Hasta allí se desplazaron helicópteros, aviones y remolcadores. El más rápido en llegar fue el remolcador Luz de Mar, que se aprestó a ayudar a los nerviosos navegantes.
Cuando se iba a comenzar el trasvase, una ola muy fuerte golpeó el costado del cayuco, lanzando al mar a todos sus ocupantes. Las embarcaciones de ayuda lanzaron aros y todo tipo de elementos de rescate y consiguieron salvar a 48. A la llamada de auxilio acudieron siete buques mercantes y un portaaviones francés, si bien hasta el momento no se han hallado más supervivientes. Los rescatados, todos en buen estado, fueron trasladados por la tarde al puerto tinerfeño de Los Cristianos. Por la noche, empezaron a ser rescatados los primeros cadáveres.
Cada vez más peligro
Segura, que tuvo palabras duras para los traficantes de personas, afirmó que los cayucos salen cada vez desde más al sur de África para evitar la vigilancia, lo que multiplica el riesgo. En lo que va de año se han rescatado los cuerpos de 16 inmigrantes (frente a 5.533 llegados a las islas), más que en todo el año pasado, según dijo a 20 minutos Austin Taylor, coordinador de Cruz Roja en Canarias. Esta organización estimó entre 3.000 y 4.000 el número de desaparecidos en 2006, cifra que el comisario Franco Frattini rebajó a 3.000 para toda la UE.
En Baleares, la Policía detuvo ayer a una decena de argelinos llegados en patera, y en Almería a otros ocho argelinos que iban a la deriva.
Rachid vive en un barco abandonado
Rachid es uno de los 8 menores marroquíes que tienen por casa el ballenero abandonado Globe, en Ceuta, a la espera de cruzar a la Península. La Policía hizo un registro y se llevó 30 kg de explosivo para evitar que comerciaran con él. Pero ellos se quedaron sin que nadie dijera nada. «Estamos bien aquí», dice Rachid, «comemos, dormimos, nos buscamos la vida...», informa Carmen Echarri.
Sin apenas margen de maniobra
En la zona del naufragio, a 98 millas de la costa sur de Tenerife –unos 157 kilómetros-, la temperatura del agua ronda los 20 grados. En estas circunstancias, una persona normal podría aguantar antes de sufrir hipotermia unas 24 horas, según explicó ayer a 20minutos.es el doctor y catedrático en Educación en Salud Jesús Sánchez Martos. Dado que podrían llevar varios días sin comer, la bajada del nivel de azúcar en sangre provocaría fatiga muscular y calambres al caer al agua, según afirmó el doctor.
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