Andrew Moore retrata desde el aire la zona áspera del meridiano que divide EE UU por la mitad

  • El fotógrafo muestra la soledad de las inmensas llanuras secas del centro del país, atravesadas verticalmente por el meridiano 100 Oeste.
  • El reportaje 'Dirt Meridian' muestra la dureza de la vida en un área plana, ventosa y con una precipitación anual media de 200 milímetros.
  • Moore ha tardado diez años en completar el trabajo.
Casa abandonada en el condado de Stanley (Kansas), fotografiada por Andrew Moore
Casa abandonada en el condado de Stanley (Kansas), fotografiada por Andrew Moore
© Andrew Moore -'Dirt Meridian', published by Damiani
Casa abandonada en el condado de Stanley (Kansas), fotografiada por Andrew Moore

El meridiano 100 Oeste es como una plomada geográfica que no sólo une los polos. En el caso de los EE UU, parte el país con una precisión casi matemática en dos mitades y establece también una frontera entre la fertilidad del este y la sequedad del occidente. Atraviesa una zona de severa magnificencia pero perversa continuidad: una planicie seca en la que apenas llueve y siempre sopla el viento.

El fotógrafo Andrew Moore ha culminado un trabajo de diez años con la publicación de Dirt Meridian (Meridiano sucio, pero también Meridiano terroso), un reportaje de fotos aéreas sobre una zona que los estadounidenses llaman, no sin razón, flyover country (región paso elevado, o sea, para pasar volando). La colección de imágenes de paisajes remotos y escasamente poblados, con una larga historia, como dicen los editores, de "sequías repetidas y sueños fallidos", es emotiva, poética y dura como la tierra agostada.

Más de cincuenta condados de seis estados

El meridiano entra desde Canadá en los EE UU por Dakota del Norte y atraviesa de norte a sur Dakota del Sur, Nebraska, Kansas, Oklahoma y Texas antes de penetrar en territorio mexicano. El recorrido a través de más de cincuenta condados surca una tierra "tan abierta y misteriosa como la palma de la mano de dios", dijo no sin certeza la escritora Annick Smith. Es tan notable el carácter fronterizo de la línea imaginaria que existe una ruta de senderismo de largo recorrido, el Great Plains Trail, que prácticamente sigue el trazado estadounidense completo (unos 2.400 kilómetros).

Para saber qué se siente y cómo se afronta la vida en el medio de la gran superficie estadounidense, en una de las regiones más secas del país —con una una precipitación anual media de 200 milímetros—, el fotógrafo Moore enganchó sus cámaras a las alas de una ligera y manejable avioneta biplaza y retrató a vista de pájaro la zona en panorámicas que agrandan la sensación de soledad y aislamiento. Luego, con los pies sobre la tierra, recorrió el meridiano para hacer fotos a los habitantes y conocer su día a día.

Cementerios que nadie visita

El reportaje —publicado por Damiani [132 páginas, 45 euros]— muestra impresionantes llanuras, las baldías badlands o malas tierras, pueblos abandonados por la crisis, ranchos ganaderos familiares que sobreviven por razones que lindan con lo milagroso, viejas casonas corroídas como templos de otra época, adolescentes que saben cazar con arco y flechas y han sido educados en casa porque no hay escuelas en centenares de kilómetros a la redonda, prodigiosas manadas de nerviosos antílopes de sabana, cementerios que nadie visita, los escasos regadíos, zonas castigadas por la amenaza del fracking... Como el trabajo anterior de Moore, dedicado a la decadencia de Detroit, otrora capital industrial y automotriz, Dirt Meridian tiene ritmo mortuorio y destila un ánimo testamentario.

El fotógrafo a aunado, añaden los editores, "los mitos perdurables y la rica historia de un lugar donde tan poco parece suceder a simple vista" con la representación de aquellos que "siguen viviendo en medio de su vasta y severa magnificencia". Las fotos aéreas, especialmente impactantes, fueron tomadas con la avioneta planeando a escasa altura, lo que permite el agrandamiento de la "quintaesencia del paisaje de los EE UU, con ningún límite visible".

'Cruda, abierta y amplia'

En el prólogo del libro, el novelista Ken Haruf, fallecido en 2014, antes de la edición de la obra, dice que el reportaje le hace sentirse "como un águila o un cuervo" sobre una tierra "cruda, abierta y amplia". El autor, que creció en la zona, afirma que las tierras en torno al meridiano 100 Oeste son las más bellas de los EE UU.

"Puede que no sea bonita, pero es hermosa si usted sabe cómo mirar. Tiene que dejar de pensar en los árboles, tiene que dejar de pensar en el verde... Es necesario reducir la velocidad, apagar el coche, salir y quedarse quieto. Entonces descubrirá la ternura de esta tierra", escribe.

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