Con la "seducción visual" situada por encima de cualquier otra consideración, la Universidad Complutense de Madrid presenta la exposición Biblioteca y Gabinete de curiosidades, una relación zoológica, un conjunto heterogéneo de medio centenar de manuscritos y joyas bibliográficas que muestran la "magia y el encanto" de los seductores bestiarios o colecciones de láminas de un tiempo en que, como dicen los organizadores, "prácticamente todo estaba por dibujar".

Montada en la Biblioteca Histórica de la institución universitaria hasta el 30 de septiembre, la exposición busca reproducir la fascinación de los gabinetes de curiosidades que a partir del siglo XVI atesoraban objetos insólitos, únicos y deseados, testimonios de la singularidad del mundo. La muestra de la Complutense tiene una versión en línea específica y es posible acceder al catálogo ilustrado completo en PDF —pesa 3,53 megas pero vale la pena por su riqueza gráfica—.

Tratados de alquimia e Historia Natural, cuadernos de apuntes, libros de horas, crónicas de Indias y códices precolombinos se muestran para recrear el objetivo de los gabinetes, donde "objetos raros o extraños se exponían para el disfrute visual del espectador y acicate de su imaginación, o para su análisis y estudio por parte del estudioso o científico", dice el comisario de la exposición, Manuel Barbero Richart de la Facultad de Bellas Artes de la universidad madrileña.

La selección de obras bibliográficas ha tratado de ser "lo más heterogénea posible", añaden los organizadores, que han incluido manuscritos o facsímiles de libros que fueron referentes científicos o artísticos cuando fueron escritos. Hay piezas de entre los siglos XI y XVIII, de autores como el humanista Pier Candido Decembrio, el escultor y arquitecto Giovannino de Grassi, el naturalista Conrad von Gesner, el científico Ulisse Aldrovandi o el misionero Bernardino de Sahagún.

La gran dificultad en la historia de la representación de los animales estribó, durante muchos siglos, apuntan desde la exposición, en los modelos a representar, bien por la rareza de los ejemplares, bien por la dificultad de observarlos. Desde un tiempo en que podemos acceder  instantáneamente al conocimiento formal de cómo es cualquier animal, podríamos hacernos una idea de cuál sería la imagen que tendríamos del mundo si desapareciesen de un soplo internet, la fotografía y todos los libros impresos.

"Imaginemos un mundo sin imágenes o, mejor dicho, con unas cuantas imágenes pintadas, y que esas imágenes fuesen el espejo del mundo zoológico circundante, nuestra única fuente de información visual de cómo son las cosas y animales que no conocemos.  Estaríamos tan perdidos y desorientados como los autores de los libros que forman esta exposición, con la diferencia de que ellos, motivados por el ansia de saber, se ocuparon de la formidable misión de dar grafía al animal, de ilustrar la vida", añaden.

Las piezas zoológicas que acompañan y complementan a los libros proceden de las colecciones de los museos de Anatomía Comparada de Vertebrados y de la Farmacia Hispana, ambos dependientes de la Complutense de Madrid. Entre los objetos pueden encontrarse desde un colmillo de narval hasta un armadillo.