La consejera de Desarrollo Rural y Recursos Naturales del Principado, María Jesús Álvarez, ha abogado este jueves por avanzar en la investigación de cara a tener pruebas que detecten la tuberculosis animal que sean "muy seguras" y que, a su vez, den más confianza.

Sobre la polémica surgida este pasado verano sobre 'falsos' positivos, que fue desmentido por la Consejería, ha indicado que es preciso recuperar la confianza y para ello hay que hablar "con propiedad".

"No conviene incentivar polémicas que son estériles y que pueden tener el efecto indeseado de la desconfianza en el consumidor", ha añadido, en declaraciones a los medios de comunicación antes de la inauguración del I Workshop Nacional de Investigación en Tuberculosis Animal celebrado en un hotel de Gijón.

Ha destacado, asimismo, que este evento se trata de un congreso importante, ya que va a reunir a lo mejor del conocimiento científico y técnico de España y otros países europeo para abordar cómo afrontar la tuberculosis en animales para evitar que se convierta en una cuestión de salud pública.

Ha señalado, en este sentido, en que Asturias tiene experiencia en este tema y forma parte de un modelo de gestión europeo, además de recibir fondos europeos con el objetivo de erradicar esta enfermedad. Además, ha resaltado que el Principado tiene una prevalencia "muy inferior" a la media nacional, de 0.21, ocho veces menos que la nacional, lo que quiere decir que "se han hecho las cosas bien".

Dicho esto, ha apuntado que no se es capaz de conseguir de finalizar el trabajo para ser indemnes, que es un objetivo no solo desde el punto de vista de la salud pública sino de la ganadería. Para ello, ha resaltado la importancia del conocimiento científico, para la mejora de la identificación, la diagnosis y si es posible encontrar nuevos métodos que den más confianza. Según la consejera, mientras tanto lo que conviene es "hacer bien el trabajo" e incluso reforzarlo, así como generar confianza en los ganaderos y el consumidor.

Ha recordado, además, que en Asturias se aplica un protocolo nacional, no solo de Asturias, por el que se realiza una prueba de la tuberculina para identificar si un animal es reaccionante o no, y, a partir de ahí, se aplica un protocolo nacional que obedece a otro europeo. En este caso, el animal sería sacrificado y se repetiría la prueba al resto de animales de esa ganadería.