un año o dos y ya está.

Su personaje está un poco obsesionado con las redes sociales, ¿cómo es su relación con las redes ahora mismo?

Yo estoy un poquito como todo el mundo que llevamos ya unos años en esto, que hemos pasado del entusiasmo a un cierto desencanto, y al final ya las colocas en su justa medida. Las redes sociales no son ni el pozo negro de odio y ruido que puedas pensar en el momento actual ni son la Arcadia feliz de comunicación, de crecimiento personal y universal que pensamos que eran cuando empezamos en ellas. Yo creo que es una cosa que está a medio camino.

También pienso que las redes sociales no son para gente que tenga muchos followers ni para gente con una cierta fama o reconocimiento. Nosotros somos víctimas de eso, nosotros estamos ahí para ver si nos equivocamos y nos pueden crucificar, o podemos cagarla y que alguien use nuestro tuit como un titular para sus fines, políticos, económicos o lo que sea.

Se le ve un poco negativo al respecto.

Yo creo que estamos llegando a un punto en el que pronto va a llegar otro cambio. No sabemos cuál es aún, como no sabíamos cuál era antes de que surgiera Twitter.

La película se desarrolla en el campo, ¿se ve usted viviendo en un pueblecito o es más de ciudad?

Yo soy de ciudad, la verdad. Yo es que he vivido en el campo 17 años y ya tuve bastante. Viví en mi pueblo casi hasta los 18 y está muy bien pero quería ir a un lugar donde pasaran más cosas.

¿Cómo está afrontando esta nueva etapa televisiva con Buenafuente en Late Motiv?

Yo este año soy un colaborador semanal. Voy una vez a la semana y me ocupo solo de mi sección. Para mí el cambio es ese. Le he pedido a Andreu hacer algo más cualitativo y menos cuantitativo porque llevaba casi copresentando el programa con él durante mucho tiempo. Y no hay que olvidar qué programa es: es el proyecto de Andreu, es su late, ese late es él. Yo necesitaba este año desmaracarme un poquito.

Eso no significa que quiera alejarse de la tele para centrarse más en el cine, ¿no?

No es cuestión de hacer cine o televisión. A mí al final lo que me motiva es hacer cosas que me hagan aprender. ¿Por qué ahora estoy más enfocado en hacer cine que en hacer tele? Porque esto no lo había hecho nunca y ha sido muy enriquecedor aprender a hacer esto. A lo mejor hablas conmigo dentro de cinco años y me he cansado, pero no responde a nada más, no es querer huir. Yo tengo la inmensa suerte de poder hacer muchas cosas diferentes y poder graduar la intensidad en función del momento en el que vivo.

¿Cree que la situación actual de España se ha convertido en un filón para el humor?

Yo creo que la comedia siempre existe y siempre existirá sea cual sea el momento en el que estemos porque el humor es una necesidad, una parte consustancial al ser humano, es una pulsión y hay que satisfacerla. Y no está relacionado con que el momento histórico o social pida más o menos comedia. Yo creo que la comedia es hija del momento en el que está y se ve influenciada por él. A lo mejor es más agria o a lo mejor tiene un punto de desencanto y, en momentos más felices, es una comedia más fantástica y más con los pies elevados y no tocando en el suelo, pero no es mejor momento en la comedia porque las cosas vayan mal.

¿Habrá gobierno en España antes de que se estrene la secuela de El pregón?

(Risas). Hay una cosa que te tengo que decir en serio: a mí me parece una irresponsabilidad que no formen Gobierno y que nos lleven a otras elecciones —si nos llevan, que no es seguro todavía— porque esto es como si a mí mi jefe me da un trabajo y yo no lo hago y le digo "oye, este trabajo es muy difícil, dame otro". Aquí nosotros ya hemos votado y ellos tienen que entenderse. Si no les resulta fácil, es su problema. Me parece una irresponsabilidad decir "no, no, votad otra vez, votad bien, que es que habéis votado muy raro". O sea que se pongan las pilas ya. Nosotros queríamos hacer esta peli y la hemos hecho, ¿no? Pues ellos tienen que formar gobierno. ¡Que lo hagan! (Risas).

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