El eco de la crisis en el arte

Raúl Arévalo y José Coronado en la película 'Murieron por encima de sus posibilidades'.
Raúl Arévalo y José Coronado en la película 'Murieron por encima de sus posibilidades'.
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Raúl Arévalo y José Coronado en la película 'Murieron por encima de sus posibilidades'.

Crisis, dijeron los voceros desde su púlpito. Un misil invisible surcó los cielos. Llovieron preferentes y primas de riesgo. Hubo profecías económicas. Sacrificio... y crack. Pero un aullido tiene su eco... ¿A qué suena la crisis? ¿Qué fotografía tiene? ¿Es posible dibujarla? Puede que Goya hoy retratara al Banco Central devorando a sus hijos o los desastres de la desigualdad. Puede que Edipo no quisiera ser rey, sino banquero o tesorero. El cine de Berlanga recobra actualidad. Todos a la cárcel, la escopeta nacional... Prácticas artísticas como la fotografía, el cómic, cine, teatro, grafiti o hasta el diseño han respondido al aullido de esta crisis. Historias de perdedores, luchadores, lunáticos, y cerdos hambrientos. En el mundo del arte "hay momentos de inspiración y expiración, sístole y diástole, de apertura y de clausura, y estos momentos de crisis posiblemente generen una necesidad de pronunciamiento, de que la gente se decante y haga cosas más arriesgadas", analiza Jordi Claramonte, profesor de Teorías Estéticas Contemporáneas de la UNED.

La fotografía del desahucio, como el trabajo de Olmo Calvo, cuyo foco en los exiliados es testigo de una fuerza arrolladora. El cine satírico que fantasea con el secuestro del banquero, como en Murieron por encima de sus posibilidades, del director Isaki Lacuesta. El documental que acompaña a los nuevos migrantes, esos jóvenes que repiten el mal paso hacia el Norte como en Tierra extraña de Icíar Bollaín. Cómics sobre chatarreros. Poéticas contra la censura. Novelas en habitaciones oscuras. Dramas en los crematorios del Ayuntamiento.

"Si te fijas a lo largo del siglo xx, en los periodos de descalabramiento es cuando surgen frutos culturales interesantes, las calmas chicha no suelen producir mucho, son como una muerte espiritual", constata Miguel Brieva, dibujante y escritor de cómics, que acaba de publicar Lo que (me) está pasando, un diario en formato de novela gráfica de lo que define como un ‘emperdedor’. "Es el único recurso que nos queda, no tanto el arte en su concepción burguesa, pero sí la imaginación en su sentido más amplio, la capacidad de proyectar otras posibilidades para salir de este pasmo y escepticismo generalizado", añade Brieva.

Diseñadores que se ponen al servicio de movimientos sociales, como el Colectivo Enmedio, que han resaltado la imagen de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Teatro que hace un exhaustivo análisis de la realidad, y que se atreven a sacar a Luis Barcenas a escena con gran éxito (preparan una película), como en el Teatro del Barrio de Lavapiés (Madrid). Colectivos de danza flamenca que tomaron con bailes las sucursales bancarias por peteneras, como en las acciones de grupo Flo6x8. Músicos intentando saber cómo suena un crack... "Una época de crisis conlleva un desacoplamiento generalizado de las ideas y sistemas de vida. En los momentos en que todo va bien hay unas certezas, unas normas, como en el arte académico, y unas maneras de acceder, pero cuando llega una crisis todo eso se cuestiona, y si pierdes el trabajo o bien haces una novela, o te haces camarero, puta o soldado", explica Claramonte.

Artistas multidisciplinares, como el colectivo Derivart, que mezclan arte, tecnología y finanzas, y que crearon El Burbujómetro. Esculturas como Atrapados en la crisis, de Pilar Farrés. O performances como las de Daniel G. Andújar, con un vídeo que filmó desde una avioneta por las playas del Mediterráneo y que lucía una pancarta en la que se leía: "Democraticemos la democracia". Muchas han sido las personas que han sentido la necesidad de estallar... Parajes de transeúntes heridos, cantos frente a un mazo policial en un musical contra los desahucios, reinventar el Guernica de la austeridad... Respuestas o pataletas al condominio de los corruptos, a las limusinas con el lema de "Mata al pobre" escrito en el lomo. Una de las intervenciones públicas del colectivo Democracia contaba con este carro del lujo, paquidermo de la desigualdad, y lo aparcaron en una feria de Arte de Nueva York para confrontar a esas élites que "parecen empeñadas en el genocidio». En el otro lado del vehículo se podía leer: "Cómete a los ricos". "Desde que empezamos en este proyecto, en 2006, hemos estado en la crítica. Las crisis son consustanciales al sistema capitalista. Lo que ha ocurrido en esta es que se ha visibilizado a las claras. La democracia representativa es insuficiente, el sistema económico prima a lo financiero, y lo excepcional ha sido que la gente ha tomado conciencia, y eso nada tiene que ver con nosotros, o con el arte", explica Pablo España, del grupo madrileño Democracia, basado en la agitación y propaganda, y en causar interferencias en medios de comunicación.

