Emprendedoras, en turismo rural: cuando el negocio consiste en hacer feliz a la gente

  • Así describen tres emprendedoras en turismo rural un cambio de registro por el que apostaron en su día.
  • Cambiaron de profesión y se volcaron en gestionar un alojamiento rural.
  • Hoy se han convertido en tres casas rurales de éxito.
  • Pese a las dificultades, el estrés y la necesidad de reorganizarse, las tres aseguran que merece la pena.
Una habitación de un establecimientro de turismo rural español.
Una habitación de un establecimientro de turismo rural español.
CLUB RURAL
Una habitación de un establecimientro de turismo rural español.

El turismo rural es una oportunidad de negocio y para muchos un reinventarse la vida. De la mano de Clubrural conocemos la historia de tres emprendedoras que cambiaron de profesión y se volcaron en la gestión de un alojamiento rural, y la jungla del asfalto por la tranquilidad de entornos naturales. Todas, pese a las dificultades, el estrés de las obras y la necesidad de reorganizarse, aseguran que merece la pena.

Una plataforma para reorganizar la vida

Laura López es periodista. Trabajó durante años en televisión y, hace unos años, compró con su pareja en 1995 –”casualmente”– una casa del siglo XVI en Zafra de Záncara (Cuenca) que les ha cambiado la vida. Hoy es la Antigua Casa de Pedro Chicote. “No queríamos una casa en Madrid”, explica, por lo que decidieron adquirir esta casa y, como era muy grande, dedicarla al turismo rural. En el año 2000, Laura y su pareja dejaron la televisión y abrieron su hotel. Ahora se ha reconvertido en tres apartamentos cada uno con su chimenea, piscinas desbordantes y un espacio amplio para organizar cursos.

“Nuestra casa nos ha servido como una plataforma para hacer otras cosas” señala, pues continúan vinculados al mundo audiovisual, pero “organizando nuestro propio tiempo” y haciendo las cosas que “les interesan”, como escribir un libro que está a punto de ver la luz. Mientras, trabajan en modo “multitarea” en la casa rural, en aspectos como la dinamización de las redes sociales o la web.

A su juicio, este tipo de negocios son proyectos personales que “muchas veces se vuelven una especie de cárcel, pues requieren involucrarse mucho”. Pero, en su caso, su objetivo no es crecer, sino “mimar al establecimiento” para que “la gente se vaya sintiendo que ha vivido algo especial”. Muestra su satisfacción, pues a pesar de la escasa fidelización de los turistas rurales “hay gente que vuelve entre ocho y diez veces”. Y a la pregunta obligada de si echa de menos algo de la vida en la ciudad la respuesta es “nada”. En parte, porque siguen teniendo una casa en Madrid, que no queda muy lejos, por otra parte, por la tecnología, que lo hace todo mucho más fácil.

Turismo rural en una galaxia escondida en Segovia

El Planeta Escondido en la pedanía de Losana de Pirón (Segovia) es la iniciativa que ha centrado los esfuerzos de María Condado. También periodista de profesión, trabajó en la Comunidad Valenciana como redactora jefe de una revista de turismo y descubrió los encantos del turismo de montaña. “Entonces ya se me iluminó la bombilla”, recuerda. Años después, recaló en la comunicación corporativa, un sector que le “deprimió” un poco.

En 2003, decidió adquirir una casa con un molino en esta pedanía segoviana, la derribó y la volvió construir a su gusto. “Fue difícil y costoso”, detalla, pues todo el proceso se alargó cinco años. Y es que su idea era hacer algo distinto, una casa romántica que ha acondicionado y decorado de manera que cada suite es diferente, como un planeta distinto, y con servicios exclusivos. En la primavera de 2008, con 30 años y cuando más arreciaba la crisis económica, abrió sus puertas y afirma “que ha sido un éxito”.

Como recompensa a su proyecto, que compagina con el cuidado de tres hijos, y en el que mima a sus clientes, pese a la crisis los visitantes no han dejado de llegar a este lugar para celebrar su aniversario o comprometerse. “Trabajamos para hacer feliz a la gente y que venga a celebrar su amor con nosotros; es lo más bonito”, concluye.

Una casa en calma en Girona

Monserrat Recio trabajaba comercial en Barcelona; pero toda la familia decidió hacer un cambio vital y trasladarse a la montaña. Después de más de tres años de obras, en 2007 abrió La Calma de Rita, en Esponella, Girona, desde 2007. Con un contagioso entusiasmo, destaca que este cambio de registro le ha obligado a ser polifacética y aprender a hacer muchas cosas, desde gestionar las reservas a llevar a cabo las relaciones públicas, cocinar o limpiar las seis habitaciones de su casa, lo que nos explica, por teléfono, “delante del río, escuchando los pájaros”.

“Es muy duro, pero muy reconfortante”, reconoce esta emprendedora, porque se trata de “hacer a la gente feliz; todo el mundo viene con muy buen rollo y todo le parece precioso”. Entre los aspectos más agradables de su trabajo señala cuidar y convivir con sus clientes, lo que le ha permitido conocer a gente muy interesante. Tras una pausa en silencio, responde que no encuentra nada negativo: la distancia a urbes como Girona o Barcelona le permite disfrutarlas cuando le apetece. Y cuenta su experiencia como un éxito empresarial, ya que tiene todos los fines de semanas llenos.

La crisis económica no parece haberle pasado factura: “Abrí en plena crisis”, apunta. El secreto, según revela, es hacer todo con ilusión y con gusto, adaptarse a las necesidades de los clientes y, por ejemplo, llevar a los niños a dar de comer a los caballos o adaptar los menús. De esta manera, ha conseguido que el 80 % de sus clientes lleguen por recomendación de huéspedes anteriores.

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