Agosto Clandestino recuerda este martes a Luis Buñuel y Pepín Bello

La Filmoteca de La Rioja Rafael Azcona colabora de nuevo con #agostoclandestino, dedicará la primera sesión al inmortal director de cine calandino Luis Buñuel y al intelectual y escritor oscense Pepín Bello. Será este martes, a partir de las 20,15 horas, con un recital previo a cargo de Ricardo Romanos.
Imagen de una exposición de fotografías de Luis Buñuel
Imagen de una exposición de fotografías de Luis Buñuel
EUROPA PRESS/RETROBACK
Imagen de una exposición de fotografías de Luis Buñuel

La Filmoteca de La Rioja Rafael Azcona colabora de nuevo con #agostoclandestino, dedicará la primera sesión al inmortal director de cine calandino Luis Buñuel y al intelectual y escritor oscense Pepín Bello. Será este martes, a partir de las 20,15 horas, con un recital previo a cargo de Ricardo Romanos.

En la sesión se emitirá 'Un chien andolou' ('Un perro andaluz') de Luis Buñuel y se presentará la reedición de su libro de poemas. También podremos disfrutar de Pepín Bello, el hombre que nunca hizo nada de Álvaro Merino, con el que además podremos charlar sobre su trabajo.

Aunque Buñuel fue siempre muy hostil con aquellos que intentaban buscar significados a sus películas, llegando a afirmar en alguna entrevista que carecían de él, resulta fácil leer 'Un perro andaluz' en clave psicoanalítica y autobiográfica.

En realidad, su opinión sobre el psicoanálisis tenía que ser necesariamente pobre: Jung había dicho que 'Un perro andaluz' era un caso claro de esquizofrenia y el director de un conocido centro psicoanalítico en Chicago que quería dar trabajo a Buñuel se declaró horrorizado tras ver la película.

Antes de empezar, hay que saber que la relación entre Buñuel, Dalí y Lorca fue algo tormentosa. Buñuel era el heterosexual prototípico, boxeador, juerguista y sádico. Dalí fue un onanista compulsivo que padeció siempre un temor atroz hacia el sexo femenino, temor que terminaría por convertirse en pánico e impotencia. Lorca era conocido por su complicada homosexualidad. Estuvo enamorado de Dalí pero sus sentimientos provocaron en el artista catalán la reacción contraria: rencor y desprecio.

Dalí y Buñuel quisieron atacar a Lorca ya en el título, 'Un perro andaluz', y también con la escena en que un andrógino es atropellado en la calle con gran alborozo del protagonista, que mira desde la ventana. Tras el atropello del invertido el protagonista se siente liberado y se dispone a forzar a su pareja. Naturalmente, aunque Lorca se sintió atacado por la película, Buñuel negó que hubiese referencia alguna al poeta andaluz.

A continuación la protagonista se defiende del deseo de su galán tomando una raqueta con forma de cruz de la pared y amenazando con golpearlo. Esta cruz simboliza obviamente a la moral católica. Al protagonista le resulta imposible vencerla pues debe cargar con todo el peso de la cultura occidental (los pianos, los curas, los burros putrefactos) que ha sido siempre enemiga del cuerpo.

Cuando consigue magrear algo a su pareja cae enfermo pues la educación ha convertido al deseo sexual en un veneno para nuestra conciencia. Comienza entonces una representación del conflicto edípico. La figura del padre está simbolizada por el sujeto que sólo se ve de espaldas, lleva traje y sombrero, y que lo castiga cara a la pared. Resulta curioso que cuando llega a la casa y toca el timbre aparecen los brazos de un camarero agitando una coctelera.

Un toque de humor genuinamente surrealista y un elogio de los bares y el alcohol a los que Buñuel amaba. El protagonista supera el Edipo cuando consigue transformar los libros en pistolas y liquidar definitivamente a su padre. A partir de ahí es libre de nuevo para satisfacer sus deseos y acosar a la amada.

Las hormigas en la palma de la mano son idea de Dali. Simbolizan el deseo sexual. La última oportunidad para consumar su amor se representa mediante un curioso juego de imágenes. Mientras ella mira a su galán, él pierde su boca (al estilo de Matrix), ella se pinta los labios y a él le crece vello púbico en el rostro que toma el aspecto de un genital femenino.

Esta clara propuesta de sexo oral, antiburguesa por no ser práctica reproductora, es rechazada por la protagonista que saca la lengua y huye. Mientras cierra la puerta atrapa la mano llena de hormigas del galán.

Finalmente logra escapar y aparece repentinamente en una playa donde encuentra a un apuesto bañista, que en lugar de enseñarle hormigas en el hueco de la mano le enseña un reloj. Podemos relacionar la sensación de hormigueo con el deseo sexual y la mano con el instrumento de la masturbación.

Además era un lugar común de la época la advertencia de que si te masturbabas demasiado te crecerían pelos en la palma de las manos. Un bañista con reloj y sin hormigas representa poca pasión, trabajo fijo, sueldo interesante, vacaciones de verano, en fin, un buen partido. Ella olvida pronto a su verdadero amor y, como todas las mujeres, elige antes la seguridad económica que la pasión.

Este episodio, además de tener un cierto aire misógino, puede leerse como una crítica de Buñuel al matrimonio burgués, institución enemiga del amor. Pueden comprobarse sus consecuencias en el plano final de la película. La escena final está inspirada en el Ángelus de Millet. Dalí interpretaba esta obra de Millet de un modo curioso: "el personaje femenino representaba la postura expectante y preliminar de la hembra de la Mantis religiosa antes de devorar al macho.

Dalí confesó que en su juventud en Madrid -viví bajo el terror del acto del amor, al que confería caracteres de animalidad, de violencia y de ferocidad extremas. Siempre he pensado que el destino del macho de la Mantis ilustraba mi propio caso frente al amor". (Román Gubern: Proyector de luna).

Pepín Bello fue el último testigo vivo de los famosos amigos de la Residencia de Estudiantes de Madrid, entre los que se encontraban muchos miembros de la generación del 27 como Lorca, Dalí, Alberti y Buñuel, de quienes fue un íntimo amigo y con los que mantuvo relación durante toda la vida de estos. Con Federico García Lorca compartió habitación durante algunos meses de cursos sucesivos en la mencionada Residencia de Estudiantes.

Pepín Bello es conocido como "el fotógrafo de la generación del 27", por haber realizado la gran mayoría de las fotos que se conservan de aquel momento, tanto durante el periodo en que convivieron en Madrid como de los encuentros que tuvieron en lugar durante el final de la década de 1920 y el comienzo de la guerra civil en 1936.

Puede reconocerse a modo de chiste privado tanto el carnuzo de Pepín Bello como la pierna resucitada de Miguel Pellicer según el archifamoso milagro de Calanda. También merece ser recordada la Carta a Pepín Bello en el día de San Valero, dedicada esta vez al terrible cierzo zaragozano en un feroz registro de humor surrealista.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento