Ecologistas advierten de la muerte de dos buitres leonados en el parque eólico de Guadalteba

La asociación Ecologistas en Acción-Silvema Serranía de Ronda ha denunciado la aparición en un parque eólico de la comarca malagueña del Guadalteba de dos cadáveres de buitres leonados, muertos "al ser impactados por los aerogeneradores".

La asociación Ecologistas en Acción-Silvema Serranía de Ronda ha denunciado la aparición en un parque eólico de la comarca malagueña del Guadalteba de dos cadáveres de buitres leonados, muertos "al ser impactados por los aerogeneradores".

Se trata de un ejemplar adulto, en época de cuidado de las crías, y de otro subadulto, que ya habría sobrevivido a la difícil etapa de la migración al continente africano y regresado por filopatría a su lugar de nacimiento, han señalado en un comunicado desde Ecologistas en Acción-Silvema.

La muerte de ejemplares adultos afecta especialmente a la población de una especie, en mayor medida a las que tienen poca tasa de natalidad y alta longevidad, como es el caso del buitre leonado.

Posiblemente, se tratara de individuos de una de las buitreras más descolgadas del área de distribución de la especie en Andalucía y la más aislada de la provincia de Málaga, cuya conectividad con las otras quedó seriamente afectada tras el establecimiento de los parques eólicos de Cañete la Real (Málaga).

Como le ocurrió a estos buitres, el impacto de las aspas de los aerogeneradores produce a veces una muerte inmediata o en ocasiones una lenta agonía al sufrir el ave severos traumatismos o en muchos casos amputaciones.

El parque eólico donde se localizaron los buitres muertos consta de pocos aerogeneradores, pero corresponden a uno de los modelos de mayores dimensiones existentes en la Comunidad.

Tienen unas aspas de 64 metros de largo, que giran a una altura de 120 metros sobre el suelo, "barriendo una inmensa superficie, el equivalente a una barrera, invisible y mortal, con las dimensiones de unos dos campos de fútbol dispuestos verticalmente".

"El extremo de las aspas acaba en un agudo filo que se mueve aparentemente de forma lenta debido a nuestra falta de percepción de las reales dimensiones de las mismas, pero, en cuanto se hacen unos cálculos básicos, nos damos cuenta de que la velocidad puede sobrepasar los 200 kilómetros por hora", han manifestado.

Según Silvema, "con frecuencia los parques eólicos se instalan en zonas de montaña, buscando los regímenes de vientos, donde habitualmente se encuentran ricos y variados ecosistemas, a los que suele acompañar una singular avifauna".

"Y lamentablemente se siguen cometiendo graves errores en la elección de las ubicaciones, obviando toda lógica y desoyendo todas las recomendaciones, como ocurrió en el malagueño parque eólico de La Nava y La Escalereta, en Cañete la Real, donde se producen casi la mitad de las muertes de buitres de toda la provincia", han advertido.

Estudios rigurosos

Siendo, además, frecuente, como en este caso, que las muertes estén concentradas en sólo algunos de los aerogeneradores, han alertado. Por eso, han considerado "fundamental" que se avance en la calidad de los estudios de impacto previos a la instalación de estas industrias, incluyendo siempre un riguroso estudio de ciclo completo de la avifauna del entorno.

Para ello, es imprescindible "una celosa intervención" de la Consejería de Medio Ambiente ante cada anteproyecto recibido y sobre todo realizar una planificación a niveles provinciales o regionales, teniendo en cuenta el efecto sinérgico negativo de la acumulación de parques eólicos en una zona.

De todos modos, los ecologistas han aclarado que, "una vez mal ubicado un parque eólico, no todo el daño esta hecho". "Aún se podría paliar en alguna medida el impacto sobre la avifauna si se contase con unos buenos Programas de Vigilancia Ambiental (PVA)", han expuesto.

En concreto, permitiría tomar medidas durante el propio funcionamiento de los aerogeneradores, siendo detenidos momentáneamente en las situaciones de riesgo para las aves, detectadas por un vigilante situado en el parque, o bien, posteriormente, realizando un seguimiento de la mortandad para tomar unas acciones correctoras, que podrían llegar hasta el desmantelamiento de las instalaciones críticas.

Posteriormente, la labor correctiva vendría del análisis de una información de calidad obtenida mediante la vigilancia continua del parque para localizar los cadáveres de las aves muertas por la colisión de los aerogeneradores e identificar los puntos negros.

"Entendemos que esta labor de revisión del parque eólico, en busca de cadáveres de aves, debería tener una periodicidad casi diaria y contar siempre con la supervisión y certificación del agente de Medio Ambiente encargado de esa demarcación", han indicado.

Otro aspecto importante de los PVA es su duración en el tiempo, teniendo en cuenta que se está estudiando un impacto sobre fauna salvaje, en un medio cambiante por definición: "estos programas de vigilancia deben continuar mientras permanezca instalada la industria".

A juicio de Silvema, "si bien los Programas de Vigilancia Ambiental podrían ser una posible herramienta de corrección de la mala ubicación de un parque eólico, lamentablemente, ésta se encuentra viciada según su actual funcionamiento".

Consultora ambiental

"Aunque parezca ilógico, es el propio promotor eólico quien paga a la consultora ambiental encargada de realizar el programa de vigilancia", ha especificado agregando que, "lamentablemente, aquí también funciona el dicho de que 'el que paga, manda'".

Por ello, los ecologistas proponen cambiar el sistema de contratación de las consultoras ambientales para blindar su imparcialidad. En definitiva, se debería buscar un sistema alternativo que restara poder de presión de la promotora eólica sobre la empresa de consultoría.

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