En el Barrio de las Flores llueve en más de 250 casas

  • La empresa que reparaba sus viviendas dejó la obra sin acabar.
  • El agua les cae por el techo.
  • Unos viven sin luz por miedo a electrocutarse y otros se han ido.
Las casas de los vecinos del barrio de las Flores están llenas de grietas y humedades
Las casas de los vecinos del barrio de las Flores están llenas de grietas y humedades
Las casas de los vecinos del barrio de las Flores están llenas de grietas y humedades
«Sólo nos queda mirar al cielo y rezar para que no llueva». Esta frase es sólo una pequeña muestra de la desesperación que comparten los
1.200 vecinos del Barrio de las Flores a los que, literalmente, les llueve en casa (más de 250 tienen filtraciones). Los afectados viven en los bloques cercanos a Matogrande, en la calle Tulipanes, y ven cómo el agua les entra directamente por el techo por culpa de una obra que está sin terminar. Unos han tenido que marcharse y otros aguantan sin luz o en condiciones muy precarias.

Su calvario, según cuentan los vecinos, comenzó el año pasado, cuando una gestora formada por los propios residentes contrató a una empresa para que realizase la reparación de las terrazas y las fachadas. «Cuanto más avanzaban, más agua nos entraba.

Sólo había cinco obreros. En octubre la empresa se declaró en quiebra, dejó todo y se fue», afirman.

Todos movilizados

En diciembre, y sin saber a quién acudir, los vecinos empezaron su particular cruzada. Iniciaron una recogida de firmas y se las entregaron a la Consellería de Vivenda, propietaria del 30% de los pisos. Un mes después, fue la propia conselleira, Teresa Táboas, la que vio in situ lo grave que era la situación.

Táboas y el delegado de Vivenda, Xoán Carlos Bascuas, se comprometieron a hacerse cargo de la obra, y desde la Xunta han confirmado que se hará «pronto». Pero han pasado seis meses y los vecinos quieren soluciones para vivir dignamente.

«Mi salón era como una bañera»

Irma, su marido y sus dos hijos dejaron su casa por su grave deterioro y ahora viven de alquiler Ô La entrada del piso de Irma, vecina del Barrio de las Flores, no es muy habitual. Nos abre la puerta y, nada más pasar a la sala, un gran toldo de plástico cubre una pared que no para de soltar agua, que cae directamente en un cubo de plástico.

«Aquí hay de todo: moho, bichos, hongos...», asegura. Las humedades empezaron a ser un problema para su salud y la de su familia. Ella estaba embarazada y su hijo de dos años no paraba de enfermar.

En diciembre decidió coger las maletas y abandonar un piso en propiedad para pagar 500 euros de alquiler en O Burgo. «No nos quedaba otra opción. Mi salón era como una bañera y los de la empresa decían que no era culpa de la obra, sino una casualidad», dice Irma mientras nos enseña su casa. En lugar de cuadros, de las paredes y techos sólo cuelgan gotas. Y la situación de sus vecinos no es mucho mejor. «Nosotros pudimos irnos, pero aquí hay gente que no tiene dinero ni para obras ni para pagar un alquiler. Hay familias que duermen todos en una habitación porque es la única que no tiene agua y otros viven sin luz por miedo a electrocutarse», asegura.

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