Tímido, impuntual y vestido de verde. Así llegó ayer Woody Allen al jardín de un hotel barcelonés para presentar la película que empieza a rodar el próximo lunes y que quiere convertir en "una carta de amor de mí a Barcelona y de Barcelona al resto del mundo", poetizó.

Su uniforme estilo safari (pantalón, camisa y gorro color caqui) apareció entre una multitud encorbatada de 200 políticos y artistas a las 18.35 h. Más de media hora de retrasó bajo un sol abrasador, que caldeó el cava, el gazpacho y el helado del cóctel, y derritió al centenar de periodistas convocados.

"Estudié español de pequeño"

El cineasta, que sólo habló cinco minutos, no pudo prescindir de su ironía. Después de asegurar que es un gran reto filmar en un país de habla no inglesa, confesó: "Estudié español de pequeño, pero como no prestaba ninguna atención, no sé nada".

El Sr. Allen –como lo llamó la ministra de Cultura, Carmen Calvo– afirmó que en este filme pretende presentar Barcelona "tal como la veo con mis ojos, de la misma forma que hice con Manhattan". Y no será barato. El presupuesto para esta cinta, que rodará durante siete semanas en Barcelona, Asturias y Nueva York, asciende a 12 millones de euros. El título lo pondrá al final; de momento la llama Summer Project 2007.

Afortunado por contar con los españoles Penélope Cruz y Javier Bardem, el neoyorquino desveló que no conoce los nombres de los catalanes que ha fichado, como Lloll Bertran, Joel Joan o Lluís Homar. Su actriz fetiche, Scarlett Johansson, fue vista ayer, con un vestido estilo baby doll, paseando por la Ciudad Condal.