Uno de sus últimos trabajos, Os protegemos de vosotros mismos, con imágenes de los antidisturbios durante la manifestación de Rodea el Congreso, se focaliza en este gran personaje renacido por la crisis. "El antidisturbio parecía desterrado, la represión estaba más interiorizada, pero de repente coge relevancia, y ahí empiezan las preguntas como qué intereses se están defendiendo", explica Pablo. En otra de sus obras llenaron los espacios de publicidad del metro de varias ciudades con el eslogan: "La mejor lucha es la que se hace sin esperanza". "Es una frase muy abierta, pero una de las lecturas que nos parecían interesantes habla de este tiempo, en el que parece que hay muchas esperanzas, pero en el que hay que ser precavidos", asegura.

Dolor. Sufrimiento mojado en la lente de una cámara, como el fotodocumentalista mallorquín Toni Amengual, cuyo libro PAIN es un metáfora cerrada, la condensación de un gas venenoso. Entre 2010 y 2012, anduvo por las calles fotografiando rostros dolorosos con su teléfono móvil. Fotografías crudas, cortadas, torcidas, relámpagos que iluminaban pequeños pozos transeúntes. De 2000 fotografías hizo un libro. Un artefacto, mejor dicho. El lector tiene que desgarrar con una navaja las hojas que emulan la bandera española para encontrar en su interior las imágenes de un estado del malestar.

Inspirado en fotógrafos como Garry Winogrand o Daido Moriyama, un libro pulp hecho para la calle. "Yo vengo de la fotografía documental, intento ilustrar cosas que pienso, veo y siento, pero el libro ha acabado siendo un documento del sufrimiento que hay en la calle. No sé muy bien por qué lo hice, por qué me atrajo este dolor, tendríamos que hablar con mi terapeuta", ironiza Amengual.

Isaki Lacuesta tiró la casa contra la cristalera de la banca. Apostó todo su equipo, dinero, su genio, y consiguió un reparto casi berlanguiano (José Coronado, Raúl Arévalo, José Sacristán, Imanol Arias, Emma Suárez, Albert Pla...) para realizar una locura cinematográfica. No una película low cost, sino un retrato de la crisis que solo podía contarse "desde el esperpento nacional", y hecho, además, en cooperativa. Sinopsis: cinco ciudadanos afectados por la recesión deciden secuestrar al director del Banco Central para exigirle que todo vuelva a ser como antes. Es lo que define como "una superproducción de cuchufleta", con secuencias gore, melodramáticas, comedia pura, guiños de serie B, una película "casi reciclada", en la que se deja entrever hasta Carpanta y su retrato pionero de la desigualdad.

"La idea surgió de varios sitios, pero en un taller conocí a un promotor inmobiliario arruinado y cineasta amateur que fantaseaba con que quería disparar y torturar banqueros, porque estaba pasándolo muy mal con la crisis, y vi que esto se repetía en el librero y en las conversaciones de bar", explica el autor de La Leyenda del Tiempo o Los Pasos Dobles, Premio Nacional de Cine de Cataluña. La película empezó centrada en el rescate bancario, pero a medida que las portadas de los periódicos incorporaban la corrupción, el monstruo creció, e Isaki, cual pequeño Jonás en su barriga, acabó asombrado. "Rodamos la escena de la amnistía fiscal hace dos años, y me gusta ver cómo a medida que pasa el tiempo, el espectador lo asocia a personajes distintos, nuestra clase dirigente se encarga de ir actualizando la película, y es imposible superarlos", explica.

En una escena del filme, un camello interpretado por Sergi López suelta una perorata que el público califica de surrealista. "Pero en realidad es la transcripción literal de discursos de políticos dichos en el Parlamento, quisimos captar todo este lenguaje económico y político efímero", explica. Una película emocional, surgida de la sensación de impotencia al ver cómo la industria del cine era arrasada. Isaki no quería estar en la lista de quejas. Quería retratar a España desde este imaginario oscuro compartido. Una comedia que, para su sorpresa, está funcionando bien en el extranjero, por lo que quizás este imaginario tenga que ver con un inconsciente transnacional.

