Estaba dando de comer al ganado en mi finca de Villa de Rosario, en el estado de Zulia. Aparecieron cinco hombres, con pasamontañas, armas cortas y ropa militar, y me llevaron.
¿Por qué a usted?
No lo sé. Creo que me confundieron con otro. No soy un empresario rico. Creían que tenía muchas fincas, cuando sólo tengo una, y que había recibido una herencia.
¿Dónde lo llevaron?
A la montaña, ni siquiera a un campamento. Siempre estuve con mis cinco secuestradores. Dormía al raso en una hamaca.
¿Cómo lo trataron?
No muy bien. Había días en los que sólo comía una vez, casi siempre arroz blanco. Nunca hablaban conmigo, sólo para amenazarme. Me decían: o pagas o no vuelves. Recé mucho.
Pensó que no salía de ésta.
Tengo problemas de estómago, aunque con el miedo que pasé se me quitó todo. Dormía a la intemperie y no me pillé ni un catarro.
Y al final pagó.
Se pusieron en contacto con mi familia. Ellos y mis vecinos han hecho un gran esfuerzo económico. Ahora están endeudados.
¿Y cuanto desembolsó?
Prefiero no decirlo. Obviamente, no los 600 millones de pesetas que pedían. No tengo ese dinero.
Bio
Tiene 67 años y cuatro hijos. Emigró a los 18 a Venezuela, donde creó una explotación ganadera.
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