Los animales se depositan en tumbas prefabricadas de hormigón blanco y el centro se encarga del mantenimiento. El entierro sale por unos 350 euros y los dueños pueden ir a visitar la tumba siempre que quieran en el horario de apertura de la residencia.
Otra opción es la incineración. En Aragón no hay ninguna empresa que se dedique a ello y por eso muchos zaragozanos recurren a Duin, en Navarra. «No podía dejar a mi perro tirado en un contenedor después de 17 años viviendo en casa», dice Ana, que lo incineró. Como ella, unos 350 aragoneses recurren a esta empresa cada año.
«Nos encargamos del transporte del animal y de traer las cenizas de vuelta, aunque los dueños pueden presenciar la cremación», señala José Tello, el delegado en Aragón.
La incineración puede ser individual o colectiva. La mayoría se inclina por la primera porque permite recuperar las cenizas del animal (que a veces es cremado con sus juguetes preferidos) en una urna con su fotografía. La cremación de un perro de menos de 15 kilos, por ejemplo, costaría unos 215 euros. Además, se entrega a sus dueños el certificado de defunción y entran a formar parte de una sección de su web en la que pueden poner dedicatorias.
Cuando muere un animal
El Ayuntamiento tiene un servicio de recogida de animales muertos al que puede llamar cualquier ciudadano cuando pierde a su mascota. Debe llamar al teléfono 976 592 316 para que le tomen los datos y vayan a recoger el cadáver. El servicio se presta de lunes a sábado, de 7 a 14 horas, mediante camiones de caja abierta estanca dotados de pluma y está destinado para animales que han fallecido de muerte natural.
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