Los ‘baby boomers’ cambian la pirámide

El descenso de la natalidad generará problemas en el pago de las pensiones futuras.
El descenso de la natalidad generará problemas en el pago de las pensiones futuras.
ARCHIVO
El descenso de la natalidad generará problemas en el pago de las pensiones futuras.

El reloj biológico juega contra España. Si en la actualidad hay cuatro personas ente 18 y 64 años por cada mayor de 65 años, en 2022 habrá tres por cada dos mayores de 65 años.

Este "drástico aumento" de los pensionistas, o disminución de la población en edad de trabajar, ha llevado a los demógrafos a hacer sonar la alarma desde hace años sin que nadie parezca escucharlos: la tasa de dependencia –la relación entre las personas mayores de 65 años y aquellas en edad de trabajar– se va a disparar en España y las pensiones y la sanidad sufrirán una caída de liquidez.

Especialmente, si como sucede actualmente, solo una persona en edad de trabajar tiene un empleo. El momento crítico será 2022, cuando se jubile la generación de la explosión demográfica, los baby boomers nacidos entre los años 1957 y 1977. "La situación demográfica es grave y se avecina un drástico cambio", resume en un titular Concepción Patxot Cardoner, experta en Economía de la Población de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona.

Primero, la mala noticia. "Desde el punto de vista fiscal, el aumento de la tasa de dependencia implica, casi automáticamente, un aumento del ratio entre perceptores de transferencias y pagadores de impuestos, lo cual ejerce presión sobre el presupuesto público", añade Patxot para establecer que la alteración tendrá efectos sobre las pensiones de modo explícito y la sanidad de modo implícito.

"La buena noticia es que al llegar a la jubilación de los baby boomers el mercado laboral se encontrará menos colapsado y podemos esperar que mejore el empleo y con ello los ingresos impositivos".

España: abocada a ser un país de viejos

Aunque la crisis económica ha reducido la fecundidad –que está en 1,25 hijos por mujer y era de 1,44 en 2007–, la pirámide demográfica está a punto de cambiar por la explosión de natalidad de la posguerra civil y el aumento de la esperanza media de vida en España, que roza los 83 años, casi la misma que en Japón, el país más longevo del mundo.

"Una generación especialmente numerosa y muy longeva se jubilará dejando un reemplazo relativamente escaso en el mercado de trabajo", prevé Patxot, para quien el problema, pese a ser "predecible", no ha sido atendido por los gestores públicos. ¿Habrá dinero para mantener a un país envejecido?

"La brevedad del horizonte político no ayuda. Solo políticos muy comprometidos con el bien común son capaces de abordar reformas con horizontes tan lejanos", añade la analista, quien recuerda que la única "reforma seria" del sistema de pensiones, la de 2011, fue por la "práctica imposición" de la Comisión Europea.

España, pese a lo que diga la propaganda del zeitgeist juvenil que impera, está abocada a ser un país de viejos: perderá 2,6 millones de habitantes en los próximos diez años y a partir de ahora mismo, en 2017, registrará por primera vez en la historia más defunciones que nacimientos. A un horizonte tan complicado en materia de población se debe añadir la inevitable carga de las personas enfermas, cada vez con más vida por delante pero marcada por una salud precaria.

Un estudio de The Lancet dice que no debemos alegrarnos demasiado por el aumento de la esperanza de vida: en cada año ganado a la muerte hay una media de más de dos meses de dolor, inmovilidad o invalidez parcial. ¿Se compensaría la balanza con la entrada de los 300.000 inmigrantes, sobre todo africanos y asiáticos, que siguen buscando refugio y salvación en Europa cada año?

La profesora Patxot matiza que la inmigración como solución al problema se suele citar "con cierta frivolidad". Aunque "es cierto que la escasez de trabajadores que se dará al jubilarse el baby boom puede solventarse con entradas de inmigrantes", incluso "desde esta perspectiva economicista, obviando cuestiones éticas, las entradas de inmigrantes deberían ser considerables y sería deseable que tuvieran niveles de cualificación altos".

Otros no ponen peros y ven necesario admitir a quienes tocan la puerta del continente. "Europa es insostenible si no admite a los inmigrantes y los integra", dice Rafael Vilasanjuan, del Instituto de Salud Global del Hospital Clínico de Barcelona.

"La guerra contra los inmigrantes no solo es inhumana, sino irracional: hay demasiados jóvenes desempleados en África Occidental y muy pocos trabajadores jóvenes en Europa", coincide el sociólogo Mike Davis.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento