Frío, carencias, desesperación y miedo a los saqueos en Perú

En medio de las tinieblas y con el temor ante las secuelas naturales y eventuales saqueos, la ciudad peruana de Pisco recibió la primera noche posterior al terremoto que destruyó el setenta por ciento de su infraestructura.

Al aeropuerto militar de esa ciudad continúan arribando de manera ininterrumpida los aviones de la Fuerza Aérea Peruana (FAP) que cumplen con un puente aéreo que llega con ayuda humanitaria y parte hacia Lima con heridos y damnificados por el sismo.

Desde el aeropuerto, la ciudad se ve en tinieblas, con sus habitantes permaneciendo a la intemperie y sólo algún que otro destello de claridad producido por generadores eléctricos.

Muchos de los damnificados han sido trasladados hasta el estadio de la ciudad, mientras que otras personas piden a los visitantes que no se acerquen al centro de la ciudad, ante el temor de que grupos de delincuentes intenten perpetrar robos y saqueos.

Este temor se acrecentó al confirmarse la información de que unos 600 presos, entre los que figuran peligrosos secuestradores, huyeron de la cárcel local luego de que uno de sus muros cayera durante el sismo.

El ministro del Interior de Perú, Luis Alva Castro, señaló, sin embargo, que la mayoría de los fugitivos ya han sido capturados, aunque el temor se mantiene entre los ciudadanos.

Labores de rescate

Los voluntarios y miembros de equipos de rescate muestran, por su parte, buen ánimo para seguir trabajando entre las ruinas para recuperar los cadáveres y eventualmente encontrar a algún sobreviviente.

Las cuadrillas de rescate consideran que entre las ruinas de esa iglesia, que se derrumbó durante el terremoto , todavía debe haber entre 30 y 40 personas atrapadas, aunque se tienen pocas esperanzas de encontrarlas con vida.

Según información de los medios locales, el sismo ha dejado unos 510 muertos , más de 1.500 heridos y 85.000 damnificados.

El Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) informó de que, hasta el momento, se han registrado 16.669 viviendas destruidas en las regiones de Ica, Lima, Junín y Huancavelica.

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