Armando del Río: "Nuestras ideas no son liberales y progresistas, si no de sentido común"

  • El actor compagina su papel de Guardia Civil en 'Amar es para siempre' con el de Danny, un perdedor violento con ansias de ser feliz en 'Danny y Roberta'.
  • Armando del Río interpreta este papel con múltiples facetas, reflejo de una sociedad que no cumple sus propias promesas.
Una imagen reciente del actor Armando del Río.
Una imagen reciente del actor Armando del Río.
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Una imagen reciente del actor Armando del Río.

El actor Armando del Río compagina dos papeles crudos, rudos, de los que remueven las conciencias. A su papel de Guardia Civil en Amar es para siempre une el de Danny, un perdedor violento con ansias de ser feliz en la obra de teatro Danny y Roberta (Sala Mirador. Del 12 de febrero al 6 de marzo. (Viernes, sábados y domingos).

¿Cuál es la historia de 'Danny y Roberta'?

Es una historia de dos personajes muy límites, dos perdedores sociales, solitarios. Danny es además muy violento y no sabe relacionarse con la gente. Y en un momento dado se encuentran y se crea una historia de amor en la que ellos sueñan con ser felices como piensan que lo son el resto de personas. Ambos arrastran mucho dolor y muchos traumas y eso les hace entenderse y crear un vínculo.

¿Perdedor es el que no gana o el que tira la toalla?

Es el que no espera ya nada de la vida, el que tiene encima la sombra negra de pensar que nunca va a conseguir lo que quiere. Lo peor que se puede hacer es convencerse a uno mismo de que no puedes conseguir algo.

¿Qué emociones puede buscar un espectador que acude a una función como la suya?

Aquí se juntan muchas cosas, es un texto maravilloso. Los personajes transitan por muchos estados, desde la violencia, la ilusión, la esperanza y hay un punto para la poesía, hay música en directo... los espectadores van a sentir muchas cosas.

¿La violencia es un recurso para desesperados?

Sí, probablemente la violencia física lo sea, es el recurso del pataleo, del desengañado, del que le da igual todo. Hay otras violencias, como la ética y la moral, que la ejercen quienes tienen posibilidades económicas para hacerlo.

Ambos personajes tienen una falta de conexión con la sociedad. ¿Nos falta empatía?

Creo que sí, hay hechos muy claros que lo demuestran, como el de los titiriteros, encerrados cinco días con una ley antiterrorista como si fueran dos asesinos de Al-Qaeda. Se hace esto y mucha gente que no crea ningún tipo de empatía con estas personas.

Y nos dura poco...

Muchas veces tenemos la empatía del minuto del telediario, como con Aylan, o los refugiados que mueren ahogados tratando de escapar de la guerra. Es una empatía que dura un ratito. Supongo que no podríamos vivir con el sufrimiento de saber las cosas tan terribles que ocurren en el mundo y ser conscientes todo el día. A veces tenemos que desconectar con el sufrimiento ajeno.

¿Puede ser porque la sociedad no responde a las promesas que ella misma hace?

No, no responde. De hecho hay una generación entera que está en el paro y a la que se la convenció de eso, de que estudiaran, de que fueran a la Universidad, que se prepararan... es un problema también del sistema educativo, que enseña a repetir como un loro de forma repetitiva y no te enseña a crear, a emprender. La gente espera a que le contraten, pero pocos se ponen a contratar, a innovar, a hacer cosas. También hay un problema de inversión pública y se trata a los autónomos de una forma salvaje.

¿Por qué el mundo de la interpretación tiende a tener unas ideas más progresistas que otros ámbitos?

Porque nuestro trabajo consiste en eso, en entender a los demás, manejar el sufrimiento, meterte en otras cabezas. Y nuestra forma de vivir es no encerrada, sino con la libertad de vivir, disfrutando la vida. Hay gente que vive amargada y quiere que los demás vivan así. Alguien tiene que decir las cosas y al final nosotros trabajamos de cara al público y tenemos más visibilidad y tenemos unas ideas que no son más liberales y progresistas, sino de sentido común. Si nos callamos, ¿qué va a ser de este país?

¿Le afecta al ánimo un papel tan crudo?

Sí, llega a afectar. Quizá en el teatro menos, porque lo circunscribo al ratito que estás sobre el escenario, pero al hacer televisión, que estás durante 4 o 5 meses con la energía de un personaje a diario, a veces sí se te queda ese estado de ánimo.

Hablando de tele, ¿cómo logra compaginar una cosa con la otra?

Pues no lo sé, me han salido hasta heridas en la boca... echándole horas y durmiendo poco, porque además tenemos un bebé de siete meses.

Ambos personajes tienen relaciones difíciles ¿Nos complicamos mucho con el amor?

El amor o es muy fácil o es imposible, al final se acabaría rompiendo. Para convivir con alguien tienes que llevarte bien, ceder una parcela de tu terreno.

Lo que sí aprovecha para ambos personajes es el bigote...

Sí, no me queda más remedio, ni a Danny, que se tiene que quedar con el bigote de Tomás porque aquí manda la tele. De hecho, me he gastado el dinero de la tele en hacer teatro así que a él le toca quedarse con el bigote.

¿Cómo es trabajar todo el día con un retrato de Franco presente, como en la serie?

Pues ya nos hemos acostumbrado... también he rodado con el de Stalin estos días. Estoy bien rodeado (risas).

¿Qué dificultades tiene hacer una serie no contemporánea?

No me supone ningún problema. Los guiones emulan un lenguaje un poco más antiguo y las formas son más formales, más rígidas.

¿En qué hemos cambiado desde entonces?

En muchas cosas. Se ha mejorado en muchos aspectos aunque a veces parezca que no. Lo que pasa es que los pasos son muy paulatinos, muy poco a poco. Ha cambiado más la tecnología que la sociedad.

¿Usa las redes sociales?

Sí, me encanta la inmediatez de la información, el feed back con el público, la parte de la promoción... Cada red social lo usas para cada cosa, Twitter, por ejemplo para informarme rápidamente.

¿Recuerda cuál fue su primera frase como actor?

Recuerdo una que dije en Jamón, jamón, que me la cambiaron en el último minuto y la tuve que repetir unas 30 veces: "En Estados Unidos una marca líder obtuvo un gran nivel de notoriedad comercializando artículos originales al margen de la producción" y esto lo decía mientras me ponía unas braguitas para perros.

¿Cuál ha sido su momento más embarazoso actuando en el teatro?

Pues a mí me pasó que creía que había matado a Juan Diego Botto. Estabamos haciendo 20 años no es nada y en una escena había un pequeño forcejeo y en un momento dado le di con el antebrazo en la nuez y se quedó sin aire y se desmayó en medio de la escena. Se cayó en mis brazos. Bajaron los técnicos... estuvo como 30 segundos o un minuto hasta que le di un golpe en el pecho y reaccionó. Se levantó y siguió como si nada, no se comió ni una frase.

BIO: Aragonés de 46 años a los 18 llegó a Madrid para estudiar interpretación y dirección. Es miembro fundador del grupo Nuevo Repertorio que se encargó de la gestión de la sala Mirador. Ha participado en una veintena de series de televisión, como Bajo Sospecha, Velvet, Gran Reserva, Hospital Central o Compañeros y en películas como Días de lluvia, Valentín, Historias del Kronen o Jamón Jamón. A eso le une una intensa y dilatada carrera teatral, con más de 25 montajes. Su pareja es la actriz Laila Alemany, con la que comparte escenario en Danny y Roberta y con la que tiene un hijo.

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