Un paisaje con secretos

  • Madrid está llena de pistas que pasan inadvertidas.
  • Son datos que permiten desentrañar su pasado.
  • Una guía recoge ahora las más interesantes.

Están ahí, a la vista de todos, pero nadie les presta atención. Son las arrugas de la cara de la capital: las marcas que el tiempo ha ido dejando en Madrid a lo largo de los años y que revelan capítulos de su pasado. El libro Madrid oculto (La Librería, 14,94 euros), de Marco y Peter Besas, recoge las más interesantes para que el paseante pueda jugar a descubrir los «secretos» de la capital. Éstos son algunos de ellos.

La Casa Más Estrecha. Así se conoce al inmueble situado en el número 61 de la calle Mayor. En ella vivió Calderón de la Barca. Estuvo a punto de ser derribada, pero el escritor Mesonero Romanos lo impidió enfrentándose al equipo municipal de demolición.

«Visita G Manzana No 1». En muchas fachadas de la zona antigua hay baldosas con este críptico mensaje. Fueron instaladas en el s. XVIII, cuando había muchas calles con el mismo nombre, lo que dificultaba las inspecciones o visitas de los recaudadores de impuestos. Entonces se decidió que a cada manzana se le asignaría un número. Visita G significa «Visita General». El sistema resultó ser ineficaz, pero muchas placas sobrevivieron.

La Puerta de Alcalá. En el extremo sur del monumento hay agujeros y marcas causados por las balas y el fuego de mortero. La mayoría de estas marcas datan de la guerra civil, pero también las hay de la guerra de la independencia. Se llama Puerta de Alcalá porque está en la antigua carretera que iba hacia la Ciudad Complutense.

La casa del Ratoncito Pérez. La historia fue escrita para el infante Alfonso XIII, que temía que se le cayeran los dientes. La casa de este peculiar ratón se encontraba en el sótano de una pastelería llamada "Carlos Prast", situada en la Calle Arenal nº 8.

La otra Cibeles. La estatua más emblemática de la capital tiene una hermana gemela en Ciudad de México. La réplica, cedida por el alcalde Tierno Galván, fue inaugurada en la avenida de Oaxaca en 1980.

Una puerta para el sol. El libro data el nombre de este espacio tan emblemático de la capital en la época de Carlos V, que en 1520 construyó una muralla que en este punto tenía una puerta orientada hacia el lubar por el que salía el sol.

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