NEIKER propone extender el cultivo de trufa negra a zonas del País Vasco pobladas con robles

El Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, NEIKER-Tecnalia, dependiente de la Viceconsejería de Agricultura, Pesca y Política Alimentaria del Gobierno vasco, propone extender el cultivo de trufa negra a zonas del País Vasco pobladas con robles blancos europeos, al considerar que el cultivo de este hongo supone una actividad complementaria "excelente para revalorizar" explotaciones agrarias y forestales.
Boilur beltza
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NEIKER-TECNALIA
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El Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, NEIKER-Tecnalia, dependiente de la Viceconsejería de Agricultura, Pesca y Política Alimentaria del Gobierno vasco, propone extender el cultivo de trufa negra a zonas del País Vasco pobladas con robles blancos europeos, al considerar que el cultivo de este hongo supone una actividad complementaria "excelente para revalorizar" explotaciones agrarias y forestales.

NEIKER está elaborando actualmente un mapa con las zonas del País Vasco con mayor potencial para el desarrollo de la truficultura y, entre las conclusiones preliminares del proyecto, los investigadores apuestan por extender el cultivo de trufa negra a áreas pobladas con robles blancos europeos, con lo que prácticamente podría duplicarse el área dedicada a este cultivo.

La trufa negra ha estado asociada tradicionalmente a las encinas, pero el quejigo (Quercus faginea) resulta una especie de roble muy apropiada para su cultivo, según resultados preliminares obtenidos por los investigadores de NEIKER-Tecnalia. La utilización del quejigo presenta, además, la potencialidad de extender el cultivo a una gran parte del territorio de la Comunidad Autónoma Vasca, donde esta especie es la vegetación dominante.

NEIKER ha explicado que el proceso para cultivar la trufa negra comienza con la aplicación de esporas de este hongo en las raíces de plantones (árboles en su fase inicial de crecimiento) de encina, roble u otras especies. Los plantones permanecen en invernadero, desarrollando la asociación con el hongo, hasta alcanzar el tamaño adecuado para ser plantados en el campo. Al alcanzar entre seis y ocho años, el árbol ya puede comenzar a ser productivo y desarrollar trufa en sus raíces.

La abundancia en Euskadi de suelos calizos poblados con robles propicia la cría de trufa negra, muy apreciada por los mejores gastrónomos. Este producto presenta un gran potencial de desarrollo rural y forestal, principalmente en territorio alavés.

Supone, además, según NEIKER, una actividad complementaria "excelente para revalorizar y diversificar" las explotaciones agrarias y forestales tradicionales. Su cultivo cumple igualmente una importante función ecológica, ya que contribuye a preservar la avifauna y favorece la reforestación con especies autóctonas.

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