La radiación ionizante eleva el riesgo de morir de leucemia incluso en dosis bajas

  • El riesgo de muerte por leucemia crece linealmente con dosis de radiación.
  • Podría ser relevante para los trabajadores de centrales nucleares.
  • La radiación natural proviene de muchas fuentes, como los más de 60 materiales radiactivos naturales de suelo, agua y aire.
Uno de los primeros vecinos evacuados en el Simulacro Europeo de emergencia nuclear 'Curiex 2013', realizado en la Central Nuclear de Almaraz (Cáceres).
Uno de los primeros vecinos evacuados en el Simulacro Europeo de emergencia nuclear 'Curiex 2013', realizado en la Central Nuclear de Almaraz (Cáceres).
EFE
Uno de los primeros vecinos evacuados en el Simulacro Europeo de emergencia nuclear 'Curiex 2013', realizado en la Central Nuclear de Almaraz (Cáceres).

La radiación ionizante es un tipo de energía liberada por los átomos en forma de ondas electromagnéticas o partículas. Como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas estamos expuestas a fuentes naturales de radiación ionizante, como el suelo, el agua o la vegetación, y a fuentes artificiales, tales como los rayos X y algunos dispositivos médicos.

Ahora un estudio coordinado por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), organismo de la OMS, muestra que la exposición rolongada a radiación ionizante puede causar leucemia, incluso si se trata de dosis bajas. El trabajo, publicado en la revista The Lancet, muestra que el riesgo de muerte por leucemia aumenta linealmente con las dosis de radiación.

Las exposiciones a dosis bajas son típicas –además de en ciertas pruebas médicas– de las exposiciones ambientales u ocupacionales, como las recibidas por los trabajadores de centrales nucleares. “Hasta la fecha, este estudio proporciona la evaluación más precisa del riesgo de leucemia relacionado con dosis bajas y prolongadas de radiación recibida por los trabajadores de centrales nucleares durante toda su carrera”, explica Ausrele Kesminiene, coautor del estudio y experto de la IARC.

“Esto demuestra que incluso las bajas dosis de radiación recibidas por los trabajadores de la industria nuclear pueden causar un pequeño aumento en la mortalidad por leucemia y que el riesgo aumenta con dosis crecientes”, añade Elisabeth Cardis, jefe del Programa de Radiación del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL), una de las instituciones españolas que ha participado en el estudio.

La investigación, liderada por científicos de todo el mundo –entre ellos investigadores españoles– que colaboraron en el Estudio Internacional de Trabajadores Nucleares (INWORKS, por sus siglas en inglés), evaluó las exposiciones de más de 300.000 trabajadores nucleares en Francia, Reino Unido y EE UU durante un período de tiempo comprendido entre 1943 y 2005.

El estudio evaluó el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer como leucemia, linfoma y mieloma múltiple. Los resultados ponen de manifiesto una fuerte asociación positiva entre la exposición a la radiación y el riesgo de muerte por leucemia ionizante. Además, el riesgo asociado con la exposición varía con el tipo de leucemia. Por ejemplo, fue mayor para la leucemia mieloide crónica, mientras que no aumentó la probabilidad para la leucemia linfocítica crónica. En el caso del mieloma múltiple o linfoma, el estudio muestra una débil relación entre la exposición a la radiación ionizante y el riesgo de muerte.

El radón, a diario

Las personas estamos expuestas a la radiación natural a diario. La radiación natural proviene de muchas fuentes, como los más de 60 materiales radiactivos naturales presentes en el suelo, el agua y el aire. El radón es un gas natural que emana de las rocas y la tierra, y es la principal fuente de radiación natural. Diariamente inhalamos e ingerimos radionúclidos presentes en el aire, los alimentos y el agua.

El radón, de hecho, se cuela en nuestras viviendas. Las fuentes son principalmente el suelo sobre el que se asienta el edificio, las paredes, piso, techo, agua y gas utilizados. El radón puede penetrar en el edificio por todas las oberturas, por mínimas que sean; como pequeñas fisuras y orificios, como los poros de bloques de cemento.

Este gas radiactivo entra a nuestros hogares a través de grietas y otros agujeros en los cimientos y también a través del agua de pozos. Una vez dentro, puede quedar atrapado dentro de la vivienda. De hecho, el radón, y no el tabaco, es el primer factor de riesgo de cáncer de pulmón en personas no fumadoras.

El Ministerio de Fomento está trabajando en un reglamento para la protección de los edificios frente a la exposición al radón, en el marco de la trasposición de la directiva europea de Normas de seguridad para la protección contra los peligros derivados de la exposición a radiaciones ionizantes, que debe estar concluida antes de febrero de 2018.

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