En Monelos, su lugar preferido es junto a la biblioteca Miguel González Garcés, en el Barrio de las Flores, donde se cobijan en los pasillos de entrada a las casas, y en Os Mallos, al final de la avenida de A Sardiñeira. Uno de los casos más llamativos es el del centro, donde por primera vez los jóvenes asaltan zonas como los jardines de Méndez Núñez o la plaza del Humor para servirse el alcohol junto a los escaparates de la calle Real, los soportales del teatro Rosalía o en las puertas de los edificios. «A mucha gente le es imposible conciliar el sueño y algunos ya apagan los telefonillos por la noche», dice un residente. Y de día, se encuentran con orines, botellas rotas y pintadas.
Más policías en las calles
Eso es lo que exigen los vecinos de los barrios en los que un fin de semana sí y otro también se celebra algún tipo de botellón. En el Barrio de las Flores, por ejemplo, aseguran que el 092 «no se pasa ni por asomo». «Cuando vienen dicen que ellos no pueden hacer nada hasta que no se prohíba beber en la calle. Simplemente los identifican si algún vecino los ha llamado para denunciar los ruidos», explican los afectados.
Molestias constantes en Los Rosales
Otros vecinos afectados por los efectos del botellón son los del Barrio de Los Rosales. Detrás de la guardería municipal se reúnen jóvenes para beber, también en la plaza Elíptica y ahora en un bajo de la calle Simón Bolívar (foto). Los afectados no descartan iniciar movilizaciones.
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