Irving Penn, el fotógrafo-pintor para quien la cámara era 'mitad bisturí y mitad Stradivarius'

  • Por primera vez en los últimos veinte años, una antología retrospectiva redime la obra revolucionaria de uno de los mejores y más radicales fotógrafos de la historia.
  • 'Más allá de la belleza' condensa siete décadas de trabajo durante las cuales el exigente y humilde artista cambió varias veces los cánones estéticos del siglo XX.
  • Hizo documentalismo y moda siguiendo una sola máxima: "Una buena foto es la que comunica, toca el corazón y convierte en otra persona a quien la observa".
'Abeja', foto de Irving Penn
'Abeja', foto de Irving Penn
Smithsonian American Art Museum © The Irving Penn Foundation
'Abeja', foto de Irving Penn

En 1944, cuando Irving Penn tenía 27 años, fue alistado en el ejército de los EE UU que participaba en la II Guerra Mundial. Ya tenía una licenciatura en Artes y era un dibujante de cierto renombre que había colocado ilustraciones en revistas influyentes. Lo destinaron a Italia, ya liberada del fascismo, y le asignaron conducir una ambulancia en Roma. En uno de los viajes estuvo a punto de perder el control del vehículo cuando reconoció a un hombre que regresaba del mercado con algunas legumbres y frutas en una bolsa: era el pintor Giorgio de Chirico.

"Frené en seco, dejé la ambulancia en medio de la calle, corrí tras él y le di un abrazo. Para mí era un héroe, uno de mis artistas favoritos, pero para él yo era un extraño probablemente perturbado. De todos modos le emocionó mi gesto y me dijo: 'venga a casa, le invito a comer conmigo y mi esposa'. Durante los dos días siguientes, fue mi guía, me enseñó su Roma", escribió Penn años después. Durante aquellos paseos con el surrealista metafísico al que admiraba, el estadounidense hizo sus primeras fotos realmente serias e intencionadas.

'En una palabra, es efectiva'

Que la carrera de Penn (1917-2009) con una cámara en la mano haya comenzado con la mediación casual del pintor de la melancolía, la soledad y las perspectivas imposibles es una prueba de que el destino juega bien al póquer. El fotógrafo nacido en Nueva Jersey es uno de los más grandes artistas de la disciplina en el siglo XX. Durante siete décadas cambió varias veces los cánones de belleza, ejerció con pasión los oficios de documentalista, retratista de moda y reportero y se comportó con una humildad basada en una sola ley: "Una buena foto es la que comunica un hecho, toca el corazón y convierte en otra persona a quien la observa. En una palabra, es efectiva".

Convencido de que la fotografía no es un acto baladí o un artificio para esnobs —solía afirmar con respeto que la cámara es capaz de desnudar el alma y, al mismo tiempo, embellecerla, porque se trata de un aparato "mitad bisturí y mitad Stradivarius"—, Penn creía, como declaró alguna vez, que "retratar un pastel puede ser arte", no se andaba por las ramas del formalismo, ni perdía el tiempo teorizando o ejerciendo los subgéneros. Haciendo fotos de moda, bodegones, retratos de estudio o imágenes casi etnográficas, siempre aplicó un acercamiento apasionado y una valentía radical, que le llevaban a combinar lo sublime y lo grotesco de la naturaleza humana con una elegancia y dignidad únicas.

Injustamente obscurecido

Injustamente olvidado —o mejor, obscurecido— por otros fotógrafos más fogosos y menos sencillos, hacía 20 años que no se organizaba una antología retrospectiva en condiciones de este revolucionario que nunca temió la experimentación de dejarse llevar por los instintos y no ser condescendiente ni fiel a un solo estilo. La iniquidad se solventa con Irving Penn: Beyond Beauty (Irving Penn: más allá de la belleza), una exposición que organiza el Smithsonian American Art Museum de Washington (EE UU) y que estará en cartel del 23 de octubre al 20 de marzo de 2016.

La muestra, que los promotores definen como una "celebración del legado de Penn como un maestro moderno y una demostración de su influencia continua", contiene 150 piezas de todas las etapas del fotógrafo, 46 de ellas nunca antes expuestas. Abarca imágenes de los tiempos del autor como cazador callejero aficionado en los años cuarenta, hasta experimentos formales de los últimos años —por ejemplo, la brutal Head in Ice, una mezcla de pintura y fotografía—, pasando por los deliciosos y renovadores retratos de moda que hizo a quien sería su mujer, la angulosa Lisa Fonssagrieves, la primera top model.

La silueta de una modelo a través de una botella

También están presentes las fotos icónicas de Truman Capote y Salvador Dalí, algunos de los trabajos documentales en los que mostró con sofisticada dignidad a pueblos aborígenes e imágenes históricas que marcaron la frontera entre un antes y un después como Girl Behind Bottle (Jean Patchett), de 1949, mostrando la silueta de una modelo a través del cuerpo cristalino, en primer plano, de una botella. El museo ha dispuesto una completa galería online de parte de los trabajos expuestos.

"El arte de Irving Penn está lleno de descubrimientos estéticos, pero lo más notable es que trasciende la vida cotidiana mediante el sentimiento y el conocimiento", dice Betsy Broun, directora del museo, quien destaca que era necesaria una "revisión integral" de toda la carrera del fotógrafo para comprender, por ejemplo, el estilo "audaz y atrevido" que desarrolló durante las dos últimas décadas de trabajo tras ser un catalizador para un "cambio significativo" en la historia del género: el primer fotógrafo en "cruzar el abismo" que separaba las fotos de moda de las revistas de las de autor.

'Elevaba una taza de café a arte'

La comisaria de  Irving Penn: Beyond Beauty, Merry Foresta añade:  "Desde sus primeras fotografías, la integridad artística de Penn fue su rasgo más notable. Elevaba una taza de café, un bloque de acero o una lámpara a formas de arte, porque a fin de cuentas entendía que su trabajo no era sobre la belleza o las potencialidades de la fotografía, sino una forma de arte".

La exposición, en cuya organización colabora la Irving Penn Foundation, que ha donado una colección de películas inéditas en súper 8 que Fonssagrives hizo a su marido mientras trabajaba en Marruecos, hará una gira itinerante por otros museos de los EE UU. Está acompañada por un catálogo distribuido por Yale University Press [240 páginas y un PVP de 45 dólares].

Fallecido a los 92 años, este autor de una obra que, según apuntó un crítico tiene la "unidad del acero", retrató con la misma depurada técnica y similar grado de pasión a pandillas de moteros, la ya anciana y paralizada escritora Colette, modelos que condensan la elegancia, desnudos cercanos a la abstracción, colillas que recogía de la calle o unos labios en los que reposa una abeja. ¿El secreto?, le preguntaron al final de la carrera. "Puedo obsesionarme con cualquier cosa si la miro el tiempo suficiente. Es la maldición de ser fotógrafo", respondió.

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