Alemania, un gigante cuya reunificación no ha borrado fronteras 25 años después

  • Alemania celebra los 25 años de su reunificación, que comenzó con la caída del muro de Berlín.
  • El país es hoy un actor clave en cuestiones globales como el conflicto ucraniano, la deuda griega (y europea, en general) o la crisis de los refugiados.
  • Sin embargo, la brecha económica entre las dos Alemanias persiste: las diferencias son todavía importantes en renta per capita, tasa de desempleo... entre este y oeste.
Varias personas en el memorial del Muro de Berlín en la Bernauer Straße.
Varias personas en el memorial del Muro de Berlín en la Bernauer Straße.
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Varias personas en el memorial del Muro de Berlín en la Bernauer Straße.

Alemania, que en su reunificación se sentía cómoda en su papel de gigante económico y enano político, es hoy, 25 años después, un actor clave en cuestiones globales como el conflicto ucraniano, la deuda griega o la crisis de los refugiados.

El año 2015 ha estado marcado en Europa por dos grandes crisis, la de las finanzas griegas y la de los refugiados, y la forma en la que se están encarando ambas no puede entenderse sin las posiciones de Berlín.

Tanto el reparto por cuotas de los peticionarios de asilo como el programa heleno de reformas estructurales y ajustes fiscales son medidas con el sello de la canciller alemana, Angela Merkel, erigida por méritos propios en líder del continente.

En el ámbito internacional, Berlín también ha jugado un papel determinante en los últimos tiempos, implicándose en la resolución diplomática de huesos duros de roer como Ucrania e Irán, aunque evita en la medida de lo posible actuar en solitario y busca siempre el eje franco-alemán.

El muro de Berlín

La transformación alemana, que comenzó con la caída del muro de Berlín, ha sido gradual y ha cobrado fuerza gracias a la pérdida de complejos de Alemania y a las dinámicas de la UE, desde la debilidad de Bruselas a la actual postración francesa, pasando por los problemas financieros del sur.

Al término de la II Guerra Mundial, Estados Unidos, Rusia, Reino Unido y Francia convinieron que era preferible una Alemania dividida (primero en cuatro sectores, luego en dos estados) para, entre otras cuestiones, evitar que el país volviese a emerger como una potencia mundial.

La República Federal Alemana (RFA) se concentró durante décadas en la economía (primero en la difícil recuperación de la posguerra, luego a lomos del milagro alemán) y se mostró incondicionalmente fiel a Estados Unidos en los asuntos globales.

Por su parte, la República Democrática Alemana (RDA) se sometió sin excepción a los dictados de Moscú, tanto en su política interior como en sus relaciones exteriores.

La dependencia exterior de la política alemana era tal que el propio proceso de reunificación, planteado a la carrera por el excanciller conservador Helmut Kohl tras la improvisada e imprevista implosión de los regímenes comunistas, tuvo que ser previamente consensuado con Rusia, EEUU, Francia y Reino Unido.

De hecho, la reunificación sólo pudo cuajar tras la firma, en septiembre de 1990, del Tratado 2+4, por el que los cuatro vencedores de la II Guerra Mundial renunciaron a sus derechos sobre las dos Alemanias, permitiendo al futuro país unificado ser totalmente soberano.

La 'frontera' económica aún existente entre las dos Alemanias

Cuatro décadas divididos y bajo sistemas antagónicos abrieron una brecha entre los alemanes del este y del oeste que 25 años de unidad han ido cerrando progresivamente, aunque los estados orientales siguen siendo más pobres, padecen todavía un mayor desempleo y albergan ahora a la población más envejecida.

La Oficina Federal de Estadística alemana presentó esta semana un informe que disecciona las diferencias que persisten, aunque también refleja cómo ambas sociedades han dado pasos de gigante hacia la convergencia.

A pesar de esos avances, las fronteras económicas permanecen con "claras diferencias regionales":

  • La renta per capita en los estados orientales se situaba en 2013 entre los 22.800 y los 24.200 euros, mientras que en los occidentales se acercaba a los 33.400 euros.
  • La tasa de desempleo, nunca medida en Alemania del este y disparada en ese territorio tras la reunificación hasta superar el 18 %, ha bajado hasta el 9,8 % en el este, pero sigue lejos del 5,9 % que se registra en los estados del oeste.
  • La precariedad laboral sí les ha acercado: tras sellarse la unidad del país el 76 % de los trabajadores del oeste y el 83 % de los del este tenían un trabajo estable a jornada completa, porcentajes que han bajado al 67 % y al 70,5 %, respectivamente.
  • En todo el país han aumentado en los últimos años los denominados "empleos atípicos" a tiempo parcial, por horas o mini-jobs.
  • En los que en Alemania todavía se denominan "nuevos estados federados", el territorio de la antigua República Democrática de Alemania (RDA), se borra también despacio la huella de la profunda crisis en la que se hundió su poco competitiva industria al implantarse la economía de mercado tras la caída del muro.
  • El peso de la industria y la construcción en el PIB del este se sitúa en el 17 %, frente al 24 % que supone en el oeste.

Diferencias sociales

Junto a la radiografía económica, el informe de la Oficina Federal de Estadística muestra los cambios demográficos y sociales experimentados en el último cuarto de siglo y, especialmente, "los intensos movimientos migratorios" que se registraron en el país desde la caída del muro. En este apartado quien salió claramente perdiendo fue el territorio de la antigua RDA, que entre 1991 y 2013 vio cómo 3,3 millones de ciudadanos se trasladaban a vivir al oeste, mientras que sólo recibía a 2,2 millones desde los estados vecinos.

Los flujos ya se han equilibrado, como también se han estabilizado los nacimientos, que cayeron a más de la mitad.

La principal consecuencia ha sido el envejecimiento de la población en el este; los mayores de 65 años suponen ya 24 % de la población, diez puntos más que antes de la reunificación y cuatro puntos más que la tasa occidental.

Los patrones sociales que separaron al este y al oeste han comenzado a diluirse y en toda Alemania se comprueba la caída del "modelo tradicional de familia" compuesto por una pareja y sus hijos.

Sin embargo, continúan las diferencias y mientras que en el oeste tres cuartas partes de las parejas con hijos están casadas, el porcentaje se queda en el 52% en el este, donde tradicionalmente el matrimonio siempre tuvo menor peso. En el este sigue siendo además mucho más elevado el porcentaje de parejas de hecho (22 %, frente al 7 % del oeste) y también el de padres que crían sin pareja a sus hijos (26 %, frente al 18 %).

La presencia de la mujer en el mercado de trabajo a tiempo completo, herencia de la RDA, marca también a los estados del este, mientras que en el oeste predominan las familias en las que sólo un miembro de la pareja tiene trabajo remunerado o en las que el salario del varón es el principal ingreso del hogar.

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