Los problemas del paso del Biutz

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El paso del Biutz se abrió en julio de 2005 porque la frontera no absorbía el enorme volumen de personas con mercancía que circula a lo largo del día entre Ceuta y Marruecos y ahora se ha convertido en la única puerta entre ambos países para los porteadores, lo que genera problemas en múltiples aspectos.

Movidos por la necesidad

El primero de ellos y el que más trasciende es el que afecta a la Seguridad en zona española, encargada a la Policía Nacional, concretamente a equipos de una quincena de agentes de la UIP (Unidad de Intervención Policial), llegados desde Sevilla y que permanecen en el polígono del Tarajal en periodos de alrededor de tres semanas hasta que otro equipo de compañeros les presta el relevo.

"Estamos saturados de trabajo, por este paso transitan miles de personas al día"

"Estamos saturados de trabajo, por este paso transitan miles de personas al día, movidos por la necesidad y que son capaces de arriesgarse a ser aplastados por el resto para obtener un puesto por delante de la multitud", señala uno de los agentes que estos días trabaja en el polígono.

Con estas declaraciones coinciden los propios comerciantes del recinto que valoran el trabajo de los policías y son conscientes de que no existe control alguno sobre la mercancía que transita entre ambos países a través del Biutz.

Sin control

"Es cierto que la mayoría de los porteadores transportan comida, ropa, etcétera, pero todos sabemos que es imposible saber qué llevan exactamente en los paquetes. En más de una ocasión se han descubierto contenidos ilegales, como una moto robada que habían desmontado y se llevaban a Marruecos para venderla", explica el presidente de los comerciantes del polígono del Tarajal, Mohamed Ahmed.

El portavoz de los empresarios se olvida en sus alusiones de otros artículos que también se han detectado en varias ocasiones, como armas e incluso droga.

En este sentido, el secretario general del Sindicato Unificado de la Policía (SUP ), Andrés Carrera, denuncia la ilegalidad del Puente del Biutz y demanda la instauración de una aduana comercial que controle las mercancías que cada día salen de Ceuta con destino Marruecos. "Este paso es ilegal, lo lógico en todos los sentidos es que estos paquetes salgan por la frontera y se controle lo que llevan dentro.

El Biutz se abrió porque el paso fronterizo no estaba adecuado para absorber tanto tráfico de bultos y tampoco se puede poner en marcha una aduana por la negativa del Gobierno marroquí, por lo tanto, los porteadores continuarán transportando lo que quieran, legal o ilegal, porque la función de la policía en el Biutz es mantener el orden público, nada más".

Carrera recuerda además que el SUP ha puesto en manos de su servicio jurídico la posibilidad de denunciar el paso ante el Parlamento Europeo ya que "no es sólo una frontera de España sino que se trata de la frontera sur de Europa", matiza.

Los empresarios del Polígono Industrial del Tarajal han acudido en multitud de ocasiones ante la Delegación del Gobierno de Ceuta para demandar una solución a este paso fronterizo que si al principio parecía la solución a la crisis económica que atravesó dicha zona comercial, ahora se ha convertido en un problema que limita, según aseguran, su actividad debido "a la multitud de porteadores que se acumulan a la puerta de nuestros negocios esperando la entrada al Biutz y que impiden el acceso de los demás clientes a nuestras tiendas", apunta Manolo Galán, comerciante de la zona.

Tras muchas reuniones, el delegado del Gobierno, Jenaro García-Arreciado, prometió hace unos meses como solución abrir un nuevo paso en el polígono, con las mismas características que el actual, es decir, sin control alguno, pero en una zona del recinto que resultara menos molesta para los comerciantes. Estos aceptaron la propuesta como única, sin embargo, no han vuelto a tener noticias de esta promesa que, según García-Arreciado, continúa gestándose en Madrid.

Molestias

Pero el Puente del Biutz continúa provocando quebraderos de cabeza para el Delegado del Gobierno ya que ahora las molestias que provocan los porteadores se han extendido a una barriada cercana, la de Príncipe Felipe. El portavoz de los vecinos, Mohamed Lahasen, denuncia que muchos porteadores llevan meses durmiendo en la barriada y empaquetando las mercancías en sus calles.

"Antes las personas que transportaban mercancías a través del Biutz eran de localidades cercanas a la frontera, sin embargo, ahora comienza a haber porteadores de más al sur lo que les obliga a pasar la noche aquí y para ello utilizan nuestros portales. Cuando vamos a llevar a nuestros niños al colegio lo primero que ven antes de salir de casa es a personas durmiendo en el suelo, entre paquetes y sin higiene alguna, no podemos continuar así, alguien debe ofrecernos una solución", demanda Lahasen.

"Es cierto que la mayoría transporta comida pero todos sabemos que es imposible saber qué llevan exactamente en los paquetes"

Pero hay vecinos que llegan más allá en sus denuncias y aseguran que existen algunos garajes clandestinos a los que van a parar motocicletas y otros vehículos de este tipo, robados en Ceuta y que tras ser desmontados se llevan a Marruecos en algunos de esos grandes paquetes que cargan los porteadores a sus espaldas. La barriada cuenta con patrullas de la Policía Nacional que, según Delegación del Gobierno se encargan de mantener la seguridad, sin embargo, hay personas que duermen al raso o incluso en portales ajenos, actividades ilegales en los mencionados talleres clandestinos y desórdenes públicos.

Ante las últimas denuncias en los medios de comunicación locales, el delegado del Gobierno ha anunciado que la Jefatura Superior de Policía elaborará un informe sobre la situación de Príncipe Felipe para actuar en consecuencia. Sin embargo, los vecinos temen que este compromiso sea como el acordado con los comerciantes del Polígono Industrial del Tarajal respecto a la apertura de un nuevo paso y que meses después sigue sin ejecutarse.

Esto es el Puente del Biutz: una frontera ilegal para unos y causante de problemas que afectan a varios ámbitos, y la única fuente de ingresos para otros que, movidos por la necesidad, ejercen de mulos de carga por cinco míseros euros. Y todo esto ocurre en la frontera sur de Europa, en el siglo XXI, mientras las autoridades locales, nacionales e internacionales, miran hacia otro lado, y sólo se dignan a fijar su vista en este drama cuando los medios de comunicación les sacan los colores, cuando algún colectivo se concentra ante sus sedes institucionales o cuando alguna campaña electoral está a punto de dar su banderazo de salida.

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