Justo cuando la Tate Modern acaba de anunciar la mayor exposición en la historia del museo, una antología de David Hockney, con la chocante antelación de un año —se inaugurará en febrero de 2017—, como si se tratara de un acontecimiento de importancia nacional que conviene ir señalando en los calendarios de previsiones, regresa a Londres y casi en silencio Joe Tilson.
Como Hockney, residente en Los Ángeles, Tilson, que tiene 87 años, es un emigrado que prefiere mantenerse lejos de su tierra natal, en su caso, en Italia, pero le han relegado al olvido y, pese a una carrera de casi siete décadas, jamás anunciarán su regreso a las paredes de un museo con una antelación aparatosa. En su día Tilson fue una superestrella del arte inglés mucho más luminosa que el venerado Hockney, pero ahora se cotiza a la décima parte que los excolegas con los que fundó el pop art británico, anterior al estadounidense, al que también ganaba en conciencia crítica
'Existencia simple y rural'
"Fui famoso antes que Hockney y los Beatles, pero mi única pretensión es hacer arte que responda a mis sentimientos y no a etiquetas preestablecidas", dice sin rencor y con exactitud histórica este viejo artista rebelde. A comienzos de los años setenta, cansado del arte como método de especulación monetaria y de la complacencia como umbral crítico, Tilson se largó a Italia. Quería llevar una "existencia simple y rural" y "vivir según los ideales del neoplatonismo", anunció.
En una de sus cíclicas pero cada vez más escasas escapadas artísticas a Londres para mostrar obras nuevas y recolectar algo de dinero para seguir viviendo entre la Toscana y Venecia con su mujer italiana —tienen tres hijos adultos y varios nietos—. La cita es el 2 de marzo en la galería Marlborough, donde expondrá, hasta el 2 de abril, The Stones of Venice (Las piedras de Venecia). El catálogo completo de la muestra ha sido alojado por los organizadores en el servicio de publicaciones en línea issuu.
Pintura, palabras escritas y templos
La colección, que toma el título de la obra de referencia sobre la arquitectura veneciana que publicó, entre 1851 y 1853 en tres volúmenes, el historiador John Ruskin, está formada por óleos que parecen teselas de mosaicos en las que Tilson interconecta la pintura, el lenguaje escrito y los grandes edificios de la ciudad de los canales, en la que tiene un estudio en el sestiere de Dorsoduro.
Las fachadas de templos notables como San Marco, Santa María dei Miracoli y San Sebastiano son un motivo recurrente en las obras, decoradas con elementos y patrones geométricos que también simulan las cenefas y adornos de las superficies alicatadas.
Las losas están pintadas con esmaltes acrílicos, colores vivos y saturados y una intención de esquematizar las formas, hacerlas táctiles y combinarlas con elementos geométricos y patrones que procede directamente del arte pop. Otra idea tomada del movimiento es la presentación de algunas obras en réplicas de sobres postales, una idea que Tilson ya había aplicado en los años sesenta para banalizar las obras de arte y acercarlas a las tarjetas turísticas de uso cotidiano.
Consumado carpintero
Nacido en Londres en 1928, Tilson estudió en el Royal College of Arts y trabaja como artista desde finales de los años cincuenta. Aunque en principio se decantó por un estilo realista bastante convencional, a finales de la década de los años cincuenta empezó a producir relieves de madera —es un consumado carpintero— con los que acercó a la abstracción.
Fue de los primeros en responder a la estética del pop art, creando objetos con apariencia de juguetes infantiles de construcción. Tras representar al Reino Unido en la mítica Bienal de Venecia de 1964, durante los años sesenta exploró el estilo pop y experimentó conmontajes que buscaban el impacto inmediato.
En 1972 comenzó un deliberado retorno a la simpleza y firmó obras esquemáticas influidas por el simbolismo de los cuatro elementos y los ciclos naturales. Luego se acercó al primitivismo, con el empleo tautológico de inscripciones y motivos mitológicos.
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