Unas vacaciones de corazón

Para casi todos nosotros el verano es sinónimo de altas temperaturas, poca lluvia y, por supuesto, vacaciones. Este descanso en el trabajo se asocia casi siempre con una playa, un bonito paisaje en la montaña y mucho tiempo libre.

Pero durante estos meses hay vecinos de nuestra ciudad que cambian la arena de la playa por otros lugares más exóticos, pero a los que no van a descansar precisamente.

Muchos miembros de distintas organizaciones no gubernamentales de nuestra ciudad realizan durante este verano viajes a los lugares donde sus asociaciones tienen proyectos en desarrollo. Estas personas trabajan desde España cooperando en proyectos ubicados en diversos países. Ahora realizan un viaje para implicarse más aun en paliar las desigualdades que existen en nuestro planeta.

Ese es el caso de Enrique González, miembro de CIC-Batá . Esta organización andaluza trabaja tanto dentro como fuera de nuestras fronteras por un mundo en que las desigualdades de tipo educativo-cultural, social, político y económico entre las personas sean cada vez menores.

Enrique lleva tres años dentro de CIC-Batá. Trabaja dentro del departamento de cooperación internacional. Esta área tiene en ejecución dos proyectos, uno en Nicaragua y otro en Mozambique. Enrique se encarga de coordinar la actividad de la organización en España con estos proyectos. Es el nexo de unión. Ahora se macha a Mozambique a seguir más de cerca el proyecto que tienen allí. Se trata de una colaboración con otras organizaciones en materia de agricultura. “Lo que hacemos es ayudar a los campesinos de la zona en la que trabajamos. Darles una base para que ellos puedan desarrollar sus cosechas” explica Enrique.

Este va a ser su “primer viaje de lo que espero sean muchos. Al principio te sientes un poco inseguro cuando decides irte a un sitio como Mozambique, tan diferente a nuestro país. Es normal estar un poco asustado. Pero la ilusión que tengo por este viaje crece día a día y hace de contrapeso de los sentimientos de inseguridad”.

Cuando a Enrique se le pregunta por qué ha decidido hacer este viaje, cuáles son los motivos que le llevan a hacerlo no tarda en responder: “Pienso que la parte de la cooperación que hago aquí es necesaria, pero no es la parte bonita. Por lo que yo empecé en esto es por la gente que está allí, en su país, ya sea Mozambique u otro lugar”.

Un caso muy parecido al de Enrique es el de Eva Ramírez. Esta joven también va realizar su primer viaje como cooperante, aunque en su caso a Bolivia. Tras cuatro años colaborando con la Asociación Andaluza por la Solidaridad y la Paz (ASPA) se ha decidido a pasar agosto ayudando a sus compañeros de organización destinados allí. ASPA desarrolla varios proyectos en otros tantos países, como El Salvador, Nicaragua o Palestina. El proyecto en el que trabaja Eva en Bolivia está centrado alrededor del río Tapacarí en la región de Cochabamba. Hasta ahora ella explicaba en España lo que allí pasaba, pero cree “necesario que nuestros informantes conozcan de primera mano como es la situación en Bolivia”.

El proyecto en el que Eva participa esta centrado en el entorno del río y las comunidades que allí viven. “Les hemos ayudado a canalizar el río, que se desbordaba con las crecidas y arrasaba todo. También tres puentes que lo cruzan”. Sin embargo ASPA no es la que impone sus proyectos. Trabajan en consenso con los indígenas. Según explica Eva “nosotros hacemos proposiciones como mucho, pero ellos son los que eligen. Ellos mismos se organizan y nosotros proporcionamos los medios. Y por supuesto también trabajamos a su lado”.

El principal motivo que mueve a Eva a participar en cooperación es su ideología, piensa que es necesario; y porque espera que ayudando ahora “haya un día en el que no sean necesarias este tipo de ayudas, pues todos podremos vivir dignamente”.

La tercera de las protagonistas nos aporta un punto de vista un poco diferente que el de estos casos anteriores. Se llama Araceli Caballero (aunque prefiere que la llamen Chely) y acaba de volver de Marruecos, donde trabaja con la asociación Mujeres en Zona de Conflicto.

MZC tiene varios proyectos repartidos por Marruecos, ya sean en Tánger, Assilah o Tetuán; y por Palestina. En el que ahora está trabajando Chely está en la provincia de Chaouen. El proyecto en sí se centra en el fortalecimiento de la sociedad civil a través de dos programas: IMR y RED. El primero se encarga de la integración de la mujer rural en el tejido social; mientras que el segundo es un proyecto de apoyo técnico y capacitación de los ciudadanos. Con IMR proponen a las mujeres asociarse para tener más peso social. “Se las anima a acudir a las reuniones para que conozcan la realidad que les rodea y sean conscientes de que pueden luchar por cambiar ciertas cosas” explica Chely. También se pretende reducir el analfabetismo femenino.

El programa RED, por su parte, se centra más en la población general de la provincia.

Dicho programa tiene un equipo de formadores encargados de sensibilizar a la población en temas como el absentismo escolar o la situación de la mujer.

No era el primer viaje de Chely como cooperante, aunque si con MZC y también era su primera vez en Marruecos. Para ella “ha sido una experiencia maravillosa, llena de momentos fantásticos”. Si tiene que elegir “seguramente me quede con una citación en la que estábamos una mujer marroquí y yo en uno de los centros. Ella intentaba explicarme un tablón que estaba escrito en jarabe pero por palabras era imposible que no entendiésemos. Al final lo conseguimos, entre señas y miradas y para mí fue algo muy bonito”. También reconoce que hay veces que las cosas no son tan bonitas, pues la mujer allí no goza de la misma posición que el hombre y “muchos de estos no aceptan que una mujer como yo lleve las cosas a mi manera y tenga tantas responsabilidades fuera de mi hogar”.

Los tres coinciden en señalar que la gente a la que van a ayudar no necesitan simple caridad. “Lo que no necesitan es un kilo de comida para hoy si la semana que viene van a estar muriendose de hambre. Nosotros vamos a ayudar para que en un futuro ellos sean capaces de producir lo que necesitan e incluso, por que no, poder comerciar con ello” expone Enrique.

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