Madrid se reconcilia con el maestro 'olvidado' de la pintura española, Francisco de Zurbarán

  • El Thyssen presenta 'Zurbarán: una nueva mirada', la mayor muestra del pintor tenebrista del martirio y el sufrimiento organizada en España desde hace décadas.
  • La exposición, con 63 piezas cedidas de colecciones de Europa y los EE UU, trae por primera vez en medio siglo a España 'El martirio de San Serapio'.
  • Pintor de aristas y grandes superficies de tela, de silencio y sepulcros, Zurbarán es con frecuencia ignorado por el esplendor de la pintura barroca española.
  • Blog Trasdós: 'San Serapio', un cuadro de tela y luz

No era un visionario como El Greco, un precursor como Goya o un genio atemporal y apabullante como Velázquez, del que, además fue coetáneo, pero Francisco de Zurbarán (1598-1664) no merece estar colocado en la segunda división de la pintura mundial. Quizá porque prefirió el mecenazgo de los conventos y las órdenes religiosas a la protección de la nobleza y las cortes y porque sus cuadros son profundamente espirituales, tenebristas y silenciosos, nunca ha recibido los honores de los otros grandes maestros. Una exposición viene a hacerle justicia.

Zurbarán: una nueva mirada, en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid del 9 de junio al 13 de septiembre, es la primera gran antología que se celebra en España de la obra del artista de la "emoción piadosa", como le definen los especialistas, desde hace dos décadas, cuando, primero en El Prado y luego en Sevilla se celebró el cuarto centenario del nacimiento del artista. Una sola característica de la nueva muestra, con 63 grandes cuadros de todas las épocas del artista cedidos en préstamo por colecciones de España, Europa y los EE UU, la convierte en imprescindible: la exhibición por primera vez en el país en medio siglo de San Serapio (1628), una de las más importantes y estremecedoras pinturas de todos los tiempos.

Revisión actualizada y financiada por una tabacalera

Los organizadores quieren proponer una "revisión actualizada" de la obra de este gran maestro del Siglo de Oro español según nuevos descubrimientos y estudios de las últimas décadas que han venido a enriquecer el conocimiento del artista y de su trabajo. Tras la presentación en Madrid —montada con aportación financiera de la empresa transnacional tabaquera Japan Tobacco International, líder mundial de la producción, manufactura y venta de marcas de cigarrillos como Winston, Benson & Hedges y Camel—, la exposición viajará a Alemania, al Kunstpalast de Düsseldorf (del 10 de octubre al 31 de enero de 2016).

La coordinación es de Odile Delenda, una de las grandes expertas mundiales sobre el pintor [PDF del ensayo Zurbarán después de su IV centenario, 4,8 megas de peso], quien en la entrada dedicada al artista en la Enciclopedia Online del Museo del Prado escribe en la entrada dedicada al maestro: "Su sobriedad, la fuerza expresiva y la plasticidad de sus figuras, añadidas a sus evidentes dotes de colorista, lo sitúan en la cumbre de los maestros españoles del siglo de oro. Quizás es de todos ellos el que más conmueve nuestra sensibilidad moderna".

Nuevas obras identificadas desde 1988

La selección está centrada sobre todo en la obra autógrafa de Zurbarán, con piezas destacadas de distintas épocas y de algunos de los grandes conjuntos que realizó a lo largo de su carrera. Los préstamos incluyen algunas obras nunca antes expuestas en España y otras que han pasado a formar parte del catálogo del pintor tras ser formalmente identificadas y atribuidas después de 1988.

También se presenta por primera vez una sala dedicada a la producción de los ayudantes del taller de Zurbarán y otra a la naturaleza muerta, en la que se reunirán algunos de los escasos bodegones del maestro junto a los que pintó su hijo Juan, colaborador y discípulo aventajado, cuyas magníficas pinturas de flores y frutas han sido recientemente redescubiertas.

El cuarto de siglo transcurrido desde la exposición del Museo de Bellas Artes de Sevilla Zurbarán: IV Centenario y las "lagunas" que aún permanecían inexploradas sobre la datación de piezas y la biografía del pintor son una "buena razón para dedicarle una nueva exposición monográfica que ahonde en su figura, su obra y su tiempo", dicen desde el Thyssen. Lejos de pretender ser una "revisión exhaustiva", la muestra presente las "más importantes novedades y descubrimientos, obras inéditas o recientemente recuperadas y piezas restauradas para la ocasión".

Comisiones de comunidades religiosas

De los 63 cuadros, 47 son de Zurbarán y el resto de sus alumnos y del hijo. Se presentan distribuidas en siete salas, en orden cronológico y atendiendo también a la naturaleza del encargo por el que fueron ejecutadas. Con este planteamiento, el visitante encontrará espacios dedicados a las grandes comisiones de las comunidades religiosas para las que trabajó intensamente el artista junto a otros donde se contemplarán pinturas destinadas a la devoción privada, incluyendo en mitad del recorrido las dos salas dedicadas a los bodegones y a los artistas del taller de Zurbarán en Sevilla, la ciudad en la que residió buena parte de su vida.

