
Todos los fines de semana el casco antiguo de Zaragoza se convierte en una fiesta.
Se ha puesto de moda trasladarse al centro de la ciudad para hacer una despedida de soltero y contratar a una charanga que amenice a los participantes.
Los vecinos, que sufren cada fin de semana el ruido, piden que se regule esta actividad aunque entienden que es agradable cuando es ocasional. Muchos consideran que hay demasiadas despedidas, por lo que el Ayuntamiento estudia un impuesto similar al de los artistas callejeros pero a los vecinos no les parece que eso consiga reducir el ruido.
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