A los 84 años Frank Auerbach sigue pintando monstruos para 'poblar el mundo de bestias'

  • Considerado por muchos el más brillante artista inglés vivo, la Tate expone una formidable selección de cuadros del huraño e infatiglable pintor.
  • Nació en Berlín en 1931 y fue enviado a los siete años al Reino Unido por sus padres: ambos murieron en el campo de exterminio nazi de Auschwitz.
  • Pinta 365 días al año, no concede entrevistas ni participa de actos sociales. "Soy una bestia en una madriguera y no deseo ser invadido", afirma.
Auerbach emplea en todos sus lienzos la técnica del empasto
Auerbach emplea en todos sus lienzos la técnica del empasto
Private collection © Frank Auerbach
Auerbach emplea en todos sus lienzos la técnica del empasto

Las escasísimas declaraciones públicas del pintor Frank Auerbach son radicales y claras como un portazo en las narices. "Soy una bestia en una madriguera y no deseo ser invadido", dijo en una ocasión. "Me molestan las citas, me niego a ver a nadie excepto a mis cuidadores", precisó a un potencial periodista-entrevistador. "Quiero acechar al mundo con nuevos monstruos", culmina como resumen de su intención como artista.

Pinta 365 días al año en un estudio de 25 metros cuadrados de un edificio destartalado del norte de Londres —ocupa el local desde 1954—, no fuma, apenas come, se corta el pelo una vez cada seis meses y usa la misma ropa hasta que se desintegra y opina que los pintores han de callarse la boca y decir lo que tengan que decir a través de la obra, lo que le ha valido fama de huraño cuando en realidad se trata de humildad.

'No desmitificar el misterio'

"La pintura es misteriosa y no quiero desmitificar ese misterio. No es bueno que los artistas sean tipos accesibles (...) Si alguna vez he pensado en ponerme en contacto con alguien es con aquellos que viven en las trastiendas del mundo", declaró a The Telegraph en 2013.

Cada una de las peculiaridades citadas emerge de los cuadros de Auerbach y ataca al espectador con la voracidad de una fiera. Sin un rasgo de complacencia, con la desnuda brutalidad del siglo XX en cada toque y raspado de impasto, su técnica preferida, el retratista de la verdad existencial en carne viva, expone, hasta el 13 de marzo de 2016, una formidable colección de cuadros y dibujos en la galería Tate Britain. El impacto de las 70 obras es tan implacable que ha vuelto a emitirse el juicio nada exagerado: estamos ante el mejor pintor vivo del Reino Unido.

'Táctil y dinámico'

La exposición, que según dicen en la Tate, "reafirma el estatus de Auerbach como uno de los pintores más eminentes de nuestro tiempo", porque logra, como antes lo hicieron Francis Bacon y Lucian Freud —al que admiraba especialmente—, que el arte sea "táctil y dinámico". Durante medio siglo "ha trabajado de manera inflexible, raspando y volviendo a raspar la superficie de los cuadros, a veces durante años, hasta conseguir el resultado final que a los demás les parece realizado en cuestión de horas", añaden.

La profundidad, la textura y la sensación de espacio ante una pintura de Auerbach hace de la contemplación una experiencia única y poco común en al arte contemporáneo. En la exposición de Londres, con obras de entre 1950 y la actualidad, el pintor participó en la distribución espacial de las piezas, ordenadas por décadas y temas.

Aunque en ocasiones se ha emparentado el estilo de este genio con el expresionismo, lo cierto es que se trata de una interpretación equivocada, dada la profunda figuración de los paisajes y, sobre todo, de los retratos de Auerbach, interesado en condensar el caos de la existencia y trabajar repetidamente sobre personas con las que tiene trato diario —sobre todo vecinos del barrio de su taller— hasta lograr, mediante sucesivos impastos y raspados, un resultado "correcto" que permita "precisar la experiencia antes de que desaparezca".

Salvado del nazismo

Nacido en Berlín en 1931, hijo de un abogado y una pintora aficionada, fue enviado a los siete años a Londres junto con otros 10.000 hijos de judíos para apartarlos del ambiente prebélico en Alemania mediante el programa conocido como Kindertransport. La decisión, aunque dramática, salvó la vida del crío: sus padres murieron en 1943 en el campo de exterminio nazi de Auschwitz. Él tiene nacionalidad inglesa desde 1947.

Nunca ha admitido que en la crudeza desnuda de sus cuadros queden restos del trágico pasado: "Todo el asunto de la pintura tiene que ver con el olvido de uno mismo y ser capaz de actuar por instinto".

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