Los Alcornocales: el bosque mediterráneo rentable y sostenible se abre al turista

  • La popular "saca" del corcho rentabiliza esos montes desde hace siglos.
  • Además ha contribuido a garantizar el mantenimiento y la conservación de los recursos naturales propios de este paisaje mediterráneo.
  • Se complementa con enoturismo, elaboración artesanal del queso, actividades al aire libre o el hospedaje en reservas ecológicas.
Uno de los milenarios alcornoques sin su corteza.
Uno de los milenarios alcornoques sin su corteza.
FLICKR/trebol-a
Uno de los milenarios alcornoques sin su corteza.

Tradiciones ancestrales, y entre ellas el milenario aprovechamiento del corcho, se concilian con vanguardistas propuestas turísticas en el Parque Natural de Los Alcornocales (entre Cádiz y Málaga), un espacio natural en el que han puesto el foco los principales mercados emisores de ecoturistas. Es la mayor y mejor conservada masa forestal de alcornoques de España, unas 80.000 de las 170.000 hectáreas que tiene el parque.

La popular y ancestral "saca" del corcho ha rentabilizado esos montes desde hace siglos, sobre todo desde que en el siglo XVIII se descubrieron las propiedades de ese material para taponar botellas, pero en sus abruptas veredas, barrancos y valles nunca ha entrado la maquinaria, y sólo las mulas son capaces de sacar una materia prima que se ha convertido en el motor del desarrollo local.

El director conservador del Parque Natural, Juan Manuel Fornell, observa que el descorche produce "un estrés" al árbol que puede reducir su vida, pero también que ha sido precisamente su rentabilidad la que ha provocado la conservación del bosque. "Si no tuviéramos los alcornoques, los montes no estarían tan limpios como están, con el consiguiente riesgo de incendios; algunas especies cinegéticas estarían mucho más desarrolladas y eso sería también un problema, y sobre todo, y sin lugar a dudas, perderíamos mucha biodiversidad", explica.

Este entorno, sus recursos naturales, su paisaje y sus valores antropológicos y culturales han despertado el interés de empresas y organizaciones internacionales, y entre ellas el de la estadounidense Alianza para la Conservación de los Bosques de Corcho (CFCA, en sus siglas en ingles). La iniciativa surgió entre los propios enólogos para contrarrestar la idea de que el uso del corcho natural resulta muy dañino para el medio ambiente y para desterrar el argumento de que se están talando gigantescas superficies forestales para satisfacer la creciente demanda de corcho en el mundo.

Todo lo contrario, porque la extracción del corcho tiene una importancia ecológica vital para ese bosque mediterráneo –que probablemente ya habría desaparecido si no hubiera sido rentable– y porque es además el elemento imprescindible para el mantenimiento de la economía y de los valores culturales de muchos pueblos.

La propuesta de la CFCA estadounidense la canaliza en España una empresa especializada en ecoturismo (Two birds one stone). Su responsable, Miguel Rollán, cuenta que en Los Alcornocales el patrimonio etnográfico y cultural se combinan "a la perfección" con el patrimonio natural. "De hecho son indisolubles, y esa es la conexión que tratamos de explotar en nuestras propuestas de ecoturismo, pensando además que tienen el potencial para suponer una fuente de desarrollo socioeconómico en los lugares donde se desarrolla", asegura.

Contemplar la migración de las aves

La fortuna antropológica en la que han fijado algunos operadores turísticos internacionales se complementa con “experiencias” relacionadas con el enoturismo, con la elaboración artesanal del queso, con actividades al aire libre o con el hospedaje en establecimientos empotrados en verdaderas reservas ecológicas.

Son lugares incrustados en el corazón del Parque Natural, privilegiados para la contemplación de muchas de las especies más representativas de la península, y sobre todo para la observación de las miles de aves que cada año protagonizan el flujo migratorio entre Europa y África.

Javier Gómez gestiona uno de esos establecimientos, encajado en la reserva ecológica de Las Lomillas, donde realiza además importantes labores de conservación. Busca, como otros empresarios, la rentabilidad de un negocio pero a cambio de la conservación de la biodiversidad, el respeto a los valores naturales y culturales de Los Alcornocales.

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