El primer encargo de gran de calado lo firmó en 1626: un contrato para realizar 21 pinturas para los dominicos de San Pablo el Real de Sevilla que se comprometió a realizar en ocho meses. Los cuadros le abrieron las puertas de la ciudad y recibió nuevas peticiones del convento de la Merced Calzada, un conjunto dedicado a san Pedro Nolasco al que estaba destinado la que se considera una de sus obras maestras de juventud, el San Serapio, quizá la pieza más notable de la exposición madrileña.

Solo expuesta en España en una ocasión hace más de cincuenta años, el impresionante óleo sobre el martirio de un fraile misionero brutalmente torturado y luego decapitado por los piratas que lo secuestraron y no recibieron a tiempo el rescate solicitado. Sobrio, sin rastro de sangre pero haciendo tangible el horror del sufrimiento y la redención merced a la muerte, el óleo estaba destinado a la capilla mortuoria del convento, pero la orden religiosa lo vendió a Richard Ford, el polémico estudioso, dibujante y coleccionista inglés, que arrasó los establecimientos religiosos españoles entre 1830 y 1833. Posteriormente el óleo fue a parar a la colección de la familia de políticos y millonarios estadounidenses Sumner, que terminaron donándolo en 1951 al Wadsworth Atheneum de Hartford (Connecticut-EE UU), que acaba de someter a la pieza a una completa restauración.

Cuadros de nueva atribución

En esta primera sección se incluyen además algunas obras importantes de nueva atribución, como la Aparición de la Virgen a San Pedro Nolasco (en torno a 1628-1630), que es propiedad de una colección privada de París, y otras nunca antes vistas en España, como San Francisco de pie contemplando una calavera (1633-1635) o San Blas (c.1633-1635), que llegan de museos de San Luis (EE UU) y Bucarest (Rumanía), respectivamente.

Tras colaborar durante unos años en la decoración del Casón del Buen Retiro de Madrid, trabajo que consiguió por la intermediación de su amigo y gran admirador Velázquez, el pintor regresó a Sevilla para realizar dos de sus series más notables: el retablo mayor para la cartuja de Jerez (Cádiz), desmembrado a principios del siglo XIX, y el conjunto del Real Monasterio de Guadalupe (Cáceres), único encargo que ha permanecido in situ hasta la actualidad. De estos grandes ciclos monásticos de 1638 y 1639, considerados como el apogeo de la carrera de Zurbarán, pueden verse La adoración de los Magos y el Martirio de Santiago.

Una vez consolidado como pintor de éxito, el artista firma retratos de personajes de pie destinados al mercado colonial —sobre todo a Lima y Buenos Aires, otra razón más que explica la dispersión de la obra de Zurbarán—. De esta época destaca San Francisco en meditación, que pertenece a la colección permanente de la National Gallery de Londres.

Las vírgenes niñas

El estilo de Zurbarán empezó a cambiar hacia 1650, cuando su pincelada se torna más suave, los efectos lumínicos se moderan, los fondos se vuelven más claros y las tonalidades de sus figuras se hacen mucho más luminosas. Incluso antes que Murillo, Zurbarán se hizo eco plásticamente de la reforma católica de la época y el aire de pureza que implicaba. Firma jovencísimas representaciones de la virgen, así como San Francisco rezando en una gruta (c. 1650-1655), la Virgen Niña dormida (c.1655) o el magnífico óleo de los Desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría (1660-1662).

Zurbarán es "uno de los artistas más avanzados de su época", con una obra que "desborda ampliamente el ámbito hispano y lo convierte en figura incontestable entre los nombres más destacados de la pintura europea", explican los organizadores de la antología. "Pintor de lo concreto, sus formas geometrizadas, de duras aristas, y sus grandes superficies lisas, junto con el universo solemne y silencioso que transmite su obra, lo conecta con algunas sensibilidades de movimientos artísticos del siglo XX, del cubismo a la pintura metafísica, poniendo de manifiesto su gran actualidad". Pero no solamente la síntesis entre realismo y misticismo coloca al artista en un lugar destacado. Los bodegones que firmó, "construidos con pocos y toscos objetos", transmiten "sensaciones plenas de trascendencia".

Tres esposas

Hijo de un comerciante acomodado, Zurbarán nació en Fuente de Cantos (Badajoz) y fue el menor de cinco hermanos varones. Se formó como pintor con el sevillano de Pedro Díaz de Villanueva. Concluido su aprendizaje, se casó, a los 19 años, con María Páez en 1617. Con ella tuvo tres hijos, entre ellos Juan. Zurbarán se casó en dos ocasiones más, con Beatriz de Morales en 1625 y con Leonor de Tordera en 1644. Sus tres esposas murieron jóvenes de enfermedades contagiosas.

Pese al éxito y reconocimiento que alcanzó en vida, murió en la pobreza y la obscuridad en Madrid a los 66 años. El esplendor del barroco frente al estilo crudo de Zurbarán, la dedicación a lo religioso y el reparto de sus obra por lugares muy distantes y diferentes hizo que su pintura fuese relegada al ostracismo durante décadas.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento