Un estudio liderado por la UVA sitúa el Achelense, periodo clave en la evolución humana, en 1,7 millones de años

El trabajo paleantropológico ha sido publicado en la revista científica 'Scientific Reports', perteneciente al grupo 'Nature'
Fernando Díaz (centro) junto a José Ramón López (izda) y Policarpo Sánchez.
Fernando Díaz (centro) junto a José Ramón López (izda) y Policarpo Sánchez.
EUROPA PRESS
Fernando Díaz (centro) junto a José Ramón López (izda) y Policarpo Sánchez.

Un estudio internacional liderado por el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Valladolid (UVA), en el que han participado investigadores de España, Reino Unido, Tanzania y Estados Unidos, data el origen del Achelense, periodo clave en la evolución humana, en 1,7 millones de años de antigüedad, gracias a la labor desarrollada desde 2006 en el mítico yacimiento situado en la Garganta de Olduvai, en Tanzania.

El referido trabajo, que ha sido publicado en la revista científica 'Scientific Reports', perteneciente al grupo 'Nature', es de una enorme trascendencia ya que, como así ha explicado el líder del equipo, Fernando Diez Martín, profesor titular de Prehistoria de la UVA, permite datar "directa y localmente" en 1,7 millones de años la antigüedad del complejo Achelense, algo que otros yacimientos como Kokiselei, en Kenia, y Konso, en Etiopía, ya habían establecido pero de forma "discutida", ya que lo había hecho con carácter regional.

"En Olduvai hemos tenido la suerte de contar con sedimentos encapsulados entre dos tobas volcánicas, mientras que en los otros yacimientos se han tenido que utilizar estudios de carácter regional, algo más imprecisos, al carecer de estos sedimentos", ha advertido Diez Martín, quien ha calificado de "excepcional" el enclave de Olduvai no sólo por la posibilidad de datar el Achelense de forma rigurosa sino por su riqueza arqueológica en sí, al contar con seis niveles distintos en los que se han hallado restos líticos y faunísticos.

De hecho, Olduvai se ha convertido en el primer yacimiento africano en el que aparecen asociadas industria lítica, compuesta por un millar de piezas, la mayoría lascas y bifaces, y restos de herbívoros (bóvidos y équidos), estos últimos con signos que denotan haber sido objeto de técnicas de carnicería, lo que denota la funcionalidad de las primeras herramientas Achelenses y pone de manifiesto la aparición de un comportamiento complejo—implica mayor previsión y planificación—por parte de los humanos arcaicos.

Pero además, el equipo científico dirigido por investigadores de la UVA y que ha centrado su labor en el último decenio en el yacimiento FLK West, dentro del complejo arqueológico de la Garganta de Olduvai, no sólo ha hallado herramientas líticas someramente elaboradas y llamadas LCT (iguales o mayores de 10 centímetros) y hachas de mano de excelente factura y propias de un primer Achelense, sino incluso un bifaz de grandes dimensiones, una "piezas excepcional" que constituye una "gran sorpresa" y que no concuerda con un enclave de tanta antigüedad.

Un teléfono móvil en un yacimiento alto medieval

Si el resto de lascas y bifaces están realizadas en cuarcita, el bifaz es de basalto, triplica el tamaño de las anteriores, está perfectamente configurado, es simétrico y ha sido bien elaborado técnicamente, destaca Policarpo Sáncez, otro de los componentes del equipo.

"Es como si en un yacimiento Alto Medieval descubriéramos un teléfono móvil de tercera o cuarta generación", ha ejemplificado Diez Martín, quien, en declaraciones recogidas por Europa Press, ha explicado que su equipo investiga la pieza para descubrir si era utilizada para fabricar otras herramientas o bien con fines de carnicería o incluso con una finalidad simbólica.

El equipo autor del estudio ha llevado a cabo un análisis tecnológico detallado de 2.120 piezas y ha comprobado la utilización de algunas de estas herramientas en el procesamiento y consumo de la fauna conservada en el yacimiento, probablemente por parte de un temprano 'Homo erectus'.

Un momento de cambio ecológico

Por otro lado, el estudio destaca la coincidencia en el tiempo de cambios ambientales y de la aparición del Achelense, lo que sugiere que el clima podría haber impulsado esta innovación tecnológica y su impacto en este periodo tan relevante de la evolución humana.

Diez Martín explica que el origen del Achelense se vincula con el momento de la aparición del 'Homo erectus', un nuevo humano cuyas características morfológicas, cognitivas y de comportamiento suponen un paso importante en la evolución de nuestra especie.

Tradicionalmente, apunta, "los cambios climáticos suelen coincidir con momentos relevantes en el proceso evolutivo. En este caso, este paso en la evolución se asocia también a ciertos cambios ambientales en el continente africano, un periodo con tendencia a la aridez y a la apertura del paisaje, un cambio ecológico".

El trabajo ha sido presentado hoy en la Universidad de Valladolid en un acto que ha contacto igualmente con la asistencia de José Ramón López, vicerrector de Investigación, y de Germán Delibes Castro, catedrático de Prehistoria y antiguo profesor de los dos miembros del equipo cuyo descubrimiento, en palabras de éste, "va a dar la vuelta al mundo porque es de primerísima línea y sitúa a esta institución académica en la excelencia con mayúsculas".

En la investigación han participado, además del Departamento de Prehistoria, Arqueología, Antropología Social y Ciencias y Técnicas Historiográficas de la UVA, los departamentos de Geodinámicas y Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares, NERC Argon Isotope de Reino Unido, el Instituto de Evolución de África (IDEA) de Madrid, la Unidad de Arqueología de la Universidad de Dar es Salaam de Tanzania, el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) de Burgos y la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro (EE.UU).

El equipo internacional 'The Olduvai Paleoanthropological ande Paleoecological Project (TOPPP) trabaja ininterrumpidamente en la Garganta de Olduvai desde 2006 y en el yacimiento FLK West desde 2012, cuando, tras su descubrimiento, realizó una primera prospección y sondeo arqueológico. Desde entonces ha excavado en este sitio todos los veranos, incluyendo una última campaña en los pasados meses de junio, julio y agosto.

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