Este hecho dejó a Loli Murillo y a su marido, Miguel Angel Pascual, "hundidos", ya que a la dura pérdida de un hijo se une un tratamiento en los centros sanitarios que no se esperaban.
Miguel Angel no esperaba que su rechazo a que expulsarán el bebé del cuerpo de su mujer utilizando un fármaco experimental y su deseo de contar con una segunda opinión se iba a convertir en un peregrinar por las salas de espera de los centros hospitalarios Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares y Hospital La Paz de Madrid.
De este modo, allí donde esperaba encontrar soluciones para aliviar el problema que padecía su mujer, tan sólo encontró ausencias o declaraciones tan "vergonzantes" como la de la directora médica del Hospital de La Paz, Aurora Fernández, quien consideró que no era "un asunto tan vital llevar un bebé muerto de una sala de espera en otra sin saber ni siquiera si le estaba matando a la madre".
"Ahora Loli está hundida", explicó su marido, quien recalcó que sólo las personas que son padres pueden comprender lo que es "perder un bebé". "Te estaba dando pataditas unas semanas atrás en el vientre, porque tenía seis meses, y de repente ya no tiene pulso; se te hunden las ilusiones, es terrible", lamentó.
Prevé una huelga de hambre
Una vez que el estado de salud de su esposa mejore, Miguel Angel tiene previsto iniciar "trámites legales" y posiblemente comience una huelga de hambre hasta que "las personas políticas que han producido esto dimitan y dejen sitio a gente que tenga más corazón". "No me gustaría que nadie pasase esta experiencia, por eso haré todo lo que esté en mis medios para denunciar", señaló.
En su opinión, todo esto cambiaría si "en vez de políticos sin corazón, ambiciosos, ávidos de comisiones y de negocios" la Sanidad estuviera dirigida por gente "que tiene una sensibilidad a estas cosas y buenos profesionales, que los hay". "Máquinas, dinero, comisión y construcciones todo lo que sea pero luego atención ninguna porque cómo se explica si no que me digan no hay ninguna cama en toda la Comunidad de Madrid para mi mujer", criticó.
La pareja rechazó este tratamiento ya que consideró que no se les estaba informando "en condiciones" y, dado que no les ofrecían una alternativa, decidió buscar una segunda opinión que les ofreciese otra alternativa. Para ello, solicitaron ayuda al centro alcalaíno para ponerse en contacto con el Hospital de La Paz en Madrid.
"Ningún doctor la miró siquiera"
"Pensamos que allí iban a mejorar las cosas pero fue peor todavía", aseguró Miguel. Permanecieron hasta tres o cuatro horas en las salas de espera del centro madrileño pero "ningún doctor la miró siquiera". Desesperado, rogó a los responsables de urgencias del centro que, "por lo menos", alguien atendiera a su mujer, aunque luego la derivaran a otro hospital si no había camas.
Sin embargo, siguieron sin recibir "ninguna atención" de los profesionales del centro hasta que, finalmente, desde el departamento de Atención al Paciente les confirmaron que en La Paz no iba ser atendida y le remitieron de vuelta al Hospital Príncipe de Asturias.
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