Cristina acaba de despedirse de un chico que desde hace unas horas es su novio. Ahora espera a una amiga, no sabe adónde mirar y se le escapan las sonrisas. En su MP3 suena Sexy motion, «una canción de baile lenta que me recuerda a él», dice mirando los auriculares. El causante de su felicidad se llama Gordan: «Es de la antigua Yugoslavia y vino a España con cuatro años. Es muy delgado, mide lo mismo que yo y sus ojos son marrones y muy expresivos, igual que su sonrisa».Tras un paseo por los jardines del Palacio Real «todo surgió de repente» y ahora se ve sumergida en algo nuevo. «Estoy enamorada. Nunca lo había sentido en serio, puede que ésta sea la primera vez». No cree en las bodas, «simple papeleo», pero confía en el amor de larga duración: «Es posible si hay comunicación y comprensión. Se pueden pasar 25 años con alguien, pero las dos partes tienen que ceder en lo bueno y en lo malo». De momento Cristina se conforma con el primer paso y el único plan que hace es regalarle a Gordan «una mariconera, porque siempre lleva el abrigo lleno de cosas y ahora no sabe qué hacer con ellas».Madrid me gusta por...