Me dirijo a la parada de Marqués de Sotelo para coger el 17, el bus que comunica la plaza del Ayuntamiento y Sant Pau. Un reloj de la calle marca las 11.20 horas y 30 grados de temperatura. Tras diez minutos de espera, llega mi autobús. Lo primero que noto es que tiene aire acondicionado y que funciona perfectamente.

En el vehículo somos solamente seis personas y una de ellas se intenta colar. Al ser tan pocos, el conductor lo nota y le hace regresar para que pique su billete.

Maribel Muñoz coge el 17 entre semana a media mañana. Me comenta: «El aire acondicionado va en la mayoría de los coches» y, añade, «esta línea funciona muy bien, comparada con otras como la 28».

A las 11.45 horas estamos bordeando el río y somos sólo tres en el autocar. En la parada del Carrefour, el conductor hace su descanso y bajan todos.

Unos minutos más tarde retomamos el recorrido hacia la plaza del Ayuntamiento y un señor me dice que la línea «funciona bien, pero lo que va mal es la seguridad», ya que, según cuenta, le han robado cuatro veces mientras viajaba.

Son las 12.30 horas y estoy de nuevo en mi parada de Marqués de Sotelo. El autobús llegó en hora y, en un día de calor como éste, se agradece que el aire funcione tan bien.

Paula López Tiene 88 años.

«Lo cojo para ir de mi casa al mercado y al centro. Funciona muy bien porque, aunque pasa cada 20 minutos, es muy puntual. Yo tengo los horarios y como sé cuando pasa, no tengo que esperar».