Copenhague, felicidad bajo cero

La capital danesa se vuelve una ciudad de cuento en invierno.
La capital danesa se vuelve una ciudad de cuento en invierno.
COPENHAGEN MEDIA CENTER/ Morten Jerichau
La capital danesa se vuelve una ciudad de cuento en invierno.

"No hace tanto frío, vas mal abrigado". Repiten los daneses como una suerte de mantra vikingo. Salir a la calle forrados de lana (por dentro) y Gore-Tex (por fuera) es la filosofía de los 5,6 millones de personas que habitan Dinamarca, considerados los ciudadanos más "felices del mundo", según el World Happiness Report 2013.

A orillas del Mar Báltico emerge este país de largos inviernos cuya capital, Copenhague (CPH), pasa varios meses bajo un bucólico manto de nieve que convierte sus rincones en la página de un cuento, aunque hace indispensable abrigarse a conciencia.

København –su nombre en danés– no se para ante el frío. Sus habitantes son expertos en sacarle partido a las mágicas escenas invernales, por ejemplo, patinando. Hasta el 3 de enero, en los jardines de Frederiksberg, la entrada es gratuita a la pista de hielo Frederiksberg Runddel donde grandes y pequeños entran en calor. El alquiler de patines cuesta 50 coronas danesas (DKK 50), unos 6 euros. Dinamarca forma parte de la UE, pero no de la zona euro (1 euro = 7,5 coronas) y habrá que echar cuentas para evitar sorpresas en una de las capitales más caras de Europa.

Tal vez interese al visitante valiente que cada vez es más común en Copenhague el baño helado de Nochevieja, cuando decenas se congregan en el barrio portuario de Islands Brygge para sumergirse en las gélidas aguas.

Sus coquetos canales –inspirados en los de Ámsterdam– son uno de los grandes atractivos de la ciudad, que también puede ser descubierta desde el agua en barco (la mejor manera de admirar la Ópera, uno de los teatros más modernos del mundo).

Nyhavn, construido en el siglo XVII, es el canal más famoso de la capital, convertido hoy en una zona de ocio llena de restaurantes y bares de colores, frente a una hilera de antiguos barcos-museo atracados en el agua. Se llega a él después de atravesar la céntrica plaza de Kongens Nytorv, la más grande de la ciudad, donde se levantan históricos edificios como el Teatro Real.

Los majestuosos palacios daneses, liderados por Amalienborgresidencia de la familia real en Copenhague–, también merecen una visita adornados por la nieve. Precisamente cerca de allí vigila el puerto siempre serena, La Sirenita, símbolo de la ciudad y del país. La bella escultura, realizada por Edvard Eriksen, cumplió 100 años en 2013. Su cuerpo de bronce y granito está inspirado en el personaje del cuento del mítico escritor danés Hans Christian Andersen y es el monumento más fotografiado de la capital.

Pero no todo es intemperie. Caminando por las arterias de Copenhague, como Strøget –una calle peatonal de más de un kilómetro, la más larga de Europa–, es habitual encontrar bares donde los daneses disfrutan con orgullo de su cerveza –Tuborg y Calsberg son las preferidas– o íntimos locales donde se refugian en una taza de café, té o un vaso de gløg, un ponche de vino caliente con especias.

Como buenos escandinavos, presumen de sus dulces, galletas y repostería en general, donde la canela y la mantequilla son protagonistas. Y si bien es cierto que en el pasado nadie viajaría para disfrutar de la gastronomía nórdica, esto ha cambiado con la apertura en la ciudad del Noma, elegido varios años mejor restaurante del mundo.

El Manifiesto de la Nueva Cocina Nórdica defiende la innovación culinaria comprometida con los productos locales y orgánicos. (Pruebe el gravad laks: salmón rosado curado en salazón marinado en eneldo y servido con una salsa dulce de mostaza). Esta visión ecológica del día a día es una de las cualidades que mejor caracterizan a los escandinavos del sur, que han logrado convertir su capital en ciudad verde.

Más bicis que habitantes

Urbe plana donde las haya, Copenhague exhibe una estructura de casi 400 kilómetros de un amplio carril-bici que sus habitantes no dejan de usar ni en plena ventisca.

El 50% de los residentes en la ciudad se mueven sobre dos ruedas y el número de bicicletas supera ya al de habitantes. En parte, porque el 75% del precio de un coche en el país nórdico son impuestos, y en parte gracias a un enconado y largoplacista esfuerzo de las autoridades –ideologías aparte–, que buscan convertir a CPH en la primera capital mundial con emisiones neutras de CO2 en 2025.

Otro distintivo de la ciudad escandinava es su arquitectura, a la altura de las grandes capitales mundiales gracias a una combinación de talento local y el deseo por hacer que los edificios sean a la par sostenibles, prácticos y estéticos. En 2008, la revista de diseño británica Monocle la nombró la ciudad mejor diseñada del mundo.

Finalmente, es parada imprescindible la Ciudad Libre de Christiania, un barrio parcialmente autogobernado creado en 1971, al calor del movimiento hippie. Nació en un área militar abandonada en el barrio de Christianshavn. Entonces se reclamó la zona como una ciudad libre de impuestos y administrada por sus propias leyes. Poco a poco, nuevos colonos llegaron a esta zona alternativa y el experimento social de unos pocos librepensadores se convirtió en una característica permanente en ella. A día de hoy, todavía se autoproclama independiente del Estado danés y de la propia Unión Europea.

No te puedes perder...

  • Alquilar una bici para recorrer la ciudad es una experiencia obligada, aún con frío.
  • La Rundetårn es una torre del siglo XVII, ubicada en el centro, desde donde podrás contemplar la ciudad y sus tejados blancos.
  • Pasea por la playa en Amager, al sur de la ciudad, desde donde se puede ver la costa sur de Suecia y los molinos de viento en mitad del mar.
  • Para en alguna pastalería y prueba los dulces a base de mantequilla, canela y chocolate.
  • La comida popular que más les gusta a los daneses es su bocadillo Smørrebrød, dos rebanadas de pan de centeno que podrás comer con cualquier cosa (pero que siempre debe llevar mantequilla). El pølse, es la streetfood danesa por excelencia: un perrito caliente con cebolla frita y pepinillo.
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