Niños que juegan a ahorcarse, que esconden la cabeza debajo del pupitre durante las clases, que se tapan la cara con una bufanda… Isabel Galán, una profesora granadina de secundaria, lleva diez años fotografiando a sus alumnos para demostrar que «el sistema no funciona».

«Hay adolescentes que no tienen ningún problema físico, simplemente se aburren en las clases y no aprenden nada», asegura Galán. Para estos jóvenes no hay programas de ayuda específicos. «Existen los refuerzos de matemáticas o lengua, pero no los aprovechan porque no les interesa».

Isabel ha visto cómo muchos de esos adolescentes «se pierden y al final salen del instituto casi sin saber leer».

Esta profesora ha ideado un programa especial para los jóvenes que, sin ser conflictivos, no hacen nada. Una especie de clase taller, donde los menores aprenden matemáticas mientras cuelgan un cuadro, miden el patio del colegio o recortan una revista.

El plan piloto ha funcionado este año en un centro de Dúrcal y ahora Galán pretende que se extienda a otros institutos. «Este curso hemos visto cómo niños que se pasaban las horas en el pasillo mirando a la pared estaban locos por que les mandásemos arreglar una persiana y de camino tomaban medidas y hacían sumas, restas, multiplicaciones», explica la profesora. De este modo hasta los 16 años hacen algo útil.