El cambio climático amenaza con llevar a la flora valenciana a una "extinción virtual"

Los sistemas litorales, las zonas húmedas, la vegetación submediterránea de umbría y las comunidades vegetales de cumbres de alta montaña son cuatro ambientes del territorio valenciano especialmente sensibles al cambio ambiental global. En las próximas décadas, los efectos del calentamiento global pueden empeorar aún más la situación de la flora singular valenciana y llegar a la "extinción virtual", ya que se podrían mantener poblaciones artificiales pero desaparecerían de sus ecosistemas o lugares originarios.
Duna Dosel Cullera
Duna Dosel Cullera
EMILI LAGUNA
Duna Dosel Cullera

Los sistemas litorales, las zonas húmedas, la vegetación submediterránea de umbría y las comunidades vegetales de cumbres de alta montaña son cuatro ambientes del territorio valenciano especialmente sensibles al cambio ambiental global. En las próximas décadas, los efectos del calentamiento global pueden empeorar aún más la situación de la flora singular valenciana y llegar a la "extinción virtual", ya que se podrían mantener poblaciones artificiales pero desaparecerían de sus ecosistemas o lugares originarios.

Así lo aseguran Emili Laguna y Pedro Pablo Ferrer Gallego en un artículo publicado en el número 87 de la revista 'Mètode'. "Aunque la discusión se ha centrado a menudo en el cambio climático, se hace evidente que los efectos no pueden separarse fácilmente de otros derivados de modificaciones ambientales provocadas por la actividad humana, que a menudo han actuado sinérgicamente".

En los ecosistemas litorales, la subida del nivel del agua afecta a dunas y costas bajas, pero también la fuerte alteración acumulada sufrida con la concentración urbanística en la línea de costa, sustancias nocivas en el espray marino o la modificación de las corrientes marinas por los espigones portuarios, según apuntan Laguna y Ferrer.

Las plantas exóticas invasoras, producto del abandono de restos de poda o de la expansión natural de las especies ornamentales más agresivas, también dejan ver ya su impacto. Las pocas microreservas de flora que quedan se reducen *a una línea de uno o pocos metros de ancho totalmente expuesta al embate de la erosión marina*.

Respecto a las zonas húmedas, a su especial sensibilidad tenemos que sumar la reducción de los niveles freáticos, la pérdida de calidad por la contaminación y la resalinización en el subsuelo, entre otros factores negativos que influyen en este ambiente. Vale la pena, además, prestar atención a las "pequeñas balsas temporales sobre suelos ácidos, rarísimos en el territorio valenciano y auténticos "puntos calientes" de la conservación de la flora, por su concentración excepcional de plantas raras y de alto interés científico que solo se pueden encontrar en unos pocos metros cuadrados". Es el caso de Los Lavajos de Sinarcas, la balsa del Cavall de Albalat dels Tarongers o la Dehesa de Soneja.

La vegetación forestal valenciana es el cuarto ambiente analizado en el texto de Laguna y Ferrer. Esta se ve afectada por la irregularidad de las precipitaciones y la mencionada reducción del nivel freático de los últimos años. Esto, junto con el previsible incremento de las temperaturas, "puede favorecer la subida altitudinal de las actuales formaciones forestales" como los pinares mediterráneos. También resultan "perdedoras" las especies de umbría de alta montaña como son las tejedas, tileras, alamedas i avellanares. En estos casos, Laguna y Ferrer asegurar que "se ha alcanzado una cantidad crítica de individuos que solo la ayuda humana puede sacar de una extinción segura".

Finalmente, en el caso de las plantas de las cumbres de montaña más elevadas, "si su ritmo de adaptación fuese demasiado lento comparado con la velocidad de los efectos del calentamiento global", también están condenadas a desaparecer. Son plantas que ya han sufrido un retroceso en los últimos años por la falta de humedad atmosférica, como el geranio de Cavanilles o el rabet de gat de Peñagolosa.

Punto de no retorno

En muchas de las especies que detallan Laguna y Ferrer en su estudio, se ha llegado a un "punto de no retorno", comprometidas por las consecuencias de la actividad humana. Se trata de un problema global que afecta las comunidades vegetales singulares, haciendo patente "la fina línea de equilibrio" entre la conservación de los ecosistemas y la acción humana.

Emili Laguna Lumbreras es doctor en Ciencias Biológicas y jefe de sección en el Servicio de Vida Silvestre de la Generalitat Valenciana. Recibió el premio Silver Leaf Award a la conservación de la flora europea, otorgado por Planta Europa, en 2004. Dirige los programas de conservación de plantas valencianas amenazadas en el Centro para la Investigación y Experimentación Forestal de la Generalitat.

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