Iggy Pop vuelve loco al FIB

  • El FIB Heineken más ecléctico arrancó ayer: del punk rock de Iggy & The Stooges al country rural de Bright Eyes.
  • La iguana de Detroit protagonizó el momento más loco al subir a más de un centenar de personas al escenario.
  • Los Planetas más flamencos cumplen en su habitual paso por el FIB.
El cantante Iggy Pop, durante su actuación esta noche en el FIB.
El cantante Iggy Pop, durante su actuación esta noche en el FIB.
EFE/Domenech Castelló
El cantante Iggy Pop, durante su actuación esta noche en el FIB.

En un bar de gasolinera a las afueras de Benicàssim un rubio y colorado inglés le da vueltas a un muestrario de CD's. Parece hipnotizado ante las portadas de Rocío Jurado, Camela, Víctor Manuel o Manolo Escobar. Se encoge de hombros: "Qué raros estos españoles", parece decir. Este inglés, vestido con bermuda, camiseta de los Arctic Monkeys y una voluminosa corbata, es en Benicàssim la persona más normal del mundo. Es decir: ayer arrancó el FIB.

Explotó el festival, lo que se venía anticipando desde el lunes con la presencia de miles de "fibers" -como se conoce popularmente al espectador del evento- en la ciudad. Primeras impresiones a pie de calle: "Where is the spanish people?". Los guiris, en su mayoría ingleses, han tomado el festival. ¿Ya son más? Probablemente. La revista New Musical Express, los vuelos de bajo coste y el programa vacacional

playa+festival han vuelto a conseguirlo. El FIB -ay, aquel FIB nuestro-, ya no lo es más. Somos europeos.

Capital mundial del pop

Benicàssim se volvió a convertir ayer, y ya van trece veces consecutivas, en la capital mundial del pop. 40.000 personas -perdón, "fibers"- y cuatro días de conciertos -más de cien- por delante. Ayer, jueves, frente al escenario principal, el "verde", todavía había claros. Hoy no cabrá ni un alfiler.

El recinto del festival, más grande este año y de nuevo lleno hasta la bandera, es algo así como un parque de atracciones, solo que en lugar de montañas rusas, hay conciertos. Algunos de ellos, capaces de provocar más emociones que el "Dragon Khan" de PortAventura.

Cien personas sobre el escenario... con Iggy

Si no, reconstruyan en su mente esta imagen: Iggy Pop interpretando "No Fun" junto a un centenar de aficionados sobre el escenario. ¿Un centenar? Sí, sí, han oído bien, un centenar. Como suele ser habitual, la iguana animó a los espectadores a encaramarse a las tablas. En un primer momento, los miembros de seguridad contuvieron a unos pocos a empujones. Pero la avalancha, capitaneada por tres decenas de ingleses ebrios de emoción -y de cerveza, sobra decir-, fue imparable.

"¡Somos los fucking Stooges y estamos muy fucking contentos de estar aquí en España!", con este español tan particular se presentó Mr. Pop en el Escenario Verde. Fue el suyo un concierto recio, pero previsible. Pese a celebrar la publicación de su nuevo disco con los Stooges, The Weirdness, 34 años después del incendiario Raw Power, se vio al Iggy Pop de siempre. Nada nuevo bajo el sol.

A pecho descubierto, todo carne, músculo y hueso, su cuerpo parece una foto satélite de la cordillera pirenaica. No hay un solo centímetro sin una rugosidad o una erupción. Cierto es que a su edad presenta un estado físico envidiable, pero no se trata de entrar en el Libro Guinness por la planta atlética en la edad de la jubilación, sino por la capacidad para emocionar con un concierto.

Y eso, a día de hoy, Iggy, como los Rolling, no lo consigue. Se ha convertido en un imitador de sí mismo, muy bueno, pero imitador. Pieza de museo musical que en Benicàssim necesitó repetir su éxito "I Wanna Be Your Dog" para agasajar al respetable.

De la urbe a la granja

Bright Eyes es el nombre bajo el que se esconde el norteamericano Conor Oberst. Número uno en ventas en su país, en España sus canciones solo circulan por los circuitos alternativos. Su debut en Benicàssim confirmó el eclecticismo de la jornada de ayer. Country con sustancia cantautoril, aderezado con sección de cuerdas, vientos e incluso dos baterías.

Iggy Pop nos llevó a los barrios bajos de Detroit, Bright Eyes a una granja de Omaha. Tuvo momentos bellísimos -especialmente la excepcional "Four Winds"-, pero también aburrió. Por momentos, se puso demasiado sesudo para una medianoche en Benicàssim.

Los Planetas, cal y arena

Para finalizar el baile de estilos, Los Planetas enarbolaron su rock de junturas flamencas y de buenas a primeras soltaron la mitad de su último disco, "La leyenda del espacio". Su directo es tan inestable como la vida sentimental de la Obregón. Ahora se oye la voz, ahora no se oye; ahora muerde la distorsión, ahora se queda fofa.

El que no falla es el batería Eric Jiménez, ese Mike Tyson de las baquetas que aplica la misma intensidad en una baldada que en un rock a toda tralla. Concluyeron su habitual cita en Benicàssim con una ristra de éxitos que, eso sí, muchos artistas pagarían por tener en su repertorio. "Un buen día", "Santos que yo te pinte", "De viaje" y compañía. Las de siempre, vamos.

Momentos curiosos

La jornada inaugural, el denominado Fibstart, tuvo sus momentos curiosos. Un festival tan moderno lo abrió el DJ Aldo Linares con un tema, atención, de 1954. Sonaban Bill Haley & The Comets y su inconfundible "Rock Around The Clock". A continuación se subió al escenario el madrileño Jonston, que con sus letras ingeniosas y sus exquisitas melodías engatusó a las cerca de 3.000 personas que siguieron su concierto. Algún que otro inglés terminó bailando y, sí, cantando, no se sabe el qué, pero cantaban. Como nuestro "spanglish", pero a la inversa.

Hoy, más: las actuaciones más esperadas, las de Wilco, Devo, Rufus Wainwright y Anthony & The Johnsons.

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