El comisario Arias Cañete, sobre la cumbre del cambio climático: "No tenemos tiempo que perder"

  • El comisario de Acción por el Clima es el portavoz de la UE en la cumbre de París: "Sin un sistema sólido que nos permita hacer un seguimiento para evaluar nuestro progreso, el acuerdo no será creíble".
  • "Las sanciones no siempre funcionan y pueden inhibir la participación de países".
  • "El consenso científico es amplio y claro: el calentamiento global existe".
  • La cumbre del clima de París, de la A a la Z | A dos grados del desastre.
El comisario europeo de Acción Climática y Energía, Miguel Arias Cañete
El comisario europeo de Acción Climática y Energía, Miguel Arias Cañete
Olivier Hoslet / EFE
El comisario europeo de Acción Climática y Energía, Miguel Arias Cañete

España acude a la cumbre de París dentro de la delegación de la Unión Europea, que está encabezada por el comisario de Acción por el Clima y Energía, el español Miguel Arias Cañete.

¿Cree usted que habrá acuerdo satisfactorio en la cumbre de París?

En las últimas semanas, hemos observado avances muy positivos. Ya son 183 países los que han presentado sus compromisos nacionales de mitigación, esto es, de reducción de emisiones, que además representan el 96% de las emisiones globales. Si lo comparamos con la segunda fase de Kioto, en el que solo 38 países que representaban en torno al 12% de las emisiones globales se comprometieron a reducir emisiones, el avance es sustancial y el compromiso político al más alto nivel indudable. Aun así, todavía quedan muchos detalles por limar del texto del acuerdo y hace falta que los compromisos nacionales puestos encima de la mesa se materialicen en forma de acuerdo internacional. Las negociaciones durante la cumbre van a ser determinantes y estamos trabajando con nuestros socios para asegurarnos de que el acuerdo sea lo más ambicioso posible.

Como Comisario europeo del Clima, ¿cuál es el acuerdo óptimo que debe alcanzarse en París?

Para la UE, el acuerdo de París debe incluir tres elementos clave: Primero, un objetivo a largo plazo que dé una visión común sobre el destino de nuestro viaje. Este es un reto para todo el siglo XXI, para las generaciones presentes y futuras, y requerirá un esfuerzo prolongado en el tiempo. Por este motivo el objetivo a largo plazo es fundamental. Segundo, un mecanismo para evaluar el progreso realizado cada cinco años, que nos permita ver si vamos por buen camino o si debemos aumentar los esfuerzos colectivos en el futuro. Tercero, debe incluir reglas de transparencia y de rendición de cuentas claras. Sin un sistema sólido que nos permita hacer un seguimiento para evaluar nuestro progreso, el acuerdo no será creíble.

¿Cuál es el papel y cómo será la voz de la UE? ¿Tienen líneas rojas?

Europa lleva muchos años liderando la lucha contra el cambio climático. Por ponerle un ejemplo, tenemos la legislación más desarrollada del mundo en materia de cambio climático. Esta legislación europea nos ha permitido ya reducir emisiones de gases de efecto invernadero en un 23% respecto a los niveles de 1990. Las empresas de las Unión Europea son líderes mundiales en tecnologías de eficiencia energética y en renovables, lo que en la práctica significa energía limpia y menos emisiones. En gran parte este liderazgo se ha producido por la legislación que hemos puesto en marcha. Pero además, la Unión Europea ha liderado los esfuerzos de financiación para apoyar a países en desarrollo en la lucha contra el cambio climático. Nuestra financiación en este ámbito se incrementó hasta los 14.500 millones de euros en 2014, y se incrementará aún más en los próximos años. Somos los primeros donantes del mundo en materia de cambio climático. En definitiva, hemos sido capaces de desarrollar un liderazgo global positivo, que nos ha permitido llegar a París con voz creíble y como ejemplo a seguir. Fuimos la primera economía desarrollada en presentar nuestra estrategia de mitigación, que además es la más ambiciosa de todas. Nuestro objetivo es reducir nuestras emisiones en un 40% en 2030 respecto a los niveles de 1990. Además, llegamos a París con una línea roja clara: que el acuerdo sirva para limitar el calentamiento global en 2 grados centígrados a final de siglo.

Los compromisos país a país no parecen ser suficientes para el reto al que se aspira, en cuanto a lograr dicha temperatura. ¿Hay forma de presionar más?

El acuerdo de París es solamente el principio. Sabemos que suma de todos los esfuerzos de mitigación presentados hasta la fecha, esos 183 de los que le hablaba al principio, nos situará en torno a una limitación de las temperaturas medias globales de 3°C a finales de siglo. No estamos aún en los 2 grados que queremos, pero tenemos el objetivo al alcance de la mano. Por ello, queremos que París sea un acuerdo dinámico que revise al alza los compromisos adquiridos cada cinco años. El acuerdo debe permitirnos evaluar el progreso realizado, ayudarnos a corregir el rumbo si nos hemos desviado, y permitirnos identificar nuevos objetivos para avanzar en la transición hacia economías sostenibles y bajas en carbono. Pero además, tenemos que entender que cuanto mayor sea nuestro nivel de ambición, mayores serán las oportunidades, también para promover un desarrollo económico más sostenible en todo el mundo.

¿Será suficiente firmar el límite de los 2 grados sin vincular sanciones a los incumplimientos?

El Protocolo de Kioto es el claro ejemplo de que las sanciones no siempre funcionan, y de que pueden inhibir la participación de muchos países. Actualmente, sólo 38 países, cuyas emisiones rondan el 12% de las emisiones globales, han adoptado medidas para reducir sus emisiones en el marco del Segundo período del Protocolo de Kioto. Para que las negociaciones de París sean exitosas, tenemos que incentivar la participación de todos las partes, permitiendo que sean los países quienes decidan cómo, cuándo y en qué medida pueden contribuir al esfuerzo global contra el calentamiento global. Este enfoque está resultando sumamente exitoso hasta el momento. Sin embargo, somos conscientes de que necesitaremos ir más allá de los actuales planes nacionales para alcanzar el objetivo de los 2 grados.

La polémica rodeó su elección a cuenta de unas acciones en petróleo. ¿Ha cambiado su forma de pensar sobre el cambio climático? ¿Se ha convencido de que éste tiene causa humana y representa una urgencia?

No se puede ser el máximo negociador de la UE en materia de cambio climático y no estar convencido de que éste es uno de los mayores desafíos al que nos enfrentamos en la actualidad a nivel global. El consenso científico es amplio y claro al respecto: el calentamiento global existe, el ser humano tiene un papel fundamental en él, y es el único que puede remediarlo. Por ello, desde que estoy en el cargo, hace poco más de un año, me he reunido con las autoridades de más de 50 países para convencer a nuestros socios de la urgencia y la necesidad de alcanzar un acuerdo robusto, ambicioso y vinculante para luchar contra el cambio climático. La UE no está sola en este proyecto, y estoy convencido de que esto se reflejará en el acuerdo de París.

¿Puede decirle al ciudadano de a pie europeo cómo le afecta el cambio climático y cómo debe contribuir al reto de combatirlo?

El cambio climático ya está afectando la vida diaria de muchas personas en el mundo. En España, por ejemplo, los agricultores conocen de primera mano los efectos que el cambio climático está produciendo en su día a día y como afecta a su actividad el hecho de que las sequías sean más duras o las lluvias más intensas. Es posible que para el ciudadano de a pie el calentamiento global no sea todavía aparente, pero está afectando ya a nuestros ecosistemas de manera dramática y los fenómenos meteorológicos adversos se están acentuando en muchas partes del mundo. Si no lo remediamos, las temperaturas medias podrían aumentar entre 3,8 y 4,7 grados centígrados, lo que representaría una seria amenaza para los países y regiones del mundo más expuestas a, por ejemplo, desertificación, ciclones, inundaciones o incendios. Además, el calentamiento global producirá serias disrupciones en nuestro sistema productivo y en la economía, con consecuencias impredecibles. Cuanto más tiempo dejemos pasar sin concienciarnos de ello y sin actuar, más difícil será hacerle frente. Afortunadamente, reducir las emisiones está al alcance de todos y cada uno de nosotros. A nivel individual, podemos mejorar el aislamiento del hogar, usar energías eficientes o renovables, usar el transporte público o la bicicleta para ir al trabajo, o elegir vehículos menos contaminantes, como los eléctricos o híbridos.  Incluso cambiando las bombillas de nuestras casas a LED podemos ser parte de este cambio que necesitamos.

¿Puede enviar un mensaje a las grandes corporaciones... mire Volkswagen y el escándalo de las emisiones?

Las leyes en Europa, como en cualquier país, están hechas para ser cumplidas. Todas las compañías europeas están obligadas a respetar la legislación vigente. En este caso concreto, la Comisión Europea está investigando el caso. Ya hemos pedido información a los Estados miembros, que son quienes deben garantizar que se cumple la normativa europea en lo que a los controles técnicos de refiere. Pero además, hemos requerido a la compañía que nos dé la información necesaria cuanto antes. En este caso, como en todos, hay que actuar con la mayor transparencia. No me temblará la mano si tengo que sancionar en caso de que la compañía sobrepase los niveles anuales de emisiones por flota. Pero no pueden pagar justos por pecadores. El caso Volkswagen se limita a una parte de la flota de una compañía en un sector que ha demostrado ser capaz de reducir emisiones y continuar siendo un motor económico en Europa de primera magnitud. Nuestra industria del automóvil es parte de nuestro esfuerzo de des-carbonización. Si comparamos el consumo de combustible de los coches de hoy en día con los de hace 10 años, podemos hacernos una idea del gran avance que el sector ha hecho. Un avance que tiene que continuar en el futuro.

¿Y a los Estados que, como España, gravan al sol?

Los europeos debemos ser conscientes de que nuestro sistema energético está en plena transformación. En esta transformación energética es muy positiva. Sin ir más lejos, las energías renovables han cambiado el panorama energético europeo para bien y en este contexto el autoconsumo tiene un papel fundamental. Por eso, el pasado mes de julio presenté un documento sobre autoconsumo y mejores prácticas en la UE. Quiero iniciar una reflexión sobre cómo promoverlo en la Unión Europea. Pero tenemos que ser claros a la hora de hablar de la contribución que aquellos que generen su propia electricidad deben realizar para el mantenimiento de la red que lleva energía a todos los ciudadanos. Ésta ha sido siempre la posición de la Comisión Europea,  y no va a cambiar. Desde la Comisión Europea estamos preparando legislación sobre el futuro diseño del mercado eléctrico en la Unión Europea, que incluirá este asunto. Asimismo, esperamos presentar una propuesta de directiva sobre energías renovables, que será fundamental para el desarrollo de energías limpias. Ambas propuestas estarán listas el año que viene.

¿Comparte la idea de que es ahora o nunca? ¿Por qué?

Los efectos del cambio climático se están notando ya en nuestra generación. Estamos presenciando cada vez más incendios descontrolados, inundaciones, sequías y un clima extremo y cambiante. La gente es cada vez más consciente de ello y de la necesidad de alcanzar un acuerdo que nos permita luchar de forma eficaz contra el calentamiento global. No tenemos tiempo que perder. El cambio climático es un riesgo real y muy presente en el día a día de millones de personas. Actuar mañana puede ser demasiado tarde.

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