"Los medios de comunicación acaban reduciendo la crisis a cifras o palabras que a base de desgaste se neutralizan, no reconocemos que biografías hay detrás, y yo pensaba que desde el cine se podía intentar a volver darles cuerpo", asegura. Parece convencido de que aquí diez años seguiremos con los "pantalones bajados". El hombre resultó ser el único animal que tropieza cien veces con la prima de riesgo. Sobreviviremos en esta tierra quemada por Gengis Bank. "Parecía que esta crisis iba a cambiar ciertos modelos de sociedad, pero han ido a peor, y estamos tragando", concluye.

El dibujante Miguel Brieva lleva años trabajando en las causas que considera que han provocado esta crisis. Su último libro se centra en lo que podríamos llamar realismo mágico social, el diario gráfico de un indignado. "Nos lo venden como si fuera una catástrofe natural. Pero tiene que ver más con la crisis crónica de un modelo equivocado. No es un punto y a parte de nada", explica. Miguel quería apelar a sus lectores de un modo emocional, sugerido y simbólico. Aunque maquina que en estos momentos el verdadero reto sería otro: en vez de apuntar a lo que es erróneo, mejor tratar de hacer visible la posibilidad de otro modo de organizarnos.

"Insuflar otro imaginario contra la ideas derrotistas de la propia especie y esta huida hacia adelante suicida, porque en nuestra especie es mucho más relevante nuestra capacidad simbólica para reconstruirnos y tener fe en que es posible, en vez de esta apuesta por la tercermundialización del planeta entero", apunta. Defiende que a nivel creativo, probablemente, el 99% de lo que produce la humanidad está al servicio de las grandes corporaciones y de la industria del entretenimiento. "Una industria cultural que no tiene ningún poso de transcendencia, nuestros esfuerzos están dirigidos a cosas fundamentalmente estúpidas. Es una competencia entre la capacidad genuina de la gente de empoderarse con la capacidad de destrucción mental de los grandes medios", explica.

Contra la estupidez, teatro. Hamlet es hoy un antisistema o un joven capitalista que se confiesa en el Teatro del Barrio. La Marca España se desnuda en el escenario. Un arte político, defensa contra el IVA cultural. "Es una cooperativa de consumo cultural, ya casi tenemos 300 socios y funcionamos de manera asamblearia. Lo hacemos para remover conciencias", explica Almudena Montero. Han tenido en cartel Confesión de un expresidente que llevó a su país a la crisis, protagonizada por Alberto San Juan, y también Qué pasa en Madrid, en el que hacían una repaso a la oligarquía de la ciudad. Un teatro-periodismo o de crónica de la realidad. "Tenemos también a Ruz-Bárcenas, una transcripción de Bárcenas con el juez, el careo real entre ellos dos, y está funcionando genial, aunque el público sale con un cabreo monumental", explica.

La idea de este teatro era hacer cosas en común, influenciados por el 15-M. Pequeños puntos de luz, gritos apagados por los medios de persuasión. Desacoplados, porque no deberíamos olvidar que el gran arte es conservador. "La gran burbuja, eso es el arte, la gran concentración de capital que los expulsa", dice Claramonte. Estamos dañados porque carecíamos de paraguas frente a este tornado numérico; la gorra de propaganda de un banco tóxico fue nuestra cobertura. Pero este aullido ha tenido su impacto... Tenemos el relámpago y las pinturas en la cueva. "¡Crisis! ¡Crisis! ¡Crisis!", aullaron los cavernícolas desde su atril incandescente. Próxima parada: un nuevo imaginario colectivo. Futuro...

Del musical a la performance

Distintas prácticas artísticas han retratado la crisis, ya sea de un modo directo, o mediante una aproximación simbólica. Arte callejero, música, teatro, o cine... el impacto colectivo de la recesión ha dejado su huella. Estas son solo algunas de entre las propuestas más destacables.

  • Cabaret para una sociedad en venta. Cabarets como la obra For Sale, dirigida por Rennier Piñero y centrada en la crisis social, los desahucios, las pocas expectativas para la generación más joven.
  • El Guernica Marca España. Artistas callejeros como Vinz, que reinterpretó el Guernica de Pablo Picasso en un mural que tituló Marca España, denunciando la austeridad y la pérdida de derechos.
  • Acciones contra la censura. Intervenciones como las de Nuria Güell, explorando los límites de lo legal, ahondando en la censura retornada, como en su obra El síndrome de Sherwood.
  • Musicales para un desahucio. Películas musicales como Cerca de tu casa, de Eduard Cortés, con el drama de los desahucios como sonido de fondo.
  • Banda sonora de un robo. El cantautor Nacho Vegas cantando Cómo hacer crack, junto a la Fundación Robo, que emergió tras el 15-M, armando una politización pop, con temas como la Revolución no será televisada.
  • Cerdos que devoran la Península. Los cerdos de la obra de Santiago Sierra devoran en una performance un mapa de la Península Ibérica hecho con pienso.
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