"Me siento mal por los atributos que veo en internet, aunque me encantan. ¿Cómo puedo disfrutar de la pornografía?"

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"Me encanta la pornografía, me gusta meterme en internet y me lo paso muy bien con las cosas que veo pero me siento muy mal porque ni tengo ni puedo hacer lo que veo. A mi pareja también le gusta pero yo no quiero que lo vea para que no compare".

La pornografía es una industria que mueve millones en el mundo, sus principales consumidores fueron los hombres, en secreto y sin hacer participes de sus gustos a sus parejas, pero desde hace unos años, las parejas se han habituado a alquilar una o dos películas porno para el fin de semana.

Las fantasías que estas películas expresan en principio parecen corresponder a la mente masculina pero realmente son estimulantes tanto para hombres como para mujeres. Usar películas como complemento a una vida sexual que se antoja rutinaria es bueno.

Pero la pornografía tiene un problema importante, la mayoría de las personas que son perfectamente capaces de diferenciar una película como fantasía, de un documental como realidad. Pero se sienten incapaces de hacer lo mismo con la pornografía y tienden a interpretar lo que se ve en la pantalla como verdadero, cuando no deja de ser una película con todos los castings, trucos y trampas de cualquier otra.

Las hazañas sexuales se ruedan en varios días y luego se montan, los atributos de los protagonistas son el resultado de un casting exhaustivo, suelen usarse prótesis para suplir lo que la naturaleza no da, las mujeres siempre dispuestas son actrices y los hombres capaces de grandes hazañas o de coitos eternos son actores que la mayoría de las veces usan prótesis de pene para simular una erección prolongada o ruedan la escena drogados o en varios días. Creerse lo que allí está pasando es como creer que Superman vuela o Spiderman se sube por las paredes.

Pero emocionarse o excitarse con lo que se ve en la pantalla es una buena ayuda para la vida sexual, siempre que no se trate de imitar. Lo que se ve puede ser una sugerencia no una obligación. Pueden imitarse los lugares, las situaciones, las ropas o los diálogos.

Otra sugerencia es la pornografía casera. Muchas parejas consideran divertido grabar sus propias películas, con una cámara de vídeo y un trípode pueden realizarse unas películas caseras muy excitantes y muy divertidas. También puede usarse el vídeo conectado al televisor, y disfrutar viéndose hacer. Concluyendo la pornografía es una ayuda erótica no una escuela de aprendizaje.

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