Gordon Brown promete un Gobierno de cambio y renuncia "al pasado"

Gordon Brown prometió un Gobierno de cambio al tomar las riendas este bmiércoles como nuevo primer ministro británico en sustitución de Tony Blair, en un discurso con el que parece querer marcar distancias con su antecesor.

Esa es mi promesa a todos los ciudadanos del Reino Unido y ahora dejemos que empiece el trabajo del cambio

Hasta
ocho veces utilizó la palabra "cambio" el ya ex titular de Economía en sus primeras palabras a su llegada al número 10 de Downing Street como "Premier", un cargo que ambicionaba desde que los
laboristas llegaron al poder hace diez años.

"Éste será un nuevo Gobierno con nuevas prioridades", afirmó Brown, quien, pese a ofrecer un discurso más propio de un político que hubiese estado en la oposición, ha ocupado un papel protagonista en los Gabinetes de Blair desde que los laboristas pusieron fin en 1997 a dieciocho años de dominio conservador.

El flamante primer ministro, de 56 años, afirmó que había escuchado "la necesidad de cambio" de la sociedad británica, tanto en sanidad y educación como "para construir la confianza en el Gobierno", y aseguró que esos deseos
no podían "ser satisfechos con políticas del pasado".

Por ello, Brown se comprometió a ir "más allá de los estrechos intereses de partido" y formar "un Gobierno que utilice todos los talentos".

El nuevo primer ministro echó mano del lema que le ha acompañado, confesó, desde que era un escolar: "
Intentaré hacer todo lo posible".

"Esa es mi promesa a todos los ciudadanos del Reino Unido y ahora dejemos que empiece el trabajo del cambio", aseguró Brown ante el 10 de Downing Street, adonde llegó procedente del Palacio de Buckingham, residencia de la Familia Real británica, y donde Isabel II le encomendó la misión de formar Gobierno.

Desde 1990 no había cambio sin elecciones

Esta es la primera vez desde que John Major sustituyera a Margaret Thatcher en 1990 que se produce un cambio en el inquilino del número 10 de Downing Street sin que se hayan celebrado elecciones generales previamente.

El relevo, que se esperaba desde que el 10 de mayo Blair anunció la fecha de su salida del Gobierno, se llevó a cabo como manda la tradición británica.

Blair, nuevo pacificador

Blair, nombrado enviado especial del Cuarteto para Oriente Próximo y que se espera que renuncie también a su acta de diputado, salió por última vez con su familia de la que ha sido su residencia oficial durante una década y que, con excepción de Thatcher, ha ocupado más que ningún otro primer ministro en el último siglo.

Acompañado de su esposa, Cherie, Blair, a quien un Parlamento puesto en pie le había despedido ayer con una inusual ovación, utilizó por última vez el jaguar reservado a los primeros ministros británicos para dirigirse al Palacio de Buckingham, donde presentó su dimisión a Isabel II.

A los pocos minutos le tocó el turno a Brown, quien también acompañado de su mujer, Sarah, recibió el "Sello del Gobierno" durante una conversación privada de casi una hora con la soberana, más del doble que Blair.

A la salida de Palacio, a un sonriente Brown ya no le esperaba el vehículo en el que había llegado, sino el jaguar de los primeros ministros, que lo condujo hasta Downing Street, donde ha comenzado el proceso de formar su Gabinete.

Gobierno de Brown

Lo que ha trascendido hasta ahora es que dejarán el Gobierno tanto la jefa de la diplomacia británica, Margaret Beckett, como los titulares de Interior, John Reid, y Sanidad, Patricia Hewitt, todos ellos próximos a Blair, al igual que el viceprimer ministro, John Prescott, número dos del Gobierno y del Laborismo en los últimos diez años.

Brown tendrá que nombrar a su sucesor al frente del Ministerio Economía.

El nuevo primer ministro, que carece del carisma y popularidad de su antecesor, tiene que hacer frente a una oposición conservadora rejuvenecida con la llegada de su nuevo líder, David Cameron, y a la pérdida de credibilidad del Partido Laborista por la guerra de Irak.

La sucesión pone fin a un largo y, según los incesantes rumores publicados por la prensa británica, difícil camino emprendido en 1994 por Blair y Brown, cuando, tras la muerte del entonces jefe laborista, John Smith, Brown renunció a disputar a Blair el liderazgo de la formación a condición de sucederle en el futuro